La Pensadora Gaditana: Pensamiento XVIII
Permalink: https://gams.uni-graz.at/o:mws-091-152
Livello 1
Pensamiento XVIII
Livello 2
Livello 3
Metatestualità
Que sea tanta la actitud de mi
discurso, que siempre ha de excitar en mi idea
pensamientos tristes, y melancólicos, sin que se ocupe
en otra cosa, que en indagar descuidos, para pronosticar
desgracias! ¡Estraño empeño! ¿pero qué he de escribir,
habiendome propuesto por objeto la correccion de abusos?
Yá me es indispensable seguir este método, y asi, no hay
que estrañar, que siempre corrija; pues una Pensadora,
que solo discurre en buscar defectos, no se habia de
poner à hacer Panegyricos à los mismos errores, que
procura desterrar: he dicho, y tengo
conocido, que es dificil empresa; ¿pero si yà he
principiado la obra, no fuera delito en mì el dejarla
imperfecta, solo por el vano temor de que sean inútiles
mis reconvenciones? Todos me culparìan esta
inconseqüencia, no tiene duda, y me tratarían de
cobarde, viendome soltar la pluma en el mayor ardor de
mi empeño, quando tengo dicho en otra parte, que
solamente la enmienda de un individuo, será abundante
satisfaccion de mi trabajo. Esto supuesto, no parecerá
estraño, que mi crìtica, no contenta con exercitar sus
esfuerzos dentro del recinto de nuestras Murallas, salga
alguna vez à desenfadarse à el Campo, y registre quanto
sucede en las diversiones, à que tan freqüentemetne se entregan mis Conciudadanos en esos
Pueblos, que son las mas veces el principio, la ocasion,
y el motivo de las mayores desgracias. No quisiera que
me llamáran atrevida, por determinarme à poner tachas en
unas diversiones, que todos à una voz canonizan por
inocentes, y gradúan por precisas para el alivio de los
cuidados: lo primero, nunca podré conceder; y lo
segundo, lo permitiré con algunas restricciones, que son
precisas para que se verifique el supuesto. Quien
quisiere notar por menor los desordenes, inconvenientes,
y ruinas, que se originan de estos Paseos, siga los
rasgos de mi pluma, que à poca diligencia verá como en
un Mapa, que aquel imaginado pais, que buscan para alivio del ánimo fatigado, descanso de las
continuas tareas, y preservativo para la salud, es un
pais donde se encuentran à cada paso otros menos nobles
cuidadados, que oprimen el ánimo mas desembarazado, el
aumento de las fatigas, y los continuados desordenes,
que arruinan, estragan, y destruyen la salud mas
robusta. Conozco muy bien, que es imposible à los ánimos
mas aplicados el entregarse continuamente à las tareas
precisas, sin dár alguna vez un desahogo à las
continuadas molestias, que trae consigo la carga de las
obligaciones de cada estado: es forzoso que estos mismos
que gastan la mayor parte del año en el gyro de los
negocios, de que dependen sus intereses, en algunos
tiempos descansen de estas fatigas,
buscando en la amenidad de la campaña algun alivio à lo
cansado de su espiritu, para que se vigorice, y aníme à
volver à un trabajo, que saben por lo regular les ha de
durar lo que la vida. A las damas, que por la
constitucion de su delicado sexo, guardan casi siempre
una continua clausúra dentro de sus casas, es muy útil à
su salud, y à sus cuidados, que tal vez busquen en la
libertad del Campo el abandono de las ethiquetas, y se
entreguen à una sociedad menos afectada, para dár algun
descanso à su ánimo, y un esparcimiento agradable à la
indispensale pesada carga de sus obligaciones; pues
nunca facilmente se consigue vivir con la cuerda de los
cuidados muy tirante, sin desmayar el
valor mas robusto en la mitad de la carrera. Todo esto
conozco, y bajo este conocimiento camina mi pluma: y no
me arguyan con que mis ideas solo se dirigen à procurar
que todos vivan como Fieras, y apartados del trato
comun, y sociable, que esto es no entenderme, viciar mis
asuntos, ò manifestarse apasionados por las
deslinqüentes preocupaciones, que procuro rebatir, deseo
lo mejor, lo honesto, lo racional, y que todo se dirija
à hacernos entender por nuestras obras, que somos
conducidos por la razon, y buen juicio, y que huimos con
ansia de equivocarnos en nuestros procederes con
aquellos entendimientos incultos, è incivilizados, que
solo lo recto de su figura, y el mal
explicarse con voces, los distingue de los irracionales.
¿Pero estas diversiones, que se buscan para remedio, y
alivio de las diarias fatigas, queando salen tantas
familias à respirar un ayre mas puro en la campaña, son
aquellas de que necesitan los oprimidos espiritus para
su esparcimiento? ¿Hallaràn aquel descanso apetecido,
que salen à buscar entre tantos abussos, que con nombre
de libertad del campo, se executan sin pudor, y se
permiten sin ceños? No, señores mios, no se consigue el
alivio que se pretende, porque se cargan los corazones
de otras idéas groseras, que aunque parece concurren à
la diversion, solo sirven de viciar el remedio, y hacer que no se consiga el fin, que se desea.
Vamos à el campo, estamos en el campo, la libertad del
sitio todo lo dispensa. No es esta la libertad del
campo, Lectores mios, que esto solo consiste en gozar de
los paseos sin la precision de los molestos adornos de
la Ciudad, en tratarse las gentes sin todo el rigor de
las ceremonias, que son precisas en la Ciudad, guardando
rigorosamente la decencia, y honestidad, que es peculiar
à todo bien criado, que discurre racionalmente. ¿Por
ventura es preciso para divertirse usar de los
atrevimientos, las indecencias de las voces, y el
abandono de la modestia? El abandono que se permite es
solo de las penosas formalidades, de las cortesìas, (hablo entre iguales) de los negocios, y
precisas obligaciones: este es el abandono que se
permite; ¿pero del respeto, del temor à lo delinqüente,
y del horror à lo indigno, quien habrá tan ignorante,
que tal defienda? ¿Y qué otra cosa se vé, se oye, y se
repara en semejantes concurrencias? ¡O, y quantos
atrevimientos, que nacieron en la Ciudad de un inocente
permiso, y se alimentaron rodeados de dificultades,
logran en los descuidos de un paseo, hacer asequibles
unas conquistas, que sin este medio serìan precisamente
imposibles! Dentro del Pueblo fiscaliza el vecino, miran
los criados, viene el amo de casa, oyen las paredes, y
hablan los sobresaltos; pero en la campaña
nada de estos inconvenientes se oponen à las osadìas: no
hay paredes, no hay sobresaltos; los dueños, los
vecinos, y aun los criados, todos están ciegos, nada se
oye, ni se mira; ¿pero qué se ha de oìr, ni mirar, si
todos, agenos de razon, se entregan bajo el nombre de
libertad del campo à mil irregularidades, que disfrazan,
y disimulan con el nombre de diversion, y con unos
pretextos tan indignos, como las mismas cosas, que
practìcan? Pero dirán muchos, ò los mas: ¿Pues señora
impertinente, à qué hemos de salir al campo? ¿Han de ir
con nosotros las seriedades, y circunspecciones de
nuestras casas, y nos hemos de negar à los alivios, que
procuramos? ¡Valgame Dios, qué réplica
tan fuera de razon! Acaso la diversion de el ánimo
consiste en aquellas chanzas, y permisos libertinos, que
dirigen su objeto à el menosprecio, y guian sus idéas à
los atrevimientos? ¿No se pueden divertir los Ciudadanos
quando ván à el campo con discrecion, con maduréz, y con
honestidad? Las chanzas discretas, y decentes,
proferidas en ocasion oportuna, à el mismo tiempo que
divierten à los que las oyen, exercitan el entendimiento
los que las dicen en agudezas dignas de aplauso, y
mueven la risa de todos: con lo que dilatandose el
corazon, pone en movimientos los espiritus, calienta el
pecho, ahuyenta los ceños, y hace que toda la viviente
máchina gyre con mas libertad, porque la
alivia de los cuidados por aquel instante, y estos
repetidos, se consigue el fin à que se aspira. ¿Es
necessario despreciar la maduréz del juicio para
esparcir el ánimo? Discurro que no; pues à el contrario,
todo regulado con el estado de cada uno, y segun las
obligaciones racionales, hace mas impresion en el
corazon para exonerarle de las fatigas, por ser de
principios mas inocentes, no dejandole el
arrepentimiento de lo mal obrado, que este peso à todo
racional oprime, aunque à lo que se vé, parece en muchos
lo contrario. ¿No es una circunstancia perjudicial à las
diversiones los desaciertos que se toléran, yá en
expresiones no lìcitas, acciones irregulares, y osadìas irreverentes à los mas sagrado de
nuestra estimacion? ¿Por ventura no puede darse sociedad
alegre, y entretenida, sin que se mezcle con lo mas
odioso, mas arriesgado, y mas indigno? Ciertamente, que
parece que no; pues tan continuados se miran estos
desordenes, y con tanta freqüencia repetidos. Muchas
madres, que en sus casas crian sus hijas con un
recogimiento laudable, sin que aparten su cuidado aun de
las casualidades mas inocentes, ¡què trocadas se miran,
luego que dejan la Ciudad, y principian à gozar de las
amenidades, y objetos agradables, que las divierten! No
parece sino es que dejaron à el salir por las puertas
los recelos virtuosos, los temores
discretos, y la respetable urbanidad, con que à todos
contenian en su deber. Yà, aunque las hijas se aparten à
una buena vista, y vayan acompañadas de un joven, que
las dé el brazo, y esto dure toda una tarde, no es malo,
estàn en el campo. Aunque se inventen (no sin intento)
algunas diversiones, en que sea preciso, que todos se
dividan indiferentemente à sitios apartados, y tal vez
no muy públicos, esto es regular, estàn en el campo.
Aunque en la estrechéz de las casas no estén las
divisions con el rigor necesario, no se pone cuidado
alguno, ni se repara en gazmoñerias, (esta es la
réplica) ¿y por qué? sabido se está, se hallan én el
campo, que à este sitio vienen todos desnudos de la malicia, y dañadas intenciones de la
Ciudad, y no procuran en mas, que en pasar el tiempo
licitamente, sin pensar en otra cosa. ¿Y es esto asi,
señores? ¿Sucede lo que yo digo, ò lo que Vmds.
defienden? ¡O, cómo temo, que los que asi respondan, y
los que levantarán el grito contra este Pensamiento,
serán solamente aquellos, que se interesan, contra todas
las leyes de la amistad, y buena correspondencia, de
estas ocasiones para sus ocultas empresas, y que
viendose atacados en el principal apoyo de sus infelices
esperanzas, me insultarán, y graduarán mis reflexiones
de impertinentes, sospechosas, y atrevidas! pero à mì se
me dà muy poco: yo escribo para que se guarden de estos
mismos los entendimientos inocentes, y
los corazones sencillos, y se enteren donde les amenaza
el riesgo, para que prevenidos de mis avisos, acierten à
librarse de la caìda. Bien sé, que mas de quatro en lo
mas oculto de su pecho me darán la razon, y dirán, habla
con fundamento esta muger, que asi me sucedió à mì en
tal, y en tal occasion, que à no haber sido por la
maldita libertad de la campaña, ni yo fuera tan
desgraciad : : : : : ni tubiera tanto que llorar por
todo el resto de mi vida. Esta oculta victoria satisface
pródigamante mi trabajo, y me alienta à no desmayar en
mi asunto, aunque los gritos de quatro apasionados por
estos desordenes procuren con todo el vigor de su
mordacidad destruir mi credito, y arruinar
la estimacion, que todo juicioso, y bien intencionado
dá, gustoso à mis taréas.
¡O Lectores mios, qué expresiones tan vivas
necesita ahora mi pluma para introducirse sin violencia
en los corazones preocupados, y hacerlos conocer, que no
es este asunto fingido por mis idéas para
tener que escribir! No es fingido, aunque gastára todas
las reglas, que usa la Rhetorica, para ponderarlo, aun
no estaria bastantemente delineada esta idèa. ¡Quantas
inocentes jovenes, à quienes en el sagrado de sus casas
no se atrevió la expresion menos licita à profanar sus
oìdos, vuelven de estas diversiones (esto es lo menos)
acostumbradas à oìr sin pudor las frases mas denegridas
de un atrevimiento! Que me nieguen esto, que será lo
mismo, que negar la existencia de el Sol. ¿Y no es esta
una de las causas muy suficientes, para que los dueños
de semejantes diversiones doblen su cuidado, y
proporcionen à sus familias personas de juicio, y de
razon, que les acompañen, sin permitirles
(aun con todas estas prevenciones) mas licencias, que
las que pueda sufrir el honor mas escrupuloso? Basta
(segun le llamarán muchos) este pequeño motivo, para que
se hagan temibles estos esparcimientos, y reflexion en
los intersados en sus posibles conseqüencias. ¿Aquellos
que se vàn à el campo por ensanchar el ánimo, y hallan
en él la ocasion de su desgracia, ó el motivo de su
ruina, habrán conseguido el fin que se prometieron? No
señores, todo à el contrario: en la Ciudad se miraban
con las precisiones de sus empleos; pero tenian el
corazon libre de pesadumbres, ò de cuidados voluntarios:
fueron à el campo, y este señor campo con su libertad,
con su permiso, y con sus buenas tragaderas
(pues todo lo pasa) les originó una desgracia, ò les
causó un embeleso; de modo, que se restituyen à su casa
sin haber divertido su ánimo, sus fatigas, y tal vez con
peor salud. La campaña es toda inocencia, y sencillèz,
en ella se mira la naturaleza como ella es en sí, sin
los estudiados adornos de la Ciudad, que en lugar de
hacerla mas vistosa, nos la retiran de los ojos, y solo
nos presentan lo engañoso, fingido, y aparente. En el
campo se goza de la libertad, nivelada con la razon, à
que todo viviente aspira, pues en èl halla lo racional
objetos dignos de su esfera; y lo sensitivo en las
Flores, las Fuentes, los Arboles, y en todo quanto se
presenta à la vista, quien le vigorice y le
fortalezca del exercicio continuado de sus operaciones,
de modo, que el Campo divierte à el espiritu
presentandole en las plantas, en los tios, y en las
montañas asuntos, que ocupen noblemente su
entendimiento; y à el cuerpo con la fragrancia de las
yervas, la armonìa de las aves, y la diversidad de
espectáculos, que le ofrece, deleyta los sentidos, y les
hace cobrar nuevos brios en sus peculiares exercicios.
Esto es el Campo, de esto sirve gozado con la discrecion
racional, que se necesita, y esta le añadirá aquellas
diversiones honestas, juiciosas, y reflexionadas, que la
virtud de la Eutropelia permite para alivio de los
precisos cuidados; pero si nosotros, quando nos
retiramos de la Ciudad por nuestro
descanso, llevamos con nosotros mismos la inclinacion à
los abusos, la disposicion à las osadías, y las falsas
ideas de lo delinqüente, ¿por qué nos hemos de valer del
Campo, que à nada malo inspira, para encubrir nuestros
desorendes, y soltar la rienda à nuestro recato? No,
Lectores mios, no son estas las diversiones de los
racionales, ni aquellos laudables remedios, que nos
eximen de las fatigas ocasionadas por nuestros
ordinarios empleos: seamos prudentemente cautos, y
velemos con mas cuidado sobre los intereses, que tanto
nos tocan: el honor, la buena fama, y el sosiego de toda
la vida se aventuran con estas necias confianzas: mucho
exponemos á la contingencia, à la voluntad agena, y à los pensamientos atrevidos, que solo nos
observan para insultarnos: ¿quanto mejor serìa, que nos
acompañaramos siempre de un prudente temor, y un
juicioso recelo, que guiados por las reglas de la
discreccion, nos advirtiesen los precipicios, para que
acertemos a evitar las ruinosas conseqüencias, que no
estàr continuamente expuestos à los riesgos, por vivir
con una ignorante confianza, que no gobernada por el
verdadero honor, y sì por la insensibilidad, è
insensatez, nos conduce lastimosamente à ser juguete de
las desgracias, y asunto de las sátyras de los
maliciosos, quando debieramos anhelar atentos à cuidar
todos de nuestra propria estimacion que es el verdadero
remedio de todas quantas fatigas causan las indispensables tareas de nuestros destinos?
Livello 4
Esempio
De la Isla de Chipre,
consagrada en tiempo de la Gentilidad à Venus,
madre del Amor, y por tanto lugar destinado à el
luxo, à la diversion, y ociosidad, nos cuentan los
Autores, que apenas un forastero pisaba sus
costas, quando insensiblemente, à impulsos de el
suave alhago de un blando zéfiro, se le ofuscaba
traydoramente la razon, y oprimido delcemente de
los aparentes engaños, con que allì tomaban animo
los desordenes, miraba lastimosamente sofocar su
entendimiento à el asalto atrevido de todo lo
indigno, haciendole creer por agigantadas acciones
los des- preciables cultos, que se
ofrecian à la falsa Diosa, quedando tan sin
fuerzas para el vencimiento heroyco de tales
enemigos, que le era preciso huir de la Isla, ò
infelizmente se miraba arrastrar de los lisonjeros
encantos, que en cada paso ofrecia aquel
arriesgado país. Esto fingió la Gentilidad,
disfrazando lo repugnante de tantos abusos como
aplaudian con la capa de religion, que
aparentaban, engañando con este delinqüente
pretexto à las repulsas, que hacía la misma razon,
para que asi preocupada, se acostumbrase à lo
indigno, sin el natural remordimiento, que excita
en el entendimiento mas estólido. Esto fingieron
los antiguos para dorar sus yerros, mas si estaban
ciegos, no es estraño; pero los modernos, que está mas iluminada su razon, y mas
asistidos de la verdad, ¿qué es lo que executan?
Guardando la proporcion de las circunstancias,
casi lo mismo. En aquella Isla, toda delicias,
habia Simulacro titular à quien tributar tal
especie de oblaciones: en nuestras diversiones de
el campo hay una aparente razon, que supliendo la
falta de la mentida Imagen, apadrina todos los
desordenes, como ofrecidos en culto suyo: esta es
el campo mismo. El campo lo pide. El campo lo
dispensa. En el campo todo pasa.
Citazione/Motto
Utilius, timuisse
benè, est quam fidere valde:
Nam cauto, & timido nulla provella nocet.
como lleva el remedio prevenido,
deja muy rara vez de ser dichoso. No serà asi al que necio, y perezoso lo que mas le interesa dá à el olvido,
pues se verà de penas oprimido,
y nunca lograrà dulce reposo. Del cauto, y el prudente la esperanza, en el mar de los riesgos, y trayciones,
siempre estarà tranquila, y con bonanza; Pero à el desprevenido en sus pasiones, como à todo lo injusto se abalanza,
tormentas le seràn las diversiones.
Nam cauto, & timido nulla provella nocet.
Mich. Verin. pag. 23.
SONETO Quien antevió el peligro cuidadoso, y teme las desgracias advertido,como lleva el remedio prevenido,
deja muy rara vez de ser dichoso. No serà asi al que necio, y perezoso lo que mas le interesa dá à el olvido,
pues se verà de penas oprimido,
y nunca lograrà dulce reposo. Del cauto, y el prudente la esperanza, en el mar de los riesgos, y trayciones,
siempre estarà tranquila, y con bonanza; Pero à el desprevenido en sus pasiones, como à todo lo injusto se abalanza,
tormentas le seràn las diversiones.