La Pensadora Gaditana: Pensamiento X
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Nivel 1
Pensamiento X
Nivel 2
Metatextualidad
¡Valgame Dios: Señor Público, no
se conformará Vmd. en sus dictámenes, para que mi pluma
acierte à darle gusto! ¡Que sean tantas sus aprehensiones,
que pretenda casi siempre lo imposible como fácil, y nunca
se dé por satisfecho de lo que ofrece! Ciertamente, que es
Vmd. muy ingrato, y de una delicadeza extraordinaria: nada
le gusta, à todo tuerce el semblante: si es dulce, porque
empalaga; si agrio, porque exaspéra; si se habla con chiste,
es truhanería, si con seriedad, es sermon. ¿Cómo ha de ser esto, señor mio? ¿No será mejor, que se
conforme Vmd. en una idea, en un solo gusto, y me lo
participe, y verá como le sirvo? No se detenga, soy
naturalmente inclinada à complacer, y mas tardará en
determinarse, que yo en servirle; pero me dirá, que pido un
disparate, que no puede jamás ser uno el parecer de tantos,
que siempre serán los votos, quantos fueren los individuos.
Me agrada la respuesta. ¿Luego por qué quiere Vmd. que mis
discursos sean siempre à gusto de todos? (Aquí está el
imposible, que pretende) Se vé mi pluma en la precision de
variar de ideas, de asumptos, y de estilos, porque todos son
acreedores à mi trabajo, y es mi obligacion procurar
contentar à cada uno; y como son tantos los gustos, mudó
manjares, por lisonjearles el paladár. No
tendrán à mal les haga una pregunta, porque en su respuesta
me prometo hallar la satisfaccion à uno de los cargos que me
hacen: ¿O son verdades las que aconsejo, ó mentiras? Si
verdades, ¿qué mas autoridad necesitan? La verdad siempre
desnuda convence, todo à su hermosura se rinde; y es
agraviar injustamente su merito, querer aumentarle con
estraños adornos, quando es peculiar solo à la verdad ser
hermosa sin afeytes, y triunfar sin padrinos. Si son
mentiras mis proposiciones, por mas autoridades que cite, ni
exemplos que amontone, siempre se quedarán mentiras, y habré
gastado el tiempo inútilmente en publicarlas. Yo quando me
propuse esta idea, no intenté hacer obstentacion de erudíta
con aglumerar símiles, traer exemplares, ni citár Autores: bien sabe el docto, que esto es pequeño trabajo,
pues hay tantos Indices Generales, Diccionarios,
Reportorios, Anotaciones, y Escolios, que à la pequeña
fatiga de registrar sus Abecedarios, hallaría minas
abundantes de esta superficial erudicion: fue, y es mi
principal objeto atraer los entendimientos con la verdad
desnuda, no entretenerlos con fingidas apariencias, que el
génio tétrico de una Pensadora mejor se dexa llevar del
enthusiasmo para convencer, que de los adornos para agradar.
Vamos à el asumpto.
Este abuso, ò ciega preocupacion de los corazones
arrastra infelízmente à todos aquellos, que no contentos con
su suerte, hacen esfuerzos extraordinarios para igualarse à
otros mayores; y como violentan las facultades de sus
posibles, se precipitan ignorantes, quanto mas procuran
ensalzarse: son ranas jactanciosas, que hinchandose
sobervias por conseguir un imposible, revientan en el
empeño, y mueren para el contento à el golpe de
su altanería. Es hijo este defecto del demasiado amor
proprio, con que nos estimamos, pues queriendo no parecer
menos que aquellos à quienes la fortuna, ò sus meritos ha
elevado sobre nosotros, nos arruinamos infelízmente por
imitarles; y todos estos lucimientos, como no medidos con
nuestras fuerzas, son momentáneos, y poco existentes,
adquiriendo por este medio el desprecio, y la risa de los
que miran nuestras locuras. No sé cómo no se mueven los
hombres à formar escarmientos de tantos exemplares, como
todos los dias se les presentan, ni cómo no les pone temor,
y recelo el vér à otros, que han llegado à las fatigas del
hambre, y à las penas del desprecio por el mismo camino, que
ellos corren desprevenidos: parece incurable la
dolencia, pues los fieros symptomas de este achaque, se
resisten tenaces à lo prudente de los remedios: está
radicado el mal en nuestros corazones, y mientras no
arrojemos con violencia lo estraño de estas ideas, ni
tendrán fuerza los especificos de la razon, ni se minorarán
los accidentes desgraciados. Pero en quien tiene mas tyrano
imperio este abuso es en las Damas, pues naturalmente
inclinadas à el fausto, y lucimiento, arrastran, y
atropellan con sus antojos su descanso, la fortuna de sus
maridos, y las esperanzas de sus hijos, disipando, á
impulsos de su vanidad, en poco tiempo aquellos medios, que
habian de ser su decencia toda la vida. ¡Con qué empeño
desea una muger, cuyo caudal no llega à mediano, el igualarse, y aun exceder en galas, modas, y
diversiones à las mas ricas! ¡y qué de medios usa dentro de
su casa, por usurpar del marido lo necesario para sus
desperdicios! Todas lo saben muy bien, y yo no lo ignoro,
pues hay quien por comprar un abanico de moda, sin
necesitarle, una bata, &c. malvarata muchas cosas
para poder conseguirlo, que son, ò precisos muebles, ò
prevenidos alimentos de sus casas: bien conocen, digo, la
verdad, y si quieren negarlo, Gitanas hay en Cadiz, que
cómplices de estos ocultos negocios, sirven de corredoras de
estas ilicitas ventas, y las que saben hacer, que un marido
compre una alhaja dos, ò tres veces, para que la señora de
casa tenga adornos, que no la competen. De estas repetidas
pérdidas, y continuos desperdicios, que les
parecen nada, se originan los empeños, las deudas, que no se
pagan, y por fin se hallan, quando menos lo esperan, en una
viudez pobre, abatida, y miserable, pagando entre desdichas,
y miserias las locuras de sus profusiones, y las deudas, que
originaron con sus extravagancias. Raro será el que esto
lea, que no pueda señalar media docena de estas viudas, que
quando tenian, ò vivia quien ganaba, triunfaban, y gastaban;
y hoy miseramente se vén precisados à servir de estorvo en
las casas, y à sufrir mil desprecios de todos. Pero lo
odioso de este abuso no consiste en las inadvertencias de la
mocedad, defectos son, pero de gente inconsiderada, por los
pocos años; lo indigno de él se mira en que estas mismas,
que con su poco juicio fueron motivo de la ruína
de su casa, hoy, que yá en edad desengañada, viven en
ocasion de mostrarse arrepentidas, de nada están mas lejos,
pues siempre hinchadas con la memoria de sus grandezas, no
solamente las recorren para aborrecerlas, sino que
continuamente están haciendo obstentacion de ellas para
amarlas; pues yá que no pueden en el efecto usar de sus
prodigalidades, se muestran deseosas de repetir aquellos
desordenes, si pudieran, dando con esto un exemplo
perjudicial à las jovenes que las oyen, para que practíquen
lo mismo, y arruinen à sus maridos, como ellas lo
executaron. Se desvela uno de estos en el manejo de sus
negocios, exponiendo su salud, y sosiego para el decente
porte de su familia; pero la muger envanecida con algunos
prósperos sucesos en los intereses de su
casa, funda torres de viento, eleva castillos de sobervia, y
haciendo dispendios extraordinarios fuera de los terminos de
sus posibles, despues de malgastar los laboriosos efectos
del sudor de su marido, le imposibilita con los atrasos que
causa, para que en adelante se le proporcionen ocasiones de
sus aumentos; y el infelíz, en pena de su ignorante
condescendencia, es la triste víctima immolada en las
infames aras de la vanidad. ¿Pero quien se admira? si los
hombres, que saben las fatigas, y cuidados que cuesta la
adquisicion de lo necesario para la vida, son comunes, y
freqüentes exemplos, que nos enseñan los medios mas
conducentes para apurar crecidos intereses. Muchos se
quejarán de los gastos causados por sus mugeres,
como principios de sus desgracias, y no echarán de vér los
suyos tan mal consumidos, y con tanta profusion derramados.
¿Qué importará arriesguen sus vidas en un leño, expuestos à
los mayores peligros, si apenas principian à coger el fruto
de sus trabajos, quando se dán tanta priesa à gastar, que
parece que se les vá à finalizar la vida, y que ambiciosos
quieren en pocos meses disfrutar lo de muchos años? Está
este abuso tan introducido, que con la misma satisfaccion
refiere uno de mediano caudal el importe excesivo de una
comida, que ha dado à sus amigos, como si tubiera para
soportarla los fondos precisos à este gasto; y no sé cómo no
se corren de esto que hacen, y dicen, pues reflexionadas
estas locuras, aun por aquellos que mas se
utilizan de ellas, las murmuran, motejan, y hacen causa de
su desprecio. Estos medios, que à muchos les parece son
conducentes para aumentar sus creditos, sirven solo de
aniquilar los caudales, y de aventurar su opinion con los
amigos, que les favorecen. Ninguna cosa está mas fundada
sobre la buena fé, y fama de los hombres, que el recíproco
comercio, pues es bastante la posesion sola de un honrado
proceder para atraer à su manejo los mayores intereses,
logrando por este medio adquirir útiles correspondencias,
que fomentan à el bien opinado; y muchas veces lo que no
consigue un rico, que se sabe es pródigo, mira à su
disposicion un principiante, que tiene de su parte la
notoriedad de su acertada conducta, por cuya causa ningunos
están mas obligados à la regularidad de su
porte, ni à la moderacion de los gastos, que aquellos, que
dependen sus manejos, y utilidad de agenas voluntades; pues
tienen otros tantos testigos, que velan sobre su proceder,
quantos amigos viven interesados en sus dependencias; pero
todo vá errado, nada de esto se reflexiona. Apenas se han
juntado algunos miles, quando como si fueran enemigos de su
vida, procuran echarlos, y arrojarlos de casa, cambiandolos
ignoradamente por los escasos lucimientos de quatro dias,
sujetandose el resto de la vida à mil necesidades, y à pasar
una vejéz lastimosa. No piensen que es ponderacion, que assi
sucede; porque como los gastos irregulares llamaron las
atenciones de los correspondientes, y notaron la
prisa, que se daban à lucir, y triunfar; improvisamente les
piden sus creditos, y por no arriesgarlo, todo se contentan
con lo que encuentran, y nuestros generosos manirrotos se
hallan sin lo ageno, sin lo suyo, y sin crédito para
entablar nuevas dependiencias: con que de esta manera se
atrasan infelizmente, y faltandoles el lucido porte, y el
cebo para los amigos, se quedan solos à llorar sus
desordenes, y entonces, aunque conocen sus descuidos, los
sienten, pero mas sienten el no poder proseguir en sus
extravagancias; pues por este amor desordenado à la
obstentacion, tal vez despues se arrojan à delitos, que
infelizmente los conducen à ser públicos exemplares de los
demàs.
Si los trabajos, y desgracias originados de estos
desordenes se mirassen solamente en aquellos, ò aquellas,
que dieron suficiente motivo para adquirirlos, darían
compasion, es verdad; pero vér, que los infaustos fines de
estos principios comprehendan à sus familias, á sus tiernos
hijos, é hijas, es un dolor, que nunca será bastantemente ponderado. En nada menos piensan estos
inadvertidos pródigos, que en educar à sus hijos en las
reglas de la razon, y prudencia, antes, por el contrario,
desde su puericia los acostumbran, y crian en la delicadeza,
en el regalo, y la profusion, sin enseñarles otras máximas
para búscar la vida, que el bayle, los instrumentos, las
diversiones, afeminando sus corazones, y apartandolos del
amor industrioso à saber vivir. Cae precipitada à el golpe
inevitable de sus gastos la aparente torre de su grandeza, y
sorprehendidos aquellos tiernos ánimos de la inesperada
desgracia, vacílan inexpertos, sin saber qué medios elegir
para su alivio: todo quanto se les propone como descanso,
atormenta la alta vanidad en que están criados, y primero
quieren morir à manos del hambre, que baxar un
punto de aquella elevacion en que sus padres les pusieron: à
nada se acomodan; la lastima es, que para nada son buenos, y
creciendo à expensas de su arruinada casa, mientras viven
sus padres, quedan por su falta sin aquel, aunque pequeño
arrimo, expuestos à todo género de vicios, y huyendo siempre
del virtuoso trabajo para alimentarse. ¡O qué ruinas tan
lastimosas! ¡Y ò qué infelices efectos de una locura! Pero
quien mas experimentan los crueles rigores de este abuso,
son las pobres hijas, pues mas expuestas, y con menos
proporciones para vivir, se miran las mas veces lamentable
objeto de las inconstancias de la fortuna, la que las lleva
infelizmente à el total abandóno de la
desgracia: por estas causas se vén tantas mugeres bien
criadas siendo el desprecio de todos, y buscando lo preciso
para la vida à costa de la infausta muerte del honor, pues
educadas con regalo, y entre tantas diversiones, hacen
materia de estado aquel lucimiento, y faltando intereses que
le conserven, libran lastimosamente contra sus mismos
creditos, y pagan con pérdidas considerables la manutencion
de aquellos falsos oropeles. No dudo, replicarán muchos, que
la decencia, y honrada obstentacion son las mas veces medio
oportuno para el aumento de los intereses, y la máxima mas
proporcionada para adquirirse amigos útiles, y decentes, con
cuyas amistosas alianzas se aumentan las correspondencias, crece el credito, y se proyectan
expediciones grandes, cuyo manejo pone en la posesion de
mayores fondos. No hay duda, yo tambien soy de este mismo
parecer; pero se deberá advertir, que por decencia, y
honrada obstentacion, se ha de entender todo aquello que no
desdice del sugeto, que lo practíca, y que en su execucion
proporciona los empeños con sus fuerzas, y entonces asi
arreglado, logrará en felices efectos el premio de su
prudencia; pero querer llamar precisa decencia, y honrada
obstentacion tantos excesos como se advierten cada dia en
los trages, y faustos de las familias, quando estos solo son
pasageros resplandores, que parecen exhalaciones, qué apenas
se divisan, quando se esconden, es procurar cubrir con capa
de virtud una accion defectuosa, y delinqüente;
¿porque cómo podrán disimular, ni ocultar la injusticia que
hacen à sus hijos, y à sí mesmos [sic], quando por dár à
estraños, y parecer mas de lo que son, destruyen aquellos
bienes, que habian de ser la esperanza de su vejéz, y el
adelantamiento de su descendencia? Ciertamente, que es una
usurpacion, que les hacen los padres de familias de aquellos
caudales, que si no los gastáran infructuosamente, ayudarian
à sus establecimientos, y los apartaría de las mas infelices
ocasiones de su ruina. ¡Pero qué desgracia! de nada están
mas lejos los padres, y las madres, que de este cuidado,
pues en proporcionando lo preciso, y aún lo superabundante
para el fausto, el luxo, y los paseos à el campo, donde se consume tanto inutilmente, todo lo demás
se olvida, y solo se piensa en representar un papel de
esplendor en el Theatro del Mundo, que apenas dura en el
corto espacio de una scena; pues como no son verdaderos
personages en lo que aparentan, à la primera mutacion en que
la fortuna corre los bastidores, se hallan desnudos, sin
destino, y confundido con el ínfimo Pueblo, desde cuya
baxeza satyrizando à los que les suceden en sus
extravagancias, y despedazandose el corazon con una infernal
embidia, acaban infelízmente su papel entre los lastimosos
ayes de sus penas. Desengañemonos de este infame, y
peligroso abuso, y formemos una vez discursos sólidos sobre
el verdadero fondo de nuestras utilidades: no demos lugar à
que la miseria vergonzosa, y el desprecio cruél
de los amigos sean nuestros Maestros para saber discurrir
(aunque tarde) en lo perteneciente à nuestro propio estado,
y conveniencia, que en este lastimoso caso, el conocimiento
de lo yá delinquido, será el mas impio verdugo de nuestros
yerros.
Nivel 3
Fábula
Qué descuidada, y sin
zozobras pasa los rigores del herizado Invierno la
prudente Hormiga: en las estrecheces de su
cuevecilla enterrada se mira; pero se halla
abundante; porque en el tiempo de su felicidad no
solo fueron sus ansias los gozos presentes, llamaron su atencion las futuras
escaseces, y previniendose discreta, nada le falta,
siendo todo regalo su retiro. En este no
despreciable animalito pudieran aprender à vivir
quantos desgraciados de ambos sexos andan por esas
calles oprimidos de la ultima miseria, siendo el
cansancio importuno de muchos, y ocasiones virtuosas
de pocos, y no se vieran à cada paso tantas
infelices viudas, que fundan su corto alimento en el
penoso sonrojo de buscarle de puerta en puerta; ni
tantos ancianos, que en la mas estrecha angustia de
la escaséz, buscan el pan con el doble sudor de su
rostro, sudan en adquirirle mendigando, y sudan con
la vergüenza de haberle de procurar pidiendo. ¡O,
qué desgracia! ¡qué suerte tan infelíz! ¡pero qué
locura! Son estos entendimientos mas estúpidos, que el de la Hormiga, pues en el verano de
sus abundancias no hicieron un recuerdo para el
invierno de la necesidad, todo lo disiparon, y en
necias, y delinqüentes prodigalidades consumieron, ò
los intereses de su industria, ò los de sus
patrimonios, siendo de sí mismos los mas crueles
enemigos, y la desolacion mas lastimosa de sus
casas.
Nivel 3
Ejemplo
La continua declamacion de
mis Conciudadanos, con que pretenden
elevar las grandezas de Cadiz sobre el resto del
Mundo, es ponderar lo brillante de los trages, y del
comun sobresaliente adorno, aun de la ínfima Plebe:
es este el argumento demonstrativo (à su parecer sin
réplica) para probar, que es la mas rica, mas
opulenta, y abundante del Orbe, y que sus moradores
son los mas acaudalados, y los que logran, y posseen
los apetecidos bienes de la fortuna; pero à la
verdad, nada excita mas mi compasion, ni me aflige,
que esta uniformidad de galas, ni este empeño odioso
por excederse de aquellas reglas à que cada uno está
obligado por su estado, y por sus possibles. En cada
uno de los que miro haciendo figura en los sitios
públicos, y representando distinto
papel, que el que les compete, diviso con harto
dolor aquellos mismos, que despues han de buscar los
Sagrados, han de gemir en las prisiones, han de
ocupar las Porterías de los Conventos, y han de
morir en los Hospitales. No son estos temores efecto
de mal fundadas cabilaciones, son en realidad
precisas conseqüencias de tales desordenes; y no me
arguyrán de triste en mis reflexiones, si cada uno
vuelve la vista por los que hoy padecen estos
trabajos, y trae à la memoria aquellos tiempos en
que estos mismos infelices llenaban esos Paséos con
el pomposo fausto de su fingida grandeza; y à
excepcion de algunos, que viven sobre lo sólido de
sus fondos, de su nacimiento, ó de sus patrimonios,
todos los demás me parece los veo caminar rápidamente à ser objetos de la lástima en
la triste penalidad de su merecida miseria. ¡Pero
qué exceptúo, si el daño es tan general, que à
medida de las posesiones, se aumentan los excesos, y
tocados todos de esta lastimosa demencia, parecen
apuestan à ser desperdiciados, y à emplear en
inútiles profusiones, ò el bien cuidado sudor de sus
mayores, ò los estimables efectos de sus industrias!