Carta a la Pensadora.
Muy señora mia: Yo desde
pequeño he sido aficionado à los Libros, y para mi siempre ha sido
una circunstancia casi divina el ver de letra de molde à la frente
de ellos el nombre de los Authores, de modo, que por esta fortuna
cambiára la mayor riqueza; pero por mi desgracia tengo un
entendimiento mas cerrado, que bolsa de Gallego, y mas duro, que
cabeza de Vizcayno, por cuya causa solo me he contentado con leer
los mejores Authores, yá que me es possible con-tarme
entre su número: de los que mas me gustan son, la Historia de Carlos
Magno, la de las Guerras Civiles de Granada, la del Cid: me muero
por leer un Romance de Lucas del Olmo, y tengo entre mis Libros el
de Secretos de Naturaleza, Lunario Perpetuo, y otros semejantes, y
ahora con mucho gusto voy juntando los Pensamientos, que Vmd.
escribe, para que aumenten mi curiosa Librerìa; y crea Vmd. señora,
que me encantan, en especial el Prólogo, la Carta del Marido
pacifico, y la de la Madre de Familias, porque en estos se rie uno
con la boca abierta, y se recibe la instruccion, que Vmd. dá
envuelta en mil zarambeques, folías, y pavanas, que es una fiesta;
porque aun-que he oído decir à unos señores muy doctos, que son chuscadas fuera de tiempo, no
obstante à mí me agrada, y suelto en estos Jueves el dinero con
gusto; y me consta, que muchos son del mismo parecer, aunque no por
esto dejo de comprar todos los demás, porque quando Vmd. se reviste
(Dios nos libre) de toda su jurisdiccion
Pensadora, y enristra Paulinas, y Anathemas, no obstante
que quedan escociendo los porrazos, y por mucho tiempo duelen sus
reconvenciones, se conoce que Vmd. tiene razon; y como quiere el
Diablo, que las mas veces le coja à uno de medio à medio, es preciso
aguantar, y llevarlo con paciencia; pero Vmd. dirá, que à qué ha
sido toda esta broma, pues sin mas antecedente he dicho
dos mil diparates: tenga Vmd. paciencia, porque la quiero atenta
mucho tiempo.
Yo, señora Pensadora, soy un
hombre asi asi, à la pata la llana, no tengo malicia alguna, soy un
Juan de Buen Alma, que con una mediana industria (que para esto hay
pocos tontos) he juntado un razonable caudal: mi calidad, soy
paysano del señor su padre, que es lo que basta, y la mejor
genealogia del Mundo: mi edad entre quarenta, y cinqüenta años, por
lo que me veo libre, tanto de las ligerezas de la mocedad, como de
las pesadeces de la vejéz: mi presencia es pasadera, porque hasta
ahora no he visto, que las niñas se tapen por no verme, antes à el
con-trario, me buscan, y festejan algunas
picarillas, y me dicen, que soy buen mozo, discreto, y generoso: y
no sé en qué se fundan, porque lo discreto yá Vmd. lo vé, lo
generoso nunca ellas lo han visto, y lo de buen mozo suelo creerlas,
porque nada me cuesta: mi traje es de toda moda rigorosamente
observada; pero quiero advertirla, que esta circunstancia no es hija
de mi cuidado, sino es de la casualidad, pues sin pensar me hallo
Petimétre, y no de los peores: llevo las hevillas de los zapatos en
conversacion con las uñas, el sombrero enano, el espadin colgado
debajo del brazo, como bolsa de pobre mendígo, la casaca, y chupa
con el talle junto à las orejas, y el corte muy se-guido, que parece ando con Sotana, y Mantéo: en fin, yo me hallo
de un golpe à la dernier Parisien, y tan loco
de contento, que yá voy à todos los Paseos echando piernas, y
presumiendo de galàn, cosa que en toda mi vida me pasó por el
pensamiento, digo imaginacion, ¡qué ignorancia! Que eso de pensamiento se queda para Vmd. sola; pero
quiero descubrirla es secreto, que ha causado en mì transformacion
tan impensada, porque antes quando entraba en las visitas, luego al
punto decian: Yá viene el Cavallero ab
initio, y el Petimétre de in illo
tempore, y con aquellos mismos vestidos, sin mas diligencia
mia, que el conservare dineris, hoy me
aplauden y festejan: y es el caso, que como yo (à Dios
gracias) soy un poco astringente de bolsa, los vestidos que heredé
de mi padre he procurado, à beneficio de mi cuidado, hacerlos
perdurables, aunque sean de paño; y con sola esta diligencia, aunque
ellos se hicieron à los principios de este Siglo, como la fantsìa
modista siempre está en un continuo movimiento, ahora les ha tocado
segunda vez andar en la maroma, y espero, no sin fundamento, que no
será la ultima, para lo que me he determinado preservarlos de las
ruinas del tiempo, como dignos objetos de la fortuna, en quienes
tambien tienen influxo sus disparates.
Vmd. estará confusa, sin saber à dondo irán à parár todos estos
rodéos, que dá mi plu-ma, al parecer sin asunto: es el
caso, ¡valgame Dios, lo que hace ser un hombre corto de genio! es el
caso (vuelvo à decir) que yo, como yá Vmd. ha oído, estimo mucho à
los Authores de los Libros, y he deseado siempre tratarlos, y
conocerlos, por vér si son hombres como los demás, porque me quedo
tan aturdido quando discurro, que todo quanto dicen en tantas hojas
ha salido de sus cabezas, que me parece imposible; porque yo, quando
escribo una carta, à excepsion de la fecha,
la firma, y el muy señor
mio, todo lo demás me cuesta mas gotas de sudor, que si
estubiera cabando; y esto mismo soy testigo les pasa à muchos, que
satyrizan los Libros, como à mí me succede; pues no he
dexado en algunas conversaciones, por hacerme erudíto, no obstante
ser un ignorante, de tachar algunas faltas, que Vmd. no tiene. Vamos
à el caso: Yo quisiera, pues vivo en un tiempo tan felìz, que hasta
las mugeres piensan por escrito, y que
logramos vér una Authora à la frente de tantos Papeles con todas las
licencias necesarias, quisiera, digo : : : : : No sé por donde
principiar à explicarme: Vmd. dixo en su Prólogo, que vivia en
libertad, y que era una muger desengañada de nuestras falsedades.
Ahora bien, yo de la misma manera vivo con bastante conocimiento del
mundo, por lo que si à Vmd. le parece, respecto à que sabe pensar
tan bien en provecho age-no, discurrir una vez en el de
los dos: soy de opinion, que no fuera yerro alguno, porque de esta
manera, Vmd. con sus Pensamientos divertida,
y yo ocupado en leerlos, pasariamos una vida de unos Principes, y
asi me vería elevado à la fortuna de tener por muger (yà rebentó el
secreto) à una señora Authora, cuyo nombre es yà público por todo el
Mundo, lo que tomado por fé, y testimonio, sería muy útil para mi
familia, y se aumentarian los instrumentos de mi Executoria. Vea
Vmd. el assunto de esta carta: à este fin se ha dirigido la
relacion, que la he dado de mi vida, persona, y circunstancias: si
Vmd. quiere salir una vez de trabajos (pues dicen muchos, que ha
tomado la pluma mas por recoger maravedises, que por
corregir abusos) podrá, pensando de una vez en su utilidad, atender
à mi súplica; y no tema que la he de quitar el escribir, pues antes
de esta manera ayudará con sus discursos à los gastos precisos de la
casa, y como sin fatigas, reflexionará con mas descanso, y
conceptuará como nunca.
No dudo que es atrevimiento este arrojo mio; pero qué se ha de hacer,
Señora, yo no se pensar mejor, esto se me ha puesto en la cabeza, y
una vez que yá se ha apoderado de mi fantasìa esta idea, no tiene
remedio, yo la he de seguir con todas mis fuerzas; y asi Vmd. puede
darme la respuesta, si gusta de aceptar mi ofrecimiento, y no pierda la fortuna, que la han acarreado sus
discretos pensamientos, pues sabe Dios quando se verà en otra: no
sea Vmd. como algunas, que de puro presumidas, y desdeñosas, andan
escogiendo toda su vida, y à el fin admiten lo peor, ò se quedan
para Tias. Dios guarde à Vmd. &c.
El Pensador in Spe.
Respuesta.
Señor mio: Sin duda se hallará
muy ufano, discurriendo que las extravagancias de su Carta me habrán
sacado la risa del cuerpo, y obligado à abandonar mi séria
propension; pues no ha sido asi: Vmd. ha dado golpe en vago, por-que penetro bastantemente su intencion, y el ridìculo
modo de motejarme. ¿Cómo habia de presumir, que un hombre que en su
vida me ha visto, solo por la extravagante fantasìa de una
preocupacion, se atreviese à pretender un estàdo tan arriesgado de
acertar, y un nudo, à quien sola la Muerte es el Alexandro, que
puede desatarle? Este es uno de los disparates mas perjudiciales,
que se cometen en el Mundo; y porque vea Vmd. que de entre las
amarguras de sus sátyras saco la dulzura de los consejos, con que
servir à mis Lectores, dando la respuesta, que su Carta merece,
podrá servir de aviso à los desprevenidos, que sin la juiciosa
consideracion necessaria, se arrojan atrevidos à un estado, que si
bien en paz es todo dulzuras, quando se yerran los
principios se convierte en un martyrio mas cruél, que quantos ha
inventado la tyranía.
Es el Matrimonio aquel honesto contrato, con que dos sugetos se
obligan mutuamente à vivir unidos toda la vida, sin separarse, hasta
que uno de los dos sea despojo de la Muerte: no queda arbitrio,
despues de celebrado, para romper tan fuerte ligadura, y si acaso
algunos se apartan, quedan de peor condicion, pues lo mas que
consiguen es aflojar, no desatar el lazo; pues aunque à el parecer
quedan libres, aún arrastran la cadena de la esclavitud, porque no
podrán disponer de sus personas, y vivirán en una prision mas
rigorosa, disfrazada con el nombre de libertad. Se obligan los que
se aven-turan à este estado à sufrirse recìprocamente
sus nulidades, ¡y si los genios son opuestos, quanto se padece! Me
hace temblar muchas veces el notar la facilidad, y alegrìa, con que
tantos de uno, y otro sexo se casan, sin mas antecedente, que un
simple informe, una momentanea passion, ò un sórdido interés: ¿qué
otra cosa es causa de los funestos sucesos, que se vén, y oyen todos
los dias, que la poca reflexion con que se emprende un asunto tan
sèrio? ¡Valgame Dios, y quantas vivieran menos pesarosas, si al
disponerse à este estado, no le hubieran consultado con la libertad,
la ambicion, y la mucha credulidad, y sì con la modestia, el
desinterés, y la buena intencion! No se procura inquirir si es
virtuoso, y de buena condicion el sugeto que se desea, basta saber es rico, y de buena presencia, que sus costumbres
son lo de menos: no es lo de menos, no, es lo principal, y el
fundamento mas sólido sobre que estriva la paz de toda la vida, y la
ilustre conservacion de las familias. ¿Cómo han de criar los hijos
bien educados unos genios, que son diametralmente opuestos, y que se
aborrecen en lo interior? El marido procurará las diversiones que
pueda fuera de su casa, para contrapesar los disgustos, que en ella
tiene; y la muger, impaciente de servir à un hombre, que le es
odioso, ni cuidará de su obligacion como debe, ni mirará á los hijos
con el debido amor, y sì como efectos de un aborrecible comercio, à
quien desprecia en el fondo de su corazon.
Estamos mirando todos los dias estos exemplares, y
continuamente oyendo las quejas, y lamentos de los que se llaman
engañados; y no obstante, ni estos escarmientos nos contienen, ni
dejamos de precipitarnos desprevenidos à tanto riesgo. Pretende Fulvio à Nise solo
porque es hermosa, rica, y agraciada, sin mas informarse de su
genio, costumbres, y crianza; y ella, quando se lo proponen, ò se le
presenta el pretendiente, solo pregunta, ò procura saber, qué empleo
tiene, qué caudal es el suyo; y siendo estas noticias à gusto, yá
todo está hecho, y en quatro dias se miran casados dos cuyos genios
son tan distantes entre sì, como lo blanco, y lo negro; y apenas
pasa la preocupacion de la novedad, y que cada uno sigue su antigua inclinacion, principian las desazones, los
enojos, y las riñas, yá no hay mas verdadero amor, y toda la costa
de este matrimonio la hace lo indispensable del trato, la
repugnancia simulada, y deseperacion manifiesta, de suerte, que una
vida, que habia de ser el sosiego, y la quietud del corazon, se mira
ser una muerte civil, que por instantes vá atormentando à aquellos
infelices, y conduciendolos á la mayor desgracia. ¿No es verdad
esto, señoras mias? ¿Señores, à quantos les sucede lo mismo? ¡O como
unos, y otros me concederán la razon, y doblarán sus pesares à el
mirar, que renuevo la causa de su penosa esclavitud!
¡Valgame Dios, qué asunto he tratado! Y en Cadiz, donde se vén todos
los dias tantos casamientos con sugetos forasteros, sin
tener, ni inquirir mas noticia, que la que ellos mismos deponen de
sì, ¿seràn estos informes fieles, y verdaderos? Regularmente no lo
seràn, porque los testigos no pueden ser mas interesados. No sé cómo
es compatible la vanidad, y pasion propria, que tienen mis Paysanas
de sì mismas, con el abandono, que hacen de su mayor interés, quando
sin mas noticia, que la de los ojos, se entregan à un hombre, que no
saben anteriormente quien era, quienes fueron sus padres, y qué
inclinaciones son las suyas. Yo ignoro en que fundan tanta vanidad,
pues regularmente se habia de estender à todo lo que les puede ser
perteneciente, y principalmente à un marido, que es la corona,
quando es bueno, de todas nuestras esti-maciones. ¡Pero
qué dolor! no es menester adelgazar mucho el discurso para conocer
que miran esta gran determinacion (pues es la mayor de toda la vida)
con los ojos de la pasion indebida, el vil interés, y el ningun
afecto á el verdadero honor: en esto consiste el vér à tantas como
lloran, expuestas à la ultima miseria, abandonadas de aquellos
maridos, que se escogieron sin consulta racional, y juiciosa; pues
estos apenas se vieron, con el pretexto del Matrimonio, en felices
posesiones, como gente libertina, y sin pudor las dejan, y huyen de
aquella yà pesada carga, sin que en toda su vida vuelvan à acordarse
de obligacion tan grande. ¿No es esto lo que sucede muy á menudo,
señoras? ¿No lo vén Vmds. todos los dias? Cier-tamente
que es asi: y bien, ¿estos exemplares, esta desgracias, y estos
faustos sucesos contienen à las que los mìran à que no hagan otro
tanto? No por cierto, vamos à casarnos, y salga lo que saliere. ¡O,
qué delirio! Pero qué me canso, si esta preocupacion queda bien
castigada en las desprevenidas. Prosigan Vmds. Paysanas mias, en ser
poco cautas, no importa, corran impacientes en seguimiento de los
exteriores embelesos, que tanto les ciega, que yo no he de llorar
sus pesares: Vmds. mismas se labrarán con sus descuidos su
toermento, que es este uno de los abusos, que indefectiblemente se
acarrea el mayor castigo. ¿Quantas familias decentes, y aun
distinguidas de esta Ciudad, lloran con lagrimas de su corazon, en
lo mas oculto del pe-cho, las conseqüencias infelices de
tales desordenes, à el verse ellas con maridos, y los padres con
yernos indignos, ruines, y desconocidos, y que el cuidado, que antes
no pusieron en indagar lo necesario para el acierto, ahora con un
sigiloso empeño le doblan, para ocultar lo que, à pesar de su dolor,
han sabido? Muchas son, asi fueran las ultimas, y que los padres, y
las mugeres mismas, en una Ciudad llena de concurrentes de todo el
Mundo, tubieran mas reparo en no permitir en sus casas el trato tan
familiar, que estilan, para que no se vieran estos inconvenientes, y
no se pagáran de la exterioridad de los trages, como si no hubiera
picaros bien vestidos, que parecen Cavalleros.
Vmd. señor mio, inserirá la respuesta, que podrá darle
la que asi reflexiona en favor de las demás, quando se vea en la
precision de discurrir en causa propria. Tambien sigue el rumbo de
todos, haciendo un simulado panegyrico de sì, pues entre las chanzas
describe su merito: yo, que naturalmente soy desconfiada, por ahora
no quiero creerle, ni pretendo informarme de si es verdad quanto
expone: estoy muy agena de tal intento; pero si alguna vez pensára,
entro los muchos disparates, que me ocurren à la fantasìa, en este,
dispondrìa, que una larga experiencia de las costumbres del sugeto,
y una veridica, è imparcial noticia de su calidad asegurasen todos
mis recelos, y con este conocimiento tal vez me determinaría: digo
tal vez, porque aun de burlas no me atrevo à decir que
sí, porque ni los escarmientos, que miro en las demás, ni mi
adversion natural me dán lugar à que discurra en lo contrario; y asi
contentese Vmd. con tener entre sus Libros mis papeles, que por fin,
à costa de su dinero, logra ser dueño de mis Pensamientos, que no es poco consuelo para una repulsa tan
agria como lleva su disparatado intento, y dejeme Vmd. pensar à mis
solas, que regularmente el estudio ni pide compañia, ni otros
cuidados; pues me basta el que tengo de sufrir à Vmd. y à otros
muchos, las impertinentes crìticas, que fomentan sobre mi Obrilla, à
la que yá que no pueden morder por su objeto, se desvelan en indagar
otras circunstancias, que no vienen à el caso, no son del as- sumpto, como la que Vmd. apunta de los motivos, que han
obligado à mi pluma à pensar; todo lo que para mì es indiferente,
como logre estár decentemente ocupada, y lejos de la ociosidad: por
lo que etoy contenta con mis Pensamientos,
que à lo menos la gloriosa intencion de que sean útiles à mis
Conciudadanos, los hace dos veces estimados de mì, la una por el
afecto proprio de quien los produce: y la otra, porque me libran de
vivir ociosa, y expuesta à mil precipicios, en que veo despeñarse à
muchas, que haciendo gala de la misma ociosidad, dán franca entrada
à otros Pensamientos, que no tan solamente
son indignos de publicarse, sino es que aun sin salir de la mente,
son acreedores à los mayores desprecios, por ser los que dàn motivos à que Vmd. y otros muchos sus semejantes se atrevan à
idear empresas muy agigantadas para su merito.
Quam male inequales veniunt ad aratra
juvenci:
Tam premitur magno conjuge nupta minor.
Ovid. I. Amor.
DECIMAS.
Si de impulsos desiguales
el yugo has de acompañar,
quantos surcos quieras
dàr,
seràn lineas transversales:
Por bienes hallaràs
males;
y aunque aumentes tu cuidado,
procurando
confiado
en lo no igual poner leyes,
ò mataràs à los
Bueyes,
ò quebraràs el arado.
Asi el pecho, que rendido
se entregue à amorosa union,
debe hacer que la
razon
reconozca lo elegido:
Haga se informe el
oìdo
de la igualdad, no los ojos,
se escusarà de
sonrojos,
y evitarà pesadumbres;
porque entre opuestas
costumbres,
nada es paz, todo es enojos.
Con licencia: En Madrid, en la Imprenta de Francisco Xavier
Garcia, calle de los Capellanes, año 1763.
Se hallarà este, y los demàs en la Libreria de
Juan Yuste, calle de la Concepcion, frente del Salvador, y en su
Puesto Gradas de San Phelipe.
En donde estos Pensamientos se hallarán los
Papeles siguentes: Sueño Mathematico, Calculo
general, y particular del Eclypse magno del Sol, que acontecerà
el primer dia de Abril del año de 1764. por Juan Ildefonso
de Arias y Vega, Profesor de Mathematicas, y Medidor pùblico de
Tierras en Cordova su Patria.
Papel curioso, muy divertido: Modo de jugar â la
Chacota, compuesto por Don Vicente Matheo.
Y el Libro en quarto titulado: Alivio de Tristes, y
Consuelo de Quejosos, escrito en Portugués por el Padre
Matheo Rivero, Theologo, Predicador del Arzobispado de Lisboa, y
traducido al Idioma Castellano por el Doctor en Sagrada Theologìa
Juan Antonio Mora.
Y asimismo se hallará la Gramatica Francesa; y
el Libro titulado Ardauli, Ideas
Symbolicas.
Con licencia: En Madrid en la Imprenta de Francisco Xavier Garcia,
calle de los Capellanes, año 1763.
Se hallarà este, y los demàs en la Librería de
Juan Yuste, calle de la Concepcion, frente del Salvador, y en su
Puesto Gradas de San Phelipe.