Référence bibliographique: Beatriz Cienfuegos (Éd.): "Pensamiento XXXIV", dans: La Pensadora Gaditana, Vol.3\34 (1764), pp. 227-256, édité dans: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Éd.): Les "Spectators" dans le contexte international. Édition numérique, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.102 [consulté le: ].


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Pensamiento XXXIV

Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y de D. Manuél Ferrera, frente del Populo.

Cadiz, y Febrero 26. de 1764.Imprimasse. Dr. Cavallero.

Cadiz, y Febrero 26. de 1764.Doy Licencia para que se imprima. Villaformada.

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Carta a la Pensadora.

Niveau 3► Lettre/Lettre au directeur► Metatextualité► Querida, si no fuera por lo desazonada que me tienen los continuos atrevimientos, con que de pocos dias à esta parte se há empeñado en motejàr â las que nos vémos en la alta dignidad de Madres de familias, y â las que entre el tropèl de achaques que nos afligen, numeràmos tambien la desgraciada casualidad de tenèr Yernos, que aumenten las penalidades de nuestros años, no pensára en tomàr la pluma, y gastàr inutilmente el tiempo en consultarla: que no soy tan lega, que no discurra todo es inutil, que [228] el Mundo se quedarà como se estaba, y Vm. riyendose de haver tirado tajos, y rebeses â diestro, y â siniestro, sin temòr de recibir las resultas en premio de sus satyricos mordiscones. Pero como no será razòn, que los Señores Yernos se queden muy huecos, y ufanos cantando la victoria; y nosotras las pobres Suegras todas de montòn padezcámos los efectos del bejamen, sin procurár desquitarnos: me hé determinado escrivirla esta Carta, para que la junte con la del delicado Yerno, que tanto ponderò sus trabajos, y véa el Mundo, que hay Yernos dignos, no solo del desprecio de las Gentes, sino tambien acreedores de todas las [229] satyras, con que tantos ingenios desocupados, y malevolos hàn vulnerado el respectable honór de las Suegras.

Niveau 4► Autoportrait► Yo Hija mia de mi Alma, estuve Casada con un Cavallero de los mas galanes, que hán passeado esta Ciudad: era mi defunto Esposo muy Hombre de bien, y tan cuydadoso de sus obligaciones, que hasta los paxaritos que volaban, me traìa, por darme gusto: dexaba de quererme, y me adoraba: pero como tan bueno se lo llevò Dios en la flor de su edad, quedando desamparada, y triste con una Niña tan linda como una Estrella, y de tan buen genio como su Padre. Aunque quedè moza, y [230] no de mal parecer, con Caudal bastante, y muy pretendida de muchos, nunca quise volvèr â Casarme, porque hé tenido siempre tan presente â el que está en la tierra de la verdad, que no hè podido determinarme â hacerle tal traycion: Dios le tenga en el Cielo, que no le olvidaré, aunque viva dos mil años: y no porque soy tan Vieja, que no haya alguno que no me ronde la puerta; pero ¡Dios me libre! que primero moriré â manos de un Yerno, que dàr Padrasto â el Angelito de mi Hija, pues bastante tiene que padecer con el bribón de su Marido: y mas me huviera importado arrojarla â el Mar, que haverla des-[231]graciado tan infelizmente.

Como yo havia oìdo decir muchas veces, que â el hijo del Vecino se le limpie el moco, y se le meta en Casa, estaba creída, que siguiendo esta sentencia, que corre entre nosotras como Evangelio chiquito, podia aventurarme â Casar à mi Hija con un Hijo de Vecino, q [sic] desde su niñéz conociesse sus inclinaciones. Con esta idèa mirè con cuydado â un muchacho muy vivo, y â mi parecèr bastante havil, â el qual yà antes se havia inclinado un poco mi Theodorita, que assi se llama mi desgraciada Hija. Como yo vì las voluntades unidas, y que segun sus concertados discursos prometìa industria [232] suficiente para aumentár el Dote, y cuydàr de sus obligaciones, los Casé de la noche â la mañana, le metí en mi Casa, y poniendo en sus manos el triste sudór de mi probrecito Defunto, fiè de su conducta la conversacion de mis comodidades. ¡O Señora mia, y què tonta fuì en fiarme tan de ligero, pues quando imaginaba hallár un Hombre amante de su Muger, zeloso de la hacienda, y obediente â mis años; me encontrè con un perdído, y sin juìcio, que atento solo â sus devanéos, ponía â las espaldas todo el precisso cuydado de su Casa, y Familia!

Yo viendo que sus locuras iban en aumento, y que el nuevo Esta-[233]do no hacìa en su juìcio la menor impresion, para portarse como Hombre, y Padre de Familias, le daba repetidos consejos, y le hacìa vèr los riesgos, y perjuìcios â que nos exponìa con sus disparates: pero todo era en vano, y machacàr en yerro frio: porque si â los principios callaba, y sufrìa las riñas que le daba; despues soltando las riendas â sus ossadías, no solo yà no espera que le riñan, sino que inconsiderado nos mortifica â voces, alborota la Casa, y pone toda la Familia en confussion, de modo que nos vemos precissadas â callàr, y darle dinero encima: porque como nos há cogido el pan debaxo de el sobaco, [234] echa por essos trigos, y â toda prisa se entrega â los mayores desornes.

Ocho años havrá que estoy en este martyrio tan cruel, manteniendo con mi propio Caudal un Enemigo de mis alegrias, de mi descanso, y de mis interesses, pues en todo este tiempo no há pensado en proporcionàr un medio, que le entretenga virtuosamente, y sea â un mismo tiempo util â nuestras conveniencias: antes por el contrario es su Merced tan Cavallero, y Petimetre, que toda su ocupacion es componerse, visitàr Madamas, concurrir â las Casas de Juego, y ser el primero que assiste á las Tertulias. [235] En su boca no se oye otra cosa mas que Cazerias, Puerta de Tierra, Comedias, Alameda, Doña Inesita, Don Periquito, llamen â el Peluquero, venga el Sastre, y otras cosas de este jaèz, que â mi querida Hija quitan la vida, y â mi el dinero, la paciencia, y la salud. Para èl no hay cuydado de Casa, ni de Mugèr: si está mala, yo la curo, si pare, todo lo costèo, busco el Compadre, solicito el Ama, y le crio los hijos; y el muy bribón sin que nada de esto le dè golpe, cada dia mas niño, juega, bayla, se divierte, y está de sobra en todas partes, menos en su Casa, pues huye de ella como de la peste.

[236] Niveau 5► Récit général► Dias passados dispuso un viage para una Cazerìa, con otros tan buenas cabezas como èl, y la noche vispera de su partida, que casi toda gastò en prevenir sus Escopetas, y avios, viendo la pobrecita de mi hija, que està con la barriga â la boca, y de una hora â otra esperando el parto, que sin hacer caso de su peligro, ni de las cosas que en tales lances son precissas, preparaba su diversion, sin mas rezelo, ô cuydado, que si fuera alguna extraña, oprimida del dolór de verse menos preciada con tanto vilipendio, se le apretò el corazon, y la diò un accidente, que casi la tubimos por muerta. Todos nos alborotàmos, y llaman-[237]do â el Medico, despues de muchos remedios, volviò en su acuerdo, dexandonos advertido el Medico tuviessemos mucho cuydado con ella, porque podia repetirle el insulto: y el dichoso de mi Yerno en todo este tiempo no hizo otra cosa que dár passeos por una Sala, tal véz, y sin tal vèz sintiendo solo, que se le frustrasse su caminata: passamos la noche desveladas, y el niño bonito durmiendo, que yo creo, que si el accidente huviera dado â uno de sus Perros de Caza, que mas inquieto se huviera mostrado. Llegò el dia siguiente, y apenas fuè hora de que abriessen las Puertas de la Ciudad, quando cargando con todos [238] sus peltrechos, y diciendonos que si se ofrecìa algo, que le avisassen, con un â Dios, que esto no ha sido nada, dexò â su Mugèr envuelta en lagrimas, y â mi llena de colera, de dolòr, y sentimiento. ◀Récit général ◀Niveau 5 ◀Autoportrait ◀Niveau 4

¿Vèa V.m. ahora Señora Pensadora, si todo quanto malo han hecho las Suegras podrà llegàr â esta crueldad? Y aùn con este nombre no explico bastante tal especie de ingratitud. Grite V.m. y murmure contra nosotras, llevada del corriente abusso de los Poetas, pues todos como locos de una especie, todos se han empeñado en malquitarnos en sus satyras con el Mundo, y hacer odioso nuestro venerable nombre. En medio de mis [239] trabajos, por dár alivio â su porfia, he ojeado algunos Libros, pero nunca he visto nada escrito contra los Yernos, siendo tantos los que acompañan â el mio en sus propriedades, que si se intentàran numeràr, se havia de acabàr primero la paciencia, antes que se finalizasse la quenta. Escriva Vm. contra nosotras con tan poco amor â el Sexo, y tantas ponderaciones de nuestros defectos: pero no se excuse de poner con aquel mal fundado Pensamiento de las Suegras esta Carta: para que conste que hay Yernos, que sin tener un peso con que alimentarse, y hallandose Casados con Mugeres, que sin ser feas, son Nobles, Ricas, y [240] de buenas propriedades: viendose estimados con respecto de su familia, queridos, y tratados como hijos de sus Suegras, sin que sus Mugeres codicien nunca las diversiones de moda en q [sic] otras de su esphera se entretienen; antes por el contrario (â lo menos de la mia lo puedo assegurar) quanto mas las aborrecen, mas les veneran: quanto peor las tratan, mas los regalan: y quanto mas huyen de darlas gusto, mas se desvelan en solicitarseles estos mismos sin empleo, sin industria, ni habilidad para nada, en el juego, en passéos, en bayles, y en sus galas consumen los crecidos dotes de sus Mugeres, sin que una vèz sola se muestren agra-[241]decidos, ni dèn señas de que estiman todo el dominio, que se les permite, no solo en nuestros caudales, sino tambien en los alvedrios. De V.m. esta Carta â el Pùblico, para que éste véa, que hay Suegras que se quexan con razón, y que tienen Yernos necios, impertinentes, descuydados, y locos: y que ellas son prudentes, cuerdas, sufridas y calladas: que aunque habrá muchos que duden esto ultimo de nosotras, muchos mas espero seràn los que mirando con reflexion el assumpto, haràn justicia desapasionados â mis sentimientos: y yo serè la primera Suegra â quien la hayan concedido razón en sus quexas. Añada V.m. sus re-[242]flexiones, y dè â tantos malos Yernos como viven en el Mundo un sepan quantos, como de su pluma. Dios guarde â V.m. muchos años.

Su Servidora.
D.S.M.C. ◀Metatextualité ◀Lettre/Lettre au directeur ◀Niveau 3

Respuesta.

Lettre/Lettre au directeur► Muy Señora mia: V.m. ciertamente se ha explicado tan â la perfeccion, y ha pintado los motivos de su quexa con tan vivos colores, que me ha movido â lastima, y me ha hecho retrocedèr de la tal qual ojeriza, que conservaba contra las Suegras: pues yo con todo el Mundo discurría, que nunca pudieran Señoras de tan reverendas [243] canas tenèr motivos para formàr sentimento contra nadie, y mas contra sus Yernos, que por lo regulár (segun se oye todos los dias) son los que lloran, los que sufren, y los que padecen de mal de Suegra, sin encontràr especifico en la Medicina, que los liberte de este achaque: pero yà gracias à esta Carta, miro con notable gusto una Suegra, que se lamenta justamente, y à un Yerno inconsiderado, que la mortifica: por cuya causa intento responderla sin pèrdida de tiempo, para que tenga el gusto de vér, que su razòn se hace à todos patente.

¡Valgame Dios, Señores Yernos, que hayan Vms. dado lugar con sus imprudencias, â que las Señoras [244] Suegras tengan sobrada razón para quexarse de su proceder: y para que las satyras, que desde la mas lejana antiguedad hacen ridiculas sus imprudencias, vuelvan la punterìa contra sus acciones, y les pongan por blanco de sus tiros! Ciertamente que lo dudára, si no lo viera presente: y no tienen que replicarme con que es fingido este assumpto, porque â la verdad â poca diligencia que se ponga, se verà repetido en la experiencia.

Tengo dicho de los Maridos que abandonando el cuydado de sus Casas, se entregan â diversiones que los impiden cumplir con las obligaciones de su estado. Tambien tengo hablado sobre los ocio-[245]sos, que sin determinarse â buscár algun modo (segun su condicion) para vivir, passan la vida en una inaccion mal vista, y arriesgada â todos los vicios, que se pueden imaginàr; pero no hè discurrido sobre el assumpto de los que teniendo la felicidàd de hallár Mugeres honradas, y ricas, no solo las estiman; sino que por el contrario las tratan ruinmente, y desperdician en locuras el Caudal, que les entregaron, para que zelosos le aumentássen, ô â lo menos no le disminuyessen: siendo por esta causa la ruìna de sus Familias, y el fomento de los mayores odios.

¿Què razòn podrà tenèr, para no portarse agradecido, y juìcioso [246] un Joven, que casando con Muger rica, y prudente, entra en su Casa desde el primer dia â ser el objeto de las adoraciones, y â vèrse obedecido como Dueño, no solo de su Mugér, y Familia, sino tambien de la Señora legitima de aquellos Bienes, que movida de la contingente esperanza de que sabrá cumplir como Hombre de juìcio, le hizo voluntaria entrega de su Hija, y de los interesses que juntò su Defunto Esposo, tal véz con muchos trabajos, y desvelos? Es hasta donde puede llegár la locura, y el poco miramiento de quien se precia de racional. El dia que se dispusieron â recibir por Muger â aquella infelìz, se colocaron en el [247] lugar de Hijos respecto de los Padres de su Esposa, y como tales los deben tratàr, reverenciàr, y servir. Esta es una obligacion, que à todos los Casados les obliga, ahora sean mal acondicionados los Suegros, ô no lo sean: basta que sean Abuelos de sus Hijos, para que los respeten como Padres: porque para lo contrario, por mas motivos que pretexten, nunca hallaràn razón, que pueda honestàr su irreverencia. Pues si tanto aprieta esta obligacion, que à todos se les deben tributàr estimaciones: con quanta mayór causa à aquellos que adquieren con sus modos, y cariños el dulce nombre de verdaderos Padres? ¿Y si á esto se une la circuns-[248]tancia (que no es despreciable) de colmár â sus Yernos de riquezas, y colocarlos en una fortuna, y elevada dignidad: qué no deberàn hacér, para mostrarse agradecidos à tantos favores?

Yo bien sé que esta Carta moverà la question, de quien tiene mas que agradecèr: la Madre que halla un igual suyo, à quien entregàr su Hija, aunque possea gruessa hacienda: ô el Yerno, que mirandose sin las proporciones correspondientes, aunque de la misma calidad, encuentra Suegra, que le dà su Hija, y por aditamiento el interès de un crecido Dote. Una, y otra opinion he visto defender, pero siempre hablando de los Yernos, que saben [249] cumplir con su obligacion, y son capaces de fomentàr, y conservàr las haciendas, que les entragaron: pero de los descuydados, y ociosos que no tienen industria, ni la solicitan para adelantár el Caudal de sus Hijos, de estos no se habla en la qüestion, porque estos deben sér tratados, no como utiles, y bien quistos à sus Suegras; sino como Hombres viles, acreedores del desprecio, y dignos del mas cruel olvido.

En pocas partes del Mundo se vè con mas frequencia este desorden, que en esta Ciudad. Es grande el número, de los que abandonando los despreciables lugares de su nacimiento, obligados de la na-[250]tural miseria de sus Países, y sin mas arbitrios que una crianza bastante humilde, y muchas ganas de juntar Doblones, se amparan de esta Ciudad, los que á pocos años de vivir entre nuestras patrias abundancias, se acostumbran tanto á las profusiones, que sin dificultad exceden à los mismos Naturales en las prodigalidades, á las que con dificultad pueden subvenir sus industriosas ocupaciones. Para poder sustentàr la elevada Torre de vanidad, que hàn fabricado en los dilatados Campos de sus inconsideradas idèas, solicitan una util alianza que conseguida, se entragan à el juego, las diversiones, y los passéos y sin hacer caso de sus Mugeres, ni [251] tener respecto á sus Suegras, en quatro dias consumen crecidos Caudales, que como no les costò el trabajo, y afán de juntarlos, los miran con indiferencia, y precipitandose cada vèz mas en sus extravagancias, no cessan la inexperta carrera de sus locuras, hasta que destruyen las esperanzas de aquella desgraciada Familia: y despues acogiendose à el comun asylo de los perdídos, se embarcan para la America: cuyas infelices consequencias tengo yà bastantemente ponderadas en otro lugar. ¿De qué están dignos estos inconsiderados, que perdiendo el temór á su honra, el respecto á sus Padres, que tales son los Suegros, se dexan arrastràr [252] del vano resplandòr de las indebidas profusiones? Ciertamente deberìan ser tratados como enemigos de la Patria, y traydores contra su misma Sangre, pues con su falta de reflexion, no solo privan à la Republica de tantos Vassallos utiles quantos son los Hijos, que exponen á la pobreza vergonzosa; sino tambien entregan vilmente en manos de los mayores contrarios de su honòr, las mas fuertes defensas que le mantienen indemne, arriesgando en el ancho campo de la necessidad su quietud, su descanso, y su fama: y abandonando con tan viles operaciones, no solo el casto amor de su Esposa, y el Maternal cariño de las Suegras: sino tambien [253] la estimable proporcion, ayudados con aquel Caudal, de aumentár, ô principiar el lustre de su Sangre, proyectando Empressas, que los puedan sacár de la classe de particulares. Estos bien sè què castigo merecian: pero no es mi Pensamiento Tribunal competente para dar sentencias difinitivas: me contento siempre con afeár quanto queda el abusso, para que se determinen à huírle, los que infelizmente se hallàssen en él comprendidos.

Yo quisiera â Vms. Señores Yernos afortunados, mas prudentes, y que yà que hán encontrado con Suegras dociles, juìciosas, y experimentadas en el manejo de la Casa, [254] y Caudal, que sin avergonzarse se sujetassen discretamente â su dictamen, para sabér acertár mejor en el govierno de su Familia, y en el arréglo de los domesticos interesses; es muy distinta la economía de una Casa â la de otros exteriores manejos: hay muchos Hombres, q [sic] llenos de capacidad sabrán governár una Republica, y no acertaràn â dár la menor orden en utilidad de su Familia: porque en aquel govierno la gloria del acierto les aparta de sus torcidas inclinaciones; estas vencen violentas â las utilidades de su Casa: por esta causa despues de havér huído los Yernos de todos los precipicios ponderados, deben sujetarse gustosos, quando logran la fortuna de conseguir Suegras discretas, y juíciosas, â tomár modélo de su experiencia, pues esta es la Madre de los aciertos. Es siempre la Ancianidad más considerada, y reflexiva en sus acciones: pesa las cosas antes de excusarlas: â el contrario la Juventud con el ardor natural, que la domína no previene inconvenientes, y se arroja desprevenida: por èsta razón los Joven-[255]es Casados, que se vèn de un golpe con Caudales crecidos â su disposicion, se deben acordár de que son proprios de sus hijos, â quienes siempre deberàn restituír si se los malgastan: y no se desdeñen de venerár â unas Suegras, que les han colmado de tantos favores: ni de solicitár, y observàr sus consejos: porque siempre la hermosa Virtud de la Prudencia tiene su proprisima havitacion en el entendimiento de los Ancianos, desde dónde, como de un resplandeciente Sol, eparce los rayos de sus discretas maximas: pues la Mozedad, es precisso que para que obre prudente, haga un virtuoso esfuerzo contra toda la corriente de su natural impetuoso: razón bastante para que los Jovenes se sujeten, y veneren â la respectable Ancianidad como Madre, y Señora de las acciones virtuosas. De esta manera respectada deseo se llegue â mirár de su Yerno, para que de una véz dén punto sus pesadumbres.

La Pensadora. ◀Lettre/Lettre au directeur

[256] Citation/Devise► A sene consilium quæras, prudentia rerum
Et illis, sine qua curia quæque perit.

Mich. Ver. pag. 30.

SONETO.

Ya que el Cielo te diò Suegra juìciosa,

que â manos llenas siempre te ha servido,
verneràla cortès, y agradecido
como â Señora, y Madre generosa:

Nunca â la ancianidad respectuosa

le niegues el honòr que le es debido,
ni burles su experiencia fementido,
ni la huya tu sobervia jactanciosa:

Pues si la Juventud precipitada

de los Ancianos el consejo olvida,
se verà entre los yerros desvocada:

Serà necia, imprudente, y presumida,

pues de su bien se alexa descuydada,
y se acerca â mirarse destruyda. ◀Citation/Devise ◀Niveau 2 ◀Niveau 1