La Pensadora Gaditana: Pensamiento XXXVIII
Permalink: https://gams.uni-graz.at/o:mws-091-169
Livello 1
Pensamiento XXXVIII
Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y de D. Manuél Ferrera, frente del Populo.
Cadiz, y Marzo 23. de 1764
Imprimasse. Dr.
Cavallero.
Cadiz, y Marzo 23. de 1764.
Doy Licenzia para que
se imprima. Villaformada.
Livello 2
Livello 3
Metatestualità
Ha fingido nuestra viciada
naturaleza tal saynetillo en la indigna pràctica de la
Murmuracion, que pocos son los que se libertan de verse
cogidos en esta traydora Red. Apenas en una conversacion
se finaliza el comùn estylo de las cortesias, y
preguntas de novedades, quando insensiblemente se
deslizan, aún los mas circunspectos, hacia èsta fingida
diversion de criticàr las acciones agenas, y beben tan
gustosos todo el vaso de este mortal veneno, que no
conocen los daños, por mas que les avisen los
escarmientos. En las Tertulias, y Compañias, donde
faltan las picantes sales de éste abusso: mejor me explicarè: donde todos no se entregan â las
censuras crueles, y â las satyras sangrientas, con las
que sin piedad se destruyen, y hacen pedazos la buena
fama, y honra de los ausentes, todo es frialdád, y
tibieza: y parece que se hallan como violentos sin
aquella diversion depravada. Decía Æsopo, que la mayòr
parte de los Hombres traìan alforjas, en cuya delantera
colocaban los vicios, y defectos de sus Proximos, para
tenerlos mas â la vista; y â las espaldas echaban
descuydados los suyos proprios, por alejarse de su
conocimiento. Pero hán de reparàr los que sigan esta
errada maxima, que mientras se hallan divertidos en
desmenuzár y corrér las agenas faltas, que
otros por pagarles en la misma moneda, registran la
alforja de sus espaldas, y sacan â la plaza, lo que
tanto procuran ocultàr, quedando de esta forma
castigados por los mismos filos. Ciertamente que si
todos se hicieran esta reflexion, de que aquellos que
les oyen con gusto murmurár, y añaden pavulo â la
voracidad de su malicia, son los que, apenas vuelven la
espalda, les hacen objeto de sus censuras, y assumpto de
sus satyras, que mas de quatro se detuvieran en tan
infame delito, y procuráran no dàr motivo con su
mordacidad á ser vengados por los mismos terminos. De la
Murmuracion hán hablado muchos, y tambien
el Pensador de Madrid; pero de la especie de detraccion
que intento rebatìr, aunque se vè comprehendida
tacitamente en aquellos discursos, no la hàn tratado de
intento, ni aún me parece, que por incidencia, lo que
anìma â mi Pluma â executarlo, pues la oportunidad del
Santo tiempo en que estámos, y lo común que se há hecho
en todas classes de gentes, me dà motivo para no
despreciàr la idèa. En estos devotos dias de Quaresma
debémos retirarnos todos â el Sagrado de los Templos,
huyendo de los yerros, en que nos hemos visto
aprissionados ciegamente para que en tan seguro refugio
cobrémos la libertad, que teniamos
perdìda entre el tropèl confuso de las preocupaciones
defectuosas. Debemos oír con humildad resignada los
provechosos avisos, que se nos franquean en los
Pulpitos, para que â sus Santas reconvenciones huyámos
de las torcidas sendas de el vicio, y guiémos nuestros
passos por el amable camino de la virtud. Este es el fin
de tan Sagrado Tiempo, y el que debiamos apetecer toda
la vida: pero causa un dolor grande el vèr â tantos, que
solo van à los Sermones, para hacér crítica de ellos, y
hallár assumpto en que cebàr su mordacidad. Esta impía
murmuracion es el objeto de esta Semana: y no me
censuren la idèa, porque en el Tribunal de
una Pensadora, no serà estraño se trate una materia de
tanta importancia; pues siendo el Ministro que las
presenta el Pensamiento, alcanza su Jurisdiccion donde
llegan los terminos de su voluntad. Tampoco temerè la
crìtica de los embidiosos porque los genios amantes de
la verdad, no tendràn â mal, que una Pensadora Catholica
Christiana por la gracia de Dios, se ponga â discurrir
sobre la estimacion de los principales instrumentos de
nuestro bien, que son los Predicadores.
Livello 4
Racconto generale
No hay accion mas fea,
ni mas contra toda Justicia, que la desenfrenada
ossadía, con que toda especie de
Gentes se ponen de intento â censuràr los
Sermones, y â burlarse en sus conversaciones de
los MINISTROS de el ALTISSIMO. Estos quando ván â
un Sermòn son llevados por una curiosidad
impertinente, y assisten â ellos con un animo
estragado, y sin deseo de aprovecharse de su
Doctrina: parando la consideracion en las voces, y
acciones, y en su mala, ô buena colocacion. ¿No
serìa rediculèz digna de el desprecio, el vér â un
Enfermo, que entrando el Medico visitarle, para
ordenàr los remedios conducentes â su mejoría, se
pusiesse con empeño á fiscalizár su modo de
hablàr, el manejo de sus aforismos, y las idèas
del systhèma de su curacion? Sin
duda, que todos burlandose, le dirian: si V.m.
quiere libertarse de los accidentes que le
afligen, no se pàre en frioleras, y tome los
remedios que le rezetan, porque el Medico solo
intenta curarle, y no deleytár su curiosidad con
el modo de la curacion. Son los Predicadores
Medicos Sagrados de nuestras Almas, todos procuran
el remedio de nuestras dolencias, con que todos
debèmos sugetarnos â sus cõsejos, y no despreciar
sus avisos, por menos gratos â el oìdo, y assi el
que asistiere â los Sermones con los mismos deseos
de encontrar la salud espiritual, que un Enfermo
de aliviarse de los males corporeos, no será
ossado en criticar la gracia, la
presencia, la voz, y acciones del Predicador:
admitirà en el fondo de su corazon las sólidas
verdades que le comunican, y con la buena fé de
recibirlas, suplirá discreto, si acaso su
eloquencia fuesse de la mas peynada, ô sus
discursos de los mas nerviosos: y de esta manera
cumplirá con la obligacion de un fiel oyente, que
solo busca la ocasion de aprovecharse. Me parece,
que en ningun siglo se há visto mas extendida la
murmuracion contra los Predicadores, que en èste:
todos se toman la licencia de hablár sobre este
assumpto con una libertad, que no dexa de causàr
bastante daño. Como se hà hecho
especie de moda esta critica, de la misma suerte
se oye tratàr de una cosa tan alta en los Estados
entre las Damas, que si hablaran de los Peynados,
los Abanicos y los Cortejos: haciendo una critica
de los Predicadores, por las mismas reglas que si
la hicieran un Representante. ¡Lastimoso delirio!
No distingüen éstas Señoras que â la Comedia solo
se và â buscar el deleyte de las voces, y la
uniformidad de las acciones; pero en los Sermones
(verguenza me dá hacer esta comparacion entre
Catholicos) se atiende â la substancia de sus
clausulas; no á que éstas sean brillantes, y de la
nueva Impression, porque los Oradores no todos
pueden explicarse de una manera, que
agrade â todos; y todos los que prediquen diràn
una misma cosa, que es amár la virtud, y huìr el
vicio: atiendase â esto, y lo demas desse por no
oído. Hay muchos Hombres, que apenas saben ponèr
la pluma en el papèl para una Carta, y yá se
atreven á censuràr la falta de mèthodo de un
Sermòn, la violencia de los textos, y la tibieza
de las expressiones: estos ni saben lo que dicen,
porque ignoran lo que escucharon: ni se aprovechan
de la doctrina, porque su viciado discurso la
desprecia: ván â los Sermones, ô por passár el
tiempo, ô porque vén ìr â otros: están en los
Sermones con el Cuerpo; pero sus
idèas muy ajenas de aquella ocasion: â cada
instante sacan el relòx, porque se hace larga la
doctrina: y luego muy presumidos en la primera
visita que entran, refieren que vienen
mortificados, porque estuvieron en tal Iglesia, y
oyeron á un Padre muy pesado, que su Sermón no
valia nada. ¡Buena expression de un racional
Catholico! ¿Y qué se podrá inferir de esto? El que
tiene el gusto para lo bueno estragado con las
preocupaciones del Mundo, y no acierta á
aprovecharse de las verdades de nuestra Religion,
quando estas se le enseñan por nuestros
Sacerdotes, que tanto se desvelan el común
aprovechamiento. ¿Y pensarán estos,
que no han murmurado? Pues algun dia lo verán. Se
mira â muchos Doctos, que sin la menor precaucion
se ponen â referir los defectos, que han notado
delante de toda clase de personas, sin prevenir
los riesgos á que exponen el respecto de nuestros
Predicadores: y en estos es un delito el mas digno
de castigo. Que entre dos, ô tres Hombres
juìciosos ê instruydos, como por conversacion, y
como quien habla de esta pieza de rethorica se
pongan â numeràr la falta de sus reglas: noten la
mala propriedad de algunas voces: discurran sobre
el estylo, si es nervioso, lánguido, ô fluìdo:
traten de la aplicacion violenta de alguna authoridad: motejen la poca fuerza de
algunas pruebas, etc., puede passár: porque estos
como capaces de hacer otro tanto, tienen facultad
de notàr sus defectos, para sabér huìr de ellos,
quando se les ofrezca la ocasion. Pero que estos
mismos en los Estrados, en las Tertulias, y aún en
los Cafeès, en presencia de tantos enemigos de
nuestras verdades, suelten las riendas â su
crìtica, y echen â rodar crédito de los
Predicadores, es indigna murmuracion, es falta de
virtud: y no sé si diga, que es sobra de impiedad.
Estos de quienes hablo, por la razòn que son
inteligentes, deben con estudio particulàr,
escondèr del infimo pueblo tales
faltas: porque èste como mira las cosas â bulto, y
sin reflexion, de estos antecedentes saca por
consequencia, el que muchos Predicadores no saben
lo que se dicen, y como no los distingue, echa el
fallo grossero de su ignorancia sobre todos: y por
esta causa recibe la doctrina sin amòr, y
humildad: cobrando aliento con aquellos exemplos,
para metèr su quarto â espadas, y dàr voto sobre
lo que no entiende. Quantos Petimetres, que apenas
han registrado el Arte de Nebrija, salen de un
Sermón, tirando tajos, y rebeses contra el
Predicador, muy metidos â Sabios, pareciendolos,
que por saber seguir assi, assi una
conversacion, yá han pisado el alto Monte de las
Musas, y que pueden dàr voto en todos assumptos.
Estos parecerán muy bien, censurando â una
Damisela presumida de culta, dando voto sobre las
Modas: tal vèz sobre algun puntillo de Historia,
con tal que no sea muy obscuro: pero sobre
Sermones es meterse en sembrado ageno, y exponerse
â decir mil disparates. Confiesso, que un Sermòn
trabajado segun todas las reglas de la verdadera
Oratoria, y dicho con una particulàr gracia, serà
màs grato â los oyentes, y tal véz hará mejor
efecto en los corazones, porque junta â la fuerza
de las verdades, que aconseja, el dulce atractivo de la Rethorica. ¿Pero porque estos
sean tan dignos de el aplauso, nos havèmos de
tomár la licencia los Ignorantes, y los que no lo
sean, de censurár â aquellos que no pueden
executár otro tanto, quando estos podrán tenér mas
espiritu, mejor intencion, y menos ansias por sus
particulares lucimientos? No hay razòn por
sophistica que sea, que se atreva â honestar este
irreligioso atrevimiento. Nos predìcan lo que
debémos saber: nos ponen presentes los yerrros, y
nos manifiestan la virtud: pues el Entendido
arroje la paja de las expressiones humildes, la
falta de hermosura en el estylo, la debilidad de
los pensamientos; y abraze con
corazon pìo, y religioso el grano de la verdad,
que allí està mezclado, y saldrà con
aprovechamiento, y con mérito. El Ignorante calle
humilde, y obedezca gustoso, y cumplirà con lo que
le manda su Religion; que hacer lo contrario es
tenèr poco respecto â las altas verdades, que se
nos ofrecen en tan Santo lugár. Parece que oygo
las replicas de más de quatro Crìticos, de esos
que se discurren iguales â los Cicerones, à los
Demosthenes, y à los Senecas, y en la realidad de
nada están mas lejos; que dicen jactanciosos: sin
duda esta Mugèr pretende, que un Hombre de luces
muestre insensible â las ignorancias de algunos, que màs nos muelen, que nos
predican. La misma rèplica solo por la expression
de sus voces es digna de el desprecio. En la
Cathedra del Espiritu-Santo, en aquel lugár
Canonizado por el mismo Dios para nuestra
enseñanza, no se deben suponèr ignorancias,
pesadèces, ô poca gracia, si se oye con oídos
pìos, devotos, y Catholicos: y si algunas veces se
escuchan clausulas no bien explicadas, textos
violentos, ô pruebas sin relacion â el principal
objeto; todo esto se tiene como accidental, que no
varìa la substancia de lo que se debe creér, ni
obràr en una coma. Lease el Sermòn de el mas
inepto principiante, procuresse apartàr con cuydado, ô sin cuydado quanto inutil
en él se hallàre, y luego â el punto se encontrará
limpia, y brillante una verdád Evangelica, que fuè
el objeto de su trabajo: no obstante que por su
corta capacidad no consiguió adornarla, segun su
dignidad, y hermosura. Assi sin la menor duda
sucederá; pues si siempre nos predícan lo que
debémos executàr, y el modo mas exacto de
practicàr nuestras Christianas obligaciones, ¿por
què no las abrazamos gustosos, apartandonos de
nuestra inconsiderada crìtica? Pues el Enfermo,
que gradúa la eficacia de la Medicina por la
exterioridad del vaso, mas procura el deleyte de
los ojos, que la sanidad de su dolencia. Havrà muchos, que intentaràn hacerme
partidaria de una de las dos opiniones, en que
vèmos dividida la Oratoria: pero no lo conseguirán
con certeza, porque hé procurado con todo empeño
ocultàr su inclinacion: lo primero, porque no
tengo ciencia suficiente para graduàr la disputa:
y lo segundo, porque no es de el assumpto que
trato. Estas porfias entre Personas no
facultativas siempre son odiosas, y arriesgadas, y
assi nos debèmos contentàr, con oír deseosos de
conseguir el remedio de nuestras espirituales
dolencias, sin que trascienda nuestra ossadìa à
publicár las faltas de unos, por llenàr de
aplausos á los otros: èsta controversia está sugeta à Tribunal tan Superior,
que nuestra curiosidad solo le registra en
adoraciones. Mientras nos permita uno, y otro
modo, los dos havemos de recibir obedientes, sin
que la mordacidad de los ànimos viles se valga de
las passiones para la detraccion injusta pues ésta
siempre serà digna de el mayór castigo. Los que de
esta manera se entregan á murmurár de los Sermones
son aquellos que aborrecen la luz porque están
contentos en su ceguedad. En los Sermones
predicados segun su genio, ô inclinacion, halla la
verdàd, es assi: pero no lo vèn: porque divertidos
con la coordinacion de las voces, la sublimidad
de los conceptos, la estructura de la
Oracion, la multiplicidád de los textos, los
pensamientos nerviosos, la claridad de las
expressiones, como no ván á otra cosa, en esto
paran la atencion, y el fin principal abandonan,
pues como consigan los deleytados (segun su gusto
) quedan contentos: pero si oyen Sermones que no
son de su dictamen en el estylo, como no
encuentran lo que les agrada, y se les pone
delante la verdàd, porque no los halla divertidos
en otra cosa, se desazonan, y luego al punto nace
su murmuracion. No consideran en que todos los que
ocupan aquel lugàr, llevan la intencion mas alta
que se puede apetecèr: los que nos
panegyrizan â los Santos, nos delinean sus
virtudes, porque veàmos de los medios de que se
valieron, para merecèr tanto con Dios: y nos
alentèmos â practicàrlos, para sér igualmente como
ellos felices. Otros nos enseñan la observancia de
los preceptos de nuestra Ley, y el modo de cumplir
exactamente con las Divinas maximas. Otros nos
reprehenden nuestras inconsideraciones y defectos:
y nos declaran los castigos de que se hacen dignos
los delinquentes: para conseguir estos santos
fines las dos opiniones toman distintos rumbos;
pero siempre vienen á parár en un mismo punto como
â centro de todos los deseos Catholicos: por cuyas razones debémos oír
siempre atentos, y humildes las voces de los que
nos predican, sin andár murmurando de sus
accidentales faltas. Tengan todos presente, que
estos santos Hombres se desvelan, y afligen con
los estudios por nuestro bien: y que respecto â
que solo procuran nuestro beneficio, debèmos
atendèr â que el ànimo con q[ue] nos le ofrecen,
es acreedòr de los mayores agradecimientos: porque
en toda classe de beneficios no se debe atendèr â
las qüalidades, que los diferencian, sino â el
sencillo, inocente, y bien inclinado corazon de
quien los franquèa, debiendo correspondér â esta
preciosa circunstancia con un
agradecido reconocimiento. Assi lo hizo Socrates
con uno de sus Discipulos llamado Eschines: pues
siendo èste muy pobre, y viendo que los otros
Condiscipulos regalaban mucho â su Maestro,
impaciente por satisfacèr el deseo, que tenìa de
ser agradecido, [se] llegò un dia animoso, y le
dixo: Nada encuentro en mi pobreza, que siendo
digno de tu merito pueda darte cuya sola
consideracion es la que hace mi necessidad
intolerable: pero por complacèr â el ansia, que
tengo servirte, te doy gustoso una sola alhaja que
poséo, que es â mi mismo: éste dòn que te ofrezco,
aunque inutil, te suplìco no le desprecies: y
piensa, que quando todos te colman de riquezas,
les quedan muchas màs; pero à mì
ninguna otra, cosa me resta. Agradecido Socrates
un corazon tan bien inclinado, le respondiò: Esto
que me ofreces, verdaderamente lo aprecio como â
el mayor regalo: y en prueba de mi agradecmiento
pondré todo el cuydado possible, para que tu â tì
mismo vuelvas mejòr, que te hé recibido. Este es
uno de los muchos Exemplares, que nos conservan
las Historias para nuestra confusion, practicado
por Hombres, que se hallaban ofuscados con las
tinieblas de la Idolatrìa. Eschines pobre
Discipulo, cuyo caudal era solo un deposito de
buenos deseos, se ofrece à sì mismo, porque no
tenia otra cosa: y Socrates agradeciendo la
sencillèz de su corazon, y el ànimo
generoso que manifestaba en lo poco que ofrecía,
lo estimaba tanto, que en lugar de murmurár y
reirse de la oferta; se dà por servido, y le
promete su favór. Pobres son de conceptos, y
eloqüencia algunos de aquellos Predicadores, que
enseñan las verdades mas precissas a nuestro bien;
pero son ricos de deseos, por nuestro
aprovechamiento. Es verdad que son pobres de
Rethorica, faltos de methodo, y poco eficaces en
sus discursos: pero no obstante como verdaderos
Discipulos de Christo, se ofrecen à sì mismos por
servirle, exponiendose á la cesura de los Críticos
sin piedad; porque no pueden igualarse con los
ricos de entendimiento, solo por pagar en algo lo mucho que á su Maestro deben.
¿Diganme los murmuradores, será aceptado este
Sacrificio, que hacen de su sosiego, y descanso,
por comunicarnos la doctrina, segun sus possibles?
No tiene duda. ¿Pues cómo nosotros Ignorantes,
desagradecidos, y necios con tantas ossadìas
críticas despreciamos lo que admite gustoso el
Cielo? ¿Los que procuran emplear las luces que
Dios les há franqueado en nuestro mas alto
provecho, aunque sean muy cortas las que nos
comuniquen, por qué hán de ser acreedores de la
murmuracion, y de que les hagàmos objetos de
nuestras burlas atrevidas? La buena crianza, la
Claridad, y la Religion lo prueban, de que se
sigue por precissa consequencia, que aquel que
tuviere la ossadía de murmurár de los
Predicadores, cumplirá con las leyes de una buena
crianza, ni tendrà el amòr que debe á sus
proximos, ni podrà decir, que practíca las
sagradas maximas de la Catholica Religion, que
professa, pues ofende con la lenguá los que debía
venerár con el respecto.
Citazione/Motto
Beneficum non in eo, quod fit aut datur
consistit:
Sed in ipso facientis, aut dantis animo.
el Detractor que ossado, y atrevido
del Arca de la Ley toca el Sagrado, Se expone â verse necio confundido, y con grandes tormentos castigado:
que son Arcas de Dios los que predican
y guardan los preceptos que publican. Por tanto tu atencion debe emplearse, en veneràr de Dios los Oradores,
su opinion nunca llegue â guardarse
por lo brillante, el chiste, y los primores, Pues su gràn beneficio ha de estimarse, por la verdad que enseñan sus fervores,
escucha â su intencion con rendimiento
y encontrarà la luz tu entendimiento.
Sed in ipso facientis, aut dantis animo.
Senec. I. Benefi. c. 6.
OCTAVAS. Si Aquel que tocò el Arca inadvertido, pago â el instante muerto su pecado,el Detractor que ossado, y atrevido
del Arca de la Ley toca el Sagrado, Se expone â verse necio confundido, y con grandes tormentos castigado:
que son Arcas de Dios los que predican
y guardan los preceptos que publican. Por tanto tu atencion debe emplearse, en veneràr de Dios los Oradores,
su opinion nunca llegue â guardarse
por lo brillante, el chiste, y los primores, Pues su gràn beneficio ha de estimarse, por la verdad que enseñan sus fervores,
escucha â su intencion con rendimiento
y encontrarà la luz tu entendimiento.