La Pensadora Gaditana: Pensamiento LI
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Pensamiento LI
Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y de D. Manuél Ferrera, frente del Populo.
Cadiz~i, y Junio 25. de 1764.
Imprimasse. Dr.
Cavallero.
Cadiz~i, y Junio 24. de 1764.
Doy Licencia para
que se imprima. Villaformada.
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CARTA.
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Brief/Leserbrief
Señora Pensadora: el dolor, é
infamia, unicos infelices polos en que gyra mi triste
vida, son los funestos motivos, que me estimulan â
molestarla: para que yà que mi fatàl suerte ha sido un
Oceano de desgracias, en que hàn naufragado mi quietud,
y contento; el manifestarla â el Mundo sirva de
escarmiento â aquellas inocentes, que en los primeros
años de su vida, encuentran los precipicios solicitados
por las mismas, que mas por obligacion debian
apartarselos de la vista. Corrida la Naturaleza de mi
infelicidad, parece vuelve â otra parte el rostro, por no vèr los irregulares principios de
mis trabajos: y aùn la pluma temerosa quiere huír de la
mano, que la govierna, por no manchar el papél con tan
denegridos borrones; pero el deseo de que no se
multipliquen los exemplares, me obliga â mortificar la
memoria con el recuerdo de mis sucessos, â el
referirselos, para que dè un aviso. Y una reconvencion â
tantas, que por las vilezas de un sórdido interès,
abandonan los mas sagrados vinculos del honor.
Este temible exemplar de mi desgracia la
presento, para que haciendole público, pueda ponderár á
tantas Madres como se arrojan à esta indignidad, lo
odioso que es semejante proceder á la razòn, y à la
misma Naturaleza: porque mas fieras, que
las que havitan los Montes, exponen las dulces reliquias
de sus entrañas á que sean pasto de la voracidad del
vicio: aventurando no solo el honor, sino tambien los
mas prudentes estimulos de la conciencia. No se niegue
Vm. à tratar este assumpto, que tal véz puede llegar su
avisso à tiempo de que evite algun imaginado precipicio
á el mio semejante: que si en aquel fatal instante de mi
infelicidad, huviera escuchado algun piadoso consejo,
que alentasse mis interiores recelos, ni la bastardìa de
la que me diò el ser huviera triumphado de mi inocencia,
ni hoy me viera ser objeto lastimoso de todos. Dios guarde à V.m. muchos años. La sin Ventura.
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Selbstportrait
Yo, Señora mia, soy
hija de esta Ciudad, y en los primeros años de mi
vida corrian parejas mi fortuna, y mis deseos:
noble, y rica nacì; pero la voracidad de esse salado monstruo, que nos rodea, â
penas principiaba â disfrutàr una juventud
distinguida, quando con la hacienda en una
borrasca, me quitò â mi amado Padre, muriendo
infelíz en la demanda de athesorar comodidades,
quedando yo baxo el amparo de mi Madre, cruel
homicida de mi estimacion. De resultas de esta
primera desgracia, quedàmos expuestas â las
odiosas molestias de una inminente pobreza,
principiando â sentir sus rigores en el desamparo
de todos, y en la execucion atropellada de
acreedrores, que sin la menor compassion, nos
privaron de todo quanto era de algun valor, para
en parte subsanar la pérdida del
naufragio. Sentimos los primeros golpes de la
infiel fortuna con valor, esperanzadas en algunos
Parientes ricos, que á el vèr nuestra miseria, tal
vèz se inclinarìan â socorrernos; pero estos
mismos, negados ingratamente â las obligaciones
del parentesco, nos abandonaron, muriendo con su
crueldad nuestras esperanzas. Era mi Madre muy
gastadora, amiga de visitas, passeos, y
diversiones: â mi me tenia criada en esta
doctrina, con que igualmente lloraba mi desgracia,
porque me privaba de las ocasiones de mis mayores
lucimientos, pues yà en este tiempo iva naciendo
en mi la vanidad de hermosa, con
todos los requisitos de presuncion, despejo, y
petimetrerìa: no obstante mi honradèz natural me
contenía laudablemente dentro de los limites del
mas escrupuloso recato, no passando mi altanería
de unas inconsideraciones pueriles mal corregidas.
La necessidad crecia, y nuestra obstentacion
repugnaba el humillarse. Mi Madre se afligia, pero
no ponia aquellos racionales medios, que dicta la
prudencia, para alexàr tan estrecha fortuna: antes
por el contrario, quanto mas se aumentaban las
escaseces, tanto mas procuraba aparentàr
abundancias, y guiada de su inconsiderado genio,
diò en una maldad, que fuè el
principio de todas mis penas. Yo quisiera hallàr
para noticiarsela, un modo de explicarme, que
fuera capàz de hacerme entender, sin quebrantar
las leyes de la modestia: pero el assumpto es tan
aborrecible, y feo, que aunque se empeñe la mas
aguda rethorica, no podrà menos de tropezár con
las expressiones mas odiosas, y dignas del olvido.
Un dia que la pobreza apretaba fuertemente los
cordeles del hambre, y que la impiedad de un Deudo
nos havia dexado salir de su Casa sin socorrernos,
mi Madre, que como acostumbrada â festejarse, y
ser festejada lo toleraba impaciente, llamandome â
parte con una resolucion indigna, me
dixo: yà vés hija, nuestra miseria, y el ningun
alivio, que nos podemos prometer, pues no será
razòn, que unas Mugeres de nuestra calidad se
pongan â ganar de comer, como qualquier pobretona:
y assi yo havia pensado en un medio para salir de
pobres, que sola tu le puedes practicar: discreta
eres, no serás la primera, ni tan desgraciada que
se publique; no me respondas porque yà estoy
determinada. Don Celio, que nos visita es Hombre
rico, y generoso, y me ha dado â entender
bastante, para que yo fie de él nuestro descanso:
no tienes que excusarte, que si hoy te sacrificas
por obedecer â tu Madre, mañana
sabrè complacerte en quanto desees. Apartose con
esto, dexandome anegada en un mar de confusiones,
y llena del mas honrado pudor â el vèr proposicion
tan atrevida. Mil veces quise matarme, pero mi
desgracia quitò el valor â mi determinacion: y
combatida por los fingidos halagos de al [sic] que
me diò el ser, la obedecí ignorante, y engañada,
llenandose desde aquel dia mi Casa de abundancia,
ê infamia; y quedando yo la Muger mas inféliz del
Mundo; pues en medio de tantos obsequios lloraba
mi honor sacrificado â una ruindad. Desde esta
fatalissima desgracia se han ido encadenando mis
precipicios, al passo que iva
perdiendo el temor â lo defectuoso, fundamentando
mis comodidades en el vergonzoso abandono de mi
propria estimacion, viviendo mi Madre alegre,
porque de esta industria le resultaban sus
diversiones. En medio de tan aborrecible vida,
llamò â quentas el Juez Supremo á la que fuè causa
de mi desgracia, quedando yo mas libre, no por
menos corregida, sino por mas expuesta, soltando
inconsiderada las riendas á mis locuras, de modo
que lleguè à confundirme en el triste número de
aquellas infelizes, que son el tropiezo de los mas
perdidos. De estos funestos antecedentes, haviendo
llegado à los años en que la razòn
hace mas esfuerzos para vencer el entendimiento
engañado, hé venido à parár à la ultima desdicha:
pues sola, sin salud, y sin amparo, me veo
precissada à buscàr el alimento para esta triste
vida en la pùblica diligencia de pedir una
limosna, en cuyo estado, haviendo visto la cara à
el desengaño, procuro arrepentida enmendar en
parte mis passados yerros.
RESPUESTA.
Brief/Leserbrief
Muy Señora mia: de quantas veces
he tenido el disgusto de oír referir desgracias â la suya
parecidas, en ninguna de ellas he podido vencerme â creèr
por possible una vileza de tal tamaño: pues me parecia, que
nos pudiera haver entrañas tan crueles, que expusiessen
volũtarias â lo mas indigno â aquellas mismas, que havian
dado el ser, y alimentado con su Sangre. ¡Pero, ô desgracia
de nuestra fragilidad, y què ciega se precipita, engañada de
la falsa apariencia de los mentidos bienes,
que se figura! No obstante, su Carta me ha sacado de mi
indiferencia, pues veo, que sucede, lo que casi tenia por
impossible: sino es que Vm. manifiesta este assumpto, para
darme en que discurrir, suponiendo por cierto, lo que tal
véz estarà lexos de la verdad: pero sea lo que fuere,
procurarè servirla sin mucho trabajo, porque solo con
manifestár el delito, se darà cuerpo â las reflexiones mas
tibias.
Queda Vm. servida en parte, y pues yà ha concido su
yerro, solo pedire à Dios la alivie, y guarde muchos años
para que recoja en escarmientos, quanto perdiò con sus
desordenes. La Pensadora~i.
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Allgemeine Erzählung
La primera, y mejor
maestra para enseñar â tener amor â los Padres, es
la Naturaleza: no necesita esta de voces, consejos,
ni authores, para inspiràr en el pecho de los
Hombres los mas dulces sentimientos de
piedad àcia los Padres; ella sola con sus estimulos
los dirige â tan gloriosa accion. ¿Y qual es la
causa? Porque reciben los hijos de estos la vida, la
doctrina, el estado, y la honra. ¿Con que aquellos
infelices Padres, que nieguen â sus hijos, ô les
usurpen estas cosas, no podrán reconvenirles, para
que les traten con amor, y los veneren con humilde
respecto? Parece que se sigue: porque si la causa
que nos pone en la obligacion de su obediencia es el
deberles tantos bienes, si nos quitan los
principales, estarèmos exemptos de esta deuda, y
assi se verán expuestos â el mayor abandono, y
miseria. Supongo que la veneracion, y obediencia à los Padres siempre nos executa: pero
ha de ser quando nos manden, y guien â acciones
licitas; porque de lo contrario debèmos huirlos, y
no obedecerlos, pues para obrar con rectitud tienen
los Racionales otro Padre principal que les dirige,
â quien se há de obedecer con antelacion â todo otro
respecto: en cuyo caso no parecerá dura la
proposicion de que todo Hijo, â quien sus Padres
inclinen â lo injusto, debe abandonarlos,
despreciarlos, y aún aborrecerlos: porque èste
aborrecimiento no se dirige â ellos como â Padres,
sino como â delinquentes; no lo sean, y cobrará
fuerzas la filial obligacion. Vuelvo â
repetir, que me parece impossible, que haya Madres
tan crueles, que vilmente vendan la mas estimable
circunstancia de el honòr, por la ruíndad de unos
grosseros interesses: pero si es tanta la
infelicidad de nuestros tiempos, que llega el
desorden â tan alto grado de maldad, que se divisan
estos delitos: sepan las inconsideradas, que no hay
en el Mundo defecto, que pueda corrèr con èste
parejas en lo indigno: y no se quexen de los Hijos,
porque si los inclinan â la maldad, las obedecen
promptos, quando no hacen caso de su superioridad.
Lo mas estimable que posseemos en este Mundo es la
vida, segun el comùn sentir de los mas;
pero si se mira con reflexion, nada hay mas digno de
aprecio que la honra, quando de su conservacion se
siguen los interesses de la inocencia. Por esta
racional causa miràmos â las Naciones mas barbaras
de los presentes, y remotos tiempos, aventurár, y
perder la vida del cuerpo, por no manchár su honòr,
que apreciaban sobre la misma vida: y de estas
determinaciones honradas aunque irritadas por la
equivocacion de objetos, debèmos sacár exemplares
para nuestro govierno. Aquellos, sin mas premios que
los que se fingian ciegos, por un conocimiento
innato, que todos tenèmos â la eternidad, querian
morir una véz sola, por eximirse de
tan repetidas muertes, como acarrea una infamia
voluntaria en la memoria de los Hombres: y â la
verdad, de sus errores, èste es el que parece tiene
alguna disculpa, pues tenian por objeto de èl su
fingida virtud, fortaleciendo sus intentos
Por este sentir, antes de cometer una vileza
se entregaban â la muerte gustosos. Barabridad era;
pero lo es mayor en nosotros hacer una
maldad, por aléjar una desgracia, quando en su
pràctica se multiplican los sentimientos: ¿y assi,
Señoras Madres, si aquellos sin ningun conocimiento
de los bienes futuros, estimaban tanto la virtud:
V.ms. que estàn criadas, y nutridas con verdades
infalibles, en què piensan, que â tanto se atreven?
Apenas la necessidad les mortifica un poco, quando
sin reflexion venden sus honras, sus vidas, y sus
mismas conciencias, facilitando â el horròr sus
prendas mas : : : : pero aún no lo creo: tengan
este discurso por cumplimiento de mi empeño, y no me
censuren de que les hago poco favor. No
dexo de discurrir, que la indigna, y brutal miseria
de los Parientes de Vm. fué causa casi parcial à su
disparate: porque si ellos huvieran cumplido con las
leyes de la Sangre, tal vèz, y sin duda, estorvarian
tan grave daño. Este abondono [sic], que hacen los
mas de los que se hallan elevados en fortuna, de sus
deudos pobres, es quien causa los mayores
desordenes. No digo yo, que se desprendan de sus
intereses, exponiendo sus familias á la necessidad,
para socorrér à los suyos: no intento tanto: lo que
quisera, para que se pusiera algun obstaculo á este,
y otros delitos, es que mirassen con mas amor á
estos infelizes, y cercenando de sus
dispendios los aliviassen: porque à la verdad, ¿qué
ruindad cometeràn estos, que nos les toque à ellos
la mayor parte? Porque como se hallan à vista de
todo el Mundo, por sus riquezas, ô empleos, la
embidia se vale del mas leve motivo para obscurecèr
su fama: escarmienten en este exemplar, pues es
tanta impiedad en los Parientes no socorrer à las
pobres Viudas, dexandolas expuestas à mil
desgracias; como que estas, neciamente oprimidas de
su miseria, se arrojen à sacrificàr en las infames
aras del deleyte las inocentes victimas del honor de
su amada descendencia. No sè como hay corazones tan
fieros, que á esto se atrevan, y
como no pierden la vida de verguenza, no solo en la
execucion, sino de consentir ligeramente en una
infamia tan aborrecible, aùn à los ojos de aquellos
que mas lejos viven de lo justo. ¿Cómo quieren estas
Madres hallar el descanso à sus fatigas en la misma
inquietud de un delito? La practica de lo inhonesto,
se adquiere meritos para el castigo; porque los
premios agradables se deben solo à el exercicio de
las virtudes:
Por esto, hacer escalones para sus imaginadas
felicidades de tan detestable determinacion, no es
otra cosa, que vivr sin pudòr, abandonando los
honrados sentimientos, que inspira el honòr en los
corazones. No hay fiera por indomita que sea, que â
sus hijos no enseñe con exacto cuydado la pràctica
de aquellas acciones precissas á su conservacion.
Las Aves se desvelan continuamente en doctrinàr â
sus polluelos, para que sepan surcár el Ayre, y
logren en esta su ciencia el modo mas
conducente de mantener la vida. Las Naciones mas sin
cultìvo ponen su mayor cuydado en la guarda de sus
hijos, enseñandoles con el exemplo á huìr de lo
aborrecible, y â executàr lo util, y decente segun
sus leyes. De modo que vemos en las Fieras, en las
Aves, y en las Gentes mas Idiotas el desvelo por sus
Hijos, sin que se divise una vèz sola el que los
entreguen, para conservar la vida propria, en manos
de la muerte; antes se exponen gustosos por
conservarsela. Mas que muerte es la infamia á que
arrojan estas inconsideradas á sus pobres hijas: ¡y
que en el centro de la Nacion mas culta, ê ilustrada
con las luces de la verdadera Religion, casi casi se perciban claramente estas
indignidades! ¡O Madres ciegas, y à quanta costa
comprais el torpe interès, que alienta vuestra
codicia! ¿No sería mejor (no hay duda que lo sería)
morir á el cruel cuchillo del hambre, que vendèr una
prenda como el honòr, para conservár una vida, que
sin èl mas sirve de carga, que de alivio? Pero es
locura creer, que la necessidad obliga á estos
delitos, porque hay, aún para las mas distinguidas,
si vienen á ser pobres, decentes arbitrios que las
liberten de la ultima miseria; y assi la causa
cierta de tan viles intentos es la envejecida
costumbre de abrazár sin temòr lo delinquente:
porque un ànimo, que yà hà perdìdo el
miedo à la maldad, nada sabe discurrir, que no sea
por estos ruìnes medios; no encuentra con lo
honesto, y decente, porque huye del trabajo,
haciendo fundamento para su descanso la ociosidad
mas necia. Vean las Madres hasta donde llegaron las
desgracias de esta infelz que me escrive, todas
causadas por los injustos consejos de la que la diò
el sér: y mirenla hoy sin salud, sin honra, y con
pobreza buscár su alivio pidiendo un limosna: y vean
tambien si le huviera tenido mayor quenta para su
proprio interès, y el de su Familia, haver en su
mozedad procurado con una decente industria
alimentarse; que acompañada de virtud,
y nobleza, aunque pobre, no le huviera faltado un
casamiento competente; y no que por no humillarse un
poco, se despeñò mal aconsejada, y ha venido à paràr
à lo que nunca llagaria, por pobre que se viesse.
Estos son los interesses, que atraen la impiedad, y
poco amor á lo decente, y honesto: siendo tan
distintos los efectos nacidos de seguir lo justo, y
virtuoso, que assi como se distingue lo bueno de lo
malo, assi tambien se diferencian sus premios.
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Zitat/Motto
con Ciceron~i, que
dixo: Nihil verò honestum & gloriosum esse
potest, quod Justitia vacat: & nemo gloriam
injustitia & immanitate est consecutus. Quien
por salir de un cuydado la Justicia dà â el
olvido,
yá lo honesto há renunciado,
pues ninguno há conseguido
ser por injusto alabado.
yá lo honesto há renunciado,
pues ninguno há conseguido
ser por injusto alabado.
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Zitat/Motto
Ciceron~i lo
advierte: Legibus præmia proposita sunt
virtutibus, & supplicia vitiis. Las leyes de la equidad con laudable
rectitud,
unidas con la verdad,
quando premian la virtud,
castigan â la maldad.
unidas con la verdad,
quando premian la virtud,
castigan â la maldad.
Zitat/Motto
Nulla
voluptas humana videtur ad divinam
Accedere proprius, quam ea delectatio quæ
ex honore percipitur.
y por quitar â el vicio la victoria,
funda en tan dulce bien todo su anelo: Porque no hay mayor gozo, ni consuelo, entre tanta inconstancia transitoria,
como tener honor, pues esta gloria,
es la que mas se acerca â la del Cielo: La que vende su honor precipitada, y â tanta costa quiere ser servida,
no lo consigue, y muere despreciada: ¡O impiedad, donde llegas atrevida, que haces â la infeliz de ti ofuscada,
que â la muerte mas vil tenga por vida! Pues necia inadvertida, con afectos estraños
antepone â lo justo los engaños:
y huyendo la Justicia,
ignorante se acoge â la malicia.
con tan triste demencia,
que abandonando â el mal su descendencia,
por el vil interès de un poco de oro
la virtud menosprecia, y el Decoro.
Accedere proprius, quam ea delectatio quæ
ex honore percipitur.
Xenoph. in Hieron.
SONETO. El que ama la virtud con justo zelo, del honor hace causa meritoria,y por quitar â el vicio la victoria,
funda en tan dulce bien todo su anelo: Porque no hay mayor gozo, ni consuelo, entre tanta inconstancia transitoria,
como tener honor, pues esta gloria,
es la que mas se acerca â la del Cielo: La que vende su honor precipitada, y â tanta costa quiere ser servida,
no lo consigue, y muere despreciada: ¡O impiedad, donde llegas atrevida, que haces â la infeliz de ti ofuscada,
que â la muerte mas vil tenga por vida! Pues necia inadvertida, con afectos estraños
antepone â lo justo los engaños:
y huyendo la Justicia,
ignorante se acoge â la malicia.
con tan triste demencia,
que abandonando â el mal su descendencia,
por el vil interès de un poco de oro
la virtud menosprecia, y el Decoro.