La Pensadora Gaditana: Pensamiento XXVII
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Pensamiento XXVII
Cadiz, y Enero 7. de 1764
Imprimasse. Dr.
Ortega.
Cadiz, y Enero 7. de 1764
Doy Licencia para que
se imprima. Villaformada.
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Metatextuality
Nunca llegaron las esperanzas
de mi Pluma à tan alto grado, que se prometiessen la
duracion de mis tarèas tanto tiempo; pero V.m. Señor
Público, por un efecto extraordinario de su desusada
condescendencia, hà dado, con la continuada lectura â
mis borrones, nuevos impulsos para que no desmaye en la
carrera; antes por el contrario, viendo su aceptacion,
miro con mas amòr mis reflexiones, porque serìa
insensible â el aplauso, si viendole tan permanente en
su voluntad, no diera alguna vèz lugár en mi pecho â
este honroso premio de un verdadero deseo de hallàr el
acierto. Esta benignidad, que en mi inteligencia, la tengo por hija de mi delicado Sexo, y no
del mèrito de mi obra, me pone en una nueva obligacion,
de procurár con todo el podèr de mis cortos alcanzes,
satisfacer el gusto de los que me favorecen con
discursos utiles, interessantes, y precisos â la
regularidad de las costumbres, y â la buena harmonìa de
la Sociedad discreta. No me detendrè en la extravagante
delicadeza de algunos, que ponderan como faltas del
objeto principal de mi empeño, el que disserte assumptos
generales â todo el Mundo, porque me aparto (dicen) de
criticàr los peculiares de Cadiz: como si Cadiz, donde
se mira abreviado el Universo, no será la mas
comprehendida en estas generales
preocupaciones, y la que necessitarà mas que otra Ciudad
de su correccion: yo assi lo imagino, y creo que los mas
seràn de mi dictamen. No por esto olvidarè á mis
Paysanas, y Paysanos, les debo mucho para que los aparte
de mi memoria: pero esto serà â su tiempo, porque los
espèro muy abundantes de causas dignas de reflexion, y
me parece que no pueden tardàr, y entonces harà el
deseado efecto la crìtica, por caèr sobre mas recientes
motivos sus instancias: pero por dár gusto â estos
Señores delicados, tratarè sobre las Modas, en cuyo
defecto se lleva nuestra Ciudad la gala: pero no esperen
que saque la Espada, determinada â combatir
este Idolo, tan apetecido de todos, hasta arruínarle
enteramente; no es este mi intento: procurarè sì
desnudarle de las adoraciones ridiculas, y las
sumissiones extravagantes, con que los Modistas de
primera classe le tienen adornado, para hacerle mas
apetecido de su beleydad: corriendo las cortinas que
aparentan representarle Deídad, y manifestarle â todos
en el sencillo estado con que es admitido de aquellos,
que no estando reñidos con una buena crianza, solo
apetecen sus maximas, quando se adequan con la seriedad
discreta, para hacerse mas utiles â la venerable
Sociedad.
De esta causa tan natural â todos los
Hombres, se siguen los repetidos efectos de
apetecer la novedad, y este natural apetito vivirà
en nosotros, hasta que consigàmos aquel ultimo
fin, á que se deben dirigir todas las lineas de
nuestros deseos, que es la virtud, y el premio de
su práctica en la eternidad. Segun lo que tengo
dicho, parece que intento disculpàr la Moda, y no
hacer crìtica de sus ridiculeces, pues busco
tantos pretextos, para disculpàr lo voluble de sus
inclinaciones: pero se deben todos hacer cargo,
que no hablarè contra las Modas, como tales,
porque éstas son indispensables, y solo se podrà
conseguir su exterminio, quando se halle el Mundo sin vivientes, porque mientras
haya racionales, y los siglos hagan su ordinario
curso, havrà diferencia en los trages, y en todas
las cosas accidentales de la tierra; y assi
pretendèr lo contrario serìa una ignoracia
declarada. Supuesto que la Moda, ò la inclinacion
â lo moderno es innata con nosotros mismos, resta
sabèr, quando serà culpable, y quando su uso será
medio para concurrir à el beneficio de la
Sociedad; y de éstas noticias sacarèmos un mèdio,
para sabér conducirnos por entre los dos extremos
delincuentes, que son, el amarla con locura, y el
despreciarla con ridiculèz, quedando de èsta
manera constituìdos en un estado
racionál, discreto, y correspondiente á la
seriedad de un entendimiento no preocupado: para
que assi podámos usár de la Moda, sin
precipitarnos á las extravagancias que los
modistas rigorosos practican: regulando cada uno
este discurso según su estado, y caudal. Se debe
entendèr, que quando hablo de la Moda, es de
aquella que no se opone à lo honesto, y a la
regularidad de las costumbres; porque de èsta
ultima, su desorden es el pensamiento màs eficàz
que la combate. Es cosa lastimos, y que hace
temblàr á el discurso más constante, el vèr la
vergonzosa tenacidad con que las Señoras, y
Señores Modistas rigorosos se
desvelan en indagár hasta las menores
circunstancias de los trages Estrangèros, para ser
los primèros que en su Patria se manifiesten à el
Público con la nueva figura de adorno, y hacerse
risible norma de todos los demás. Ciertamente, que
ésta sola prueba dà bien claro á entendér la
debilidad de su entendimiento, y lo inutiles que
son á la Sociedad, que se páran tan de assiento en
unos accidentes, de que menos havian de cuydàr:
pues todos los que procuran adquirirse la
estimacion comùn, por mèdio de el nimio cuydado de
sus galas, confiessan con èste mismo, que sus
costumbres, ni sus prendas son dignas
de aprecio, y que solo se pretenden con aquellos
inutiles requisitos adquiridos con pèrdida de su
dinero, y dé su juicio. ¡Qué bellas ganancias
sacan de sus Modistas aprehensiones! Y no piensen
que son pocos los que assi discurren, porque el
abusso de la moda tiene tantos enemigos, quantos
desengañados, y Hombres de juicio viven en el
Mundo, y aunque la embidia los minore, no por esso
dexarà su nùmero de sér crecido. Es preocupacion
digna de risa, el vèr que un Hombre que pudiera
empleàr la pluma en assumptos importantes, la tóme
para solicitar de las principales Cortes de la
Europa la noticia de la ultima Moda,
pedir sus discripciones, las que las màs veces
vienen abultadas en figuras: y luego con
aceleracion admitirla en su voluntad, sin advertir
si es molesta, deforme, ridicula, ò contraria à su
persona: en nada repàra, sea Moda, y màs que venga
bien, ó mal à su cuerpo, que todo lo disimula el
nuevo estylo. ¡Valiente ignoracia! ¿Las Señoras
que son las que se hallan en la possession de
presentarse bien prendidas, y procuràr dexarle vér
de un modo agradable, honesto, y ayroso, no es
disparate, que por solo el capricho de la nueva
Moda, abandónen antes de tiempo aquellos usos, que
las hacian tanto favòr, y admitan
otros distintos, que vèr de aumentarles la
hermosura, se la desminuye, y las hace
desagradables à los ojos de todos? No tiene duda.
Otros hay por el termino opuesto (y no son
pocos) que aborrecen el nombre de Moda, como si
fuera el errór mas contagioso: â estos es muy
bastante el que les digan, que el comèr es Moda,
para que se dexen morìr de hambre por no ser
modistas: y èste es un dilirio tan malo como el
primero.
De estos dos terminos opuestos, se nos
presenta à la vista un medio discreto, y virtuoso,
que nos dá reglas para sabèr quando debèmos apetecer la Moda, y quando despreciarla:
porque siempre que con un recto discernimiento nos
conduzcàmos en este assumpto, y en todos los
pertenecientes à nuestros estylos, serémos utiles
à la Sociedad, y la harèmos más agradable, y
apacible. Tenèr una propension de Campanario, que
está prompto à el màs leve viento de la novedad,
apeteciendo con ansia los nuevos tages, sin
estimàr en ellos màs particularidad, que el
accidente de nuevos, es una locura, y es fiar su
gusto, è interesses de la voluntad agena, y de los
juícios menos conformes con la razòn. Obstentàr un
odio sin termino á todo lo que es Moda, sin màs
motivo, que el que lo sea, y sin
refelxionàr en las utilidades que se pueden seguir
de su uso, à la decencia, ó á la libertad de
nuestro manejo, es una rusticidad forrada en una
grossera ignorancia. Buscàr el mèdio entre estos
dos extremos, sin hacer caso de la ligereza de
unos, ni de la terquedad de los otros, es procedèr
según todas las reglas de la más instruída
racionalidad. Assi como es un defecto grande mudár
trages todos los meses, sin mas intencion, que dár
gusto â la S. D. Moda, es tambien delito digno de
reprehension amàr con ciego empeño aquellos
estylos, que yà por antiguos, y no comunes son
desagradables â la vista. Pero el que quiera portarse con prudencia, deberà dàr
acogida à la Moda, siendo decente, quando su uso
se halle bastantemente introducido entre aquellos
Sugetos de caractèr, y sensatos, que deben ser el
exemplár de nuestro procedér: y no apartarse de
èl, menos que no concurran iguales circunstancias.
Porque à la verdad, Sr. Pùblico, pretender una
permanente duracion, en todo lo que depende de lo
vario de nuestra voluntad, es querér un
impossible: ¿y si nò diganme: qué se han hecho las
calzas atacadas? ¿Donde se han escondido las
Golillas? ¿Y donde està tanta diversidad de
Vestidos como nos guardan, y conservan las
Pinturas? Todos estos, sin duda,
perecieron à manos de nuestras naturales
inclinaciones, que nunca contentas con lo que
posseen, buscan en la diferencia la quietud y la
satisfaccion, que no se hàn de hallàr mientras
seamos viadores. ¿Pues si por todos los Siglos se
hán visto éstas mudanzas, y no solo en los
Vestidos, en las Casas, sus adornos, en las
cortesìas, y en la Politica, si no tambien en
nuestro mismo Idioma, que insensiblemente và
siempre mudando, y admitiendo diferencias: para
què es continua oposicion contra las Modas en
comun, si es aborrecèr nuestra misma naturaleza?
Ridiculizen, y motejen á los que hacen odioso
estudio de èstas extravagancias, quando se les vèa incurrir en los extremos
delinquentes: pero censuràr â las Damas de
estimacion, y ricas, y â los Hombres distinguidos
porque visten de Moda, arreglandose â sus
possibles, y estado, y sin detenerse en frioleras
despreciables, porque tambien les notan, que
algunas veces reciben con alguna brevedad el uso
moderno, porque en su comodidad conocidas
conveniencias, es una delicadeza digna de
compassion, y mas propriamente de la risa: porque
los Hombres, y Mugeres, que viven en el Mundo,
precissamente hàn de vestirse, y adornarse cada
uno con respeto â su Caudal, y distincion: y con
tal que se arregle â la mas escrupulosa decencia:
que sea de esta manera, ô de la otra es una
qüestion puramente de nombre, que en nada se opone
â la mas circunspecta seriedad, ni â el emplèo mas
alto: pues todo lo que se adeque con la eleccion
discreta de apetecer el medio de proporcion entre
dos extremos defectuosos, tirando una linea la
razòn para no precipitarse, ô por ligereza, ò por
tenacidad, en este caso estarà la Sociedad
contenta, y seràn los que assi se porten dignos
Hijos de su estimacion, y promoveràn sus sociables
interesses â el mas alto grado del aprecio.
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General account
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Allegory
Es la Moda del uso
en los trages, ô la continua variacion
de idéas en nuestros adornos, hija de aquella
inquietud de nuestro espiritu, con que siempre
apetece lo mejor, y aquel continuo anhelár por lo
mas perfecto, deseando que todo quanto se le
presenta por objeto de los sentidos, llene los
vastos espacios de su entendimiento, que como de
tan alta esfera, nunca halla satisfechas sus
ansias con quanto se le propone para su recrèo: de
lo que nace la prompta nausea en lo posseído, y el
inmediato anhelàr por lo nuevo, esperando
falsamente el poder dàr el imaginado descanso â
sus esperanzas: y como nunca consigue esta
felicidad, revuelve idèas, fomenta discursos,
emprende fortunas, y siempre engañado
gasta la vida en buscàr estabilidad en la misma
inconstancia: assi como el Passagero, que
anhelando siempre por el amado sossiego de su
Patria, y el dulce cariño de sus Parientes, ni la
amenidad de los Campos, la novedad de las
Ciudades, el continuo placèr de las diversiones,
que solicita, la libertád, y regalo de las
Possadas (hablo de las buenas) ni la variedad de
Gentes, que trata, nada le aquieta, todo le
desazona, y en ninguna parte halla contento, y
assi siempre impaciente â impulsos de aquel oculto
deseo, que le molesta, discurriendo hallár remedio
â su inquietud, muda todos los dias de objetos, y
nunca consigue el apetecido sossiego.
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Example
Concurre á una
Visita, bien peynada, y con un Vestido ayròso, el
qual éstylo aún no quenta su duracion por meses; y
apenas despues de las cortesias ordinarias, en que
se gasta algún tiempo, principia la conversacion,
quando mueve el comùn assumpto de las Modas, y con
una vóz triste, y melancolica le dice à Jesus,
querida, y què lastima! ¡que una Madamita de su
porte tenga tan mal gusto, que se peyne, y se
vistan tan ordinariamente! Por Dios que no se quite el credito, que tiene adquirido
de Petimetra: ¿No repára V.m. que yá esso no es de
Moda, que es una vejèz? ¡Valgame Dios (responde)
pues si apenas llegaràn à ocho veces las que me hé
puesto éste Vestido, y el peynado es el que ví à
la que vino de la Corte, havrà seis meses, còmo me
dice V.m. que es vejéz! pues bonita soy yo para
vestír à la antigua, que primèro no saldré de mi
casa en un siglo que tal execute.¿Pues no há
reparado Vm. mi alma (la réplica) à Madama
Polonia, que llegò havrá quince dias de Parìs, què
manera tan discreta de peynarse, y què bello gusto
de Batas que trae? Pues ya todas las
màs procuràmos imitarla, y ciertamente que trae
las Modas más Marciales, que hè visto en mi vida,
y que à todas les sientan bien, y assi es
precisso, que Vm. no sea menos, porque no sé que
murmuràr á los que la conocen. Assi lo haré
(prosigue la conquistada) aunque se me pierdan
tres Batas que tengo nuevas, como la que traygo
puesta: si amigas, lo priméro es la Moda, y andàr
con el tiempo por no parecer gente ordinaria.
¡Estraña ridiculéz! Esta es la Moda reprehensible,
y ésta es la que trae las cabezas de sus
apassionados llenas de extravagancias, y los
obliga â gastàr sus Caudales, y no pocas veces los
agenos, inutilmente por seguir la
caprichosa beleydad de esta locura.
Level 5
Example
Miran estos, ô
éstas â una Señora de distincion prendida, y
adornada regularmente, segun su estado: y à un
Hombre de emplèo distinguido, que menos lo
extravagante, en lo màs essencial sigue la Moda
comùn; y es bastante estos motivos para que gradúe
à uno, y à otro de monos, y forme el
peór concepto de sus juicios: ¿y si es Oficial de
mèrito? Aquí entra una crítica tosca, ordinaria, y
que manifiesta claramente su siniestra
inteligencia, y las más veces su obsura educacion.
Yo quisiera preguntar á estos ignorantes
Anti-Modistas, ¿cómo quieren que se vistan todos
aquellos, que por su nacimiento, empléo, y
circunstancias deben componér la màs racional
parte de la Sociedad? ¿Si vieran estos mismos que
un genio extraño, atrincherado con la necia
defensa de à lo Español antiguo, saliesse à la
calle con su vigote de à tercia, su ferreruelo,
sus calzas acuchilladas, sus medias de pelo, y
zapatillas con lazos, ò rosetas por
hevillas, y un sombrerillo como un cubilete, què
dirían? ¿Les parecerìa bien aquella ridiculéz?
Estoy en que nò: porque regularmente murmurarían
con razón, que era un Hombre insensato, pues
pretendía distinguirse de todo el Mundo, que yà se
hallaba olvidado de aquellos trages. Ahora bien,
vaya otra preguntita, Señor Crìtico: ¿Vm. còmo se
viste? Aquì està su respuesta:
¡Bella respuesta! ¿Con que lo que es en él
insensiblidad, falta de gusto, y tal
vèz defecto de : : : : : (vámos adelante) quiere
dàr por regla para todo el mundo? Bueno estuviera,
si se governàra por su cabeza. Pero quiero hacerle
otra preguntita, que tal véz me dispensarà la
molestia: ¿Vm. Señor aborrecedòr de lo Moderno,
defiende que su modo de vestirse es el mejòr, y el
que se adequa màs con la seriedad de un racional,
y hace mas harmonía con nuestra hermosa
configuracion? Se lo concedo todo de buena gana:
¿Vm. será Panegyrista de todos aquellos, que
perfectamente le imiten en tán serio modo de
vestirse? No tiene duda: ¿luego si consiguiera Vm.
que todos se vistieran de la misma
suerte, en un instante se hallaba con el honór de
ser fundadòr de una Moda, y por consiguiente
vestido rigorosamente à el uso; y en èste caso se
vería precissado à buscár trage nuevo, porque de
lo contrario estarìa de Moda, y se verìa expuesto
â la nota de cabecilla, y de tenér poco juício?
¿No sucedería ésto Señor mio? ¿Y lo defectuoso de
este trage en qué consistiría? Yo quisiera que me
respondieran algunos de estos antagonistas à bulto
de las Modas, sin otro motivo, que porque oyen
hablàr contra las Modas, sin pararse à distinguir
entre las honestas, y las delinquentes: todo lo
miran à montón, y gritan contra las Modas, como si supieran què cosa era Moda. Me
acuerdo quando nosotras usabamos los rodetes, las
mechas, y otros muchos peynados de esta especie, y
que las opuestas, armadas con su fundita, y su
lacito à el tronco del pelo se contentaban:
revistiòse la Moda de Neròn contra los pelos, y
despachando à Mons. Papillote con amplios poderes
para trasquilàr á la mas pintada, transmutò
nuestras cabezas en ancas de borreguillos: y luego
à el instante se puso la murmuracion su rodetito,
y sus mechas, y principiò à tiràr satyras contra
la cortedad de nuestros pelos: han vuelto los
pelos â logràr algun descanso en nuestras cabezas, y yà todas estàmos de Moda sobre
dos dedos mas, ô menos. ¿Y esto no es andár â la
Moda, con la diferencia, que es por la parte
opuesta? Creo que sì: soy de parecer que este
aborrecimiento à las Modas racionales nace de
falta de gusto, y sobra de ignorancia. Hablo
siempre de aquellas honestas, y discretas que se
regulan à la calidad, y possibles de los Sugetos,
y que no la exceden, ni en lo costoso, ni en lo
decentes: porque se passan de esta linea, siempre
serán tenidas por defectuosas.
Level 6
Selfportrait
Yo no soy
escrupuloso, cayga como cayesse, que la peluca
estè larga, ò corta, el sombrero grande, ó chico,
la casaca de qualquier manera, todo para mi es
bueno, porque yo no soy Modista, ni Petimetre.
Citation/Motto
Adhibenda est munditia non exquisita nimis:
sicut
fugienda agrestis negligentia. Eadem ratio est
habenda vestitus: in quo, sicut in plerisque rebus,
mediócritas optima est.
â un buen juìcio le causa tanto enfado,
como el mas tosco, y rustico descuydo. Ser un Narciso siempre presumido, es defecto de todos censurado
y ser un Polyfemo desaseado,
de todos es estremo aborrecido: Por esso la Razòn dicta advertida â lo que màs contenta se acomoda,
sin que llegue â mirarse arrepentida: Y assi tu inclinacion, tu industria toda en un buen medio llevala instruìda,
y andaràs con razòn, pero de moda.
fugienda agrestis negligentia. Eadem ratio est
habenda vestitus: in quo, sicut in plerisque rebus,
mediócritas optima est.
Cicer. 1. offic. n. 130.
Soneto. La nimia pulchritùd en el vestido, teniendo el corazon â èsta entregado,â un buen juìcio le causa tanto enfado,
como el mas tosco, y rustico descuydo. Ser un Narciso siempre presumido, es defecto de todos censurado
y ser un Polyfemo desaseado,
de todos es estremo aborrecido: Por esso la Razòn dicta advertida â lo que màs contenta se acomoda,
sin que llegue â mirarse arrepentida: Y assi tu inclinacion, tu industria toda en un buen medio llevala instruìda,
y andaràs con razòn, pero de moda.