Zitiervorschlag: Beatriz Cienfuegos (Hrsg.): "Pensamiento X", in: La Pensadora Gaditana, Vol.1\10 (1763), S. 3-28, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.82 [aufgerufen am: ].


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Pensamiento X

Ebene 2► Metatextualität► ¡Valgame Dios: Señor Público, no se conformará Vmd. en sus dictámenes, para que mi pluma acierte à darle gusto! ¡Que sean tantas sus aprehensiones, que pretenda casi siempre lo imposible como fácil, y nunca se dé por satisfecho de lo que ofrece! Ciertamente, que es Vmd. muy ingrato, y de una delicadeza extraordinaria: nada le gusta, à todo tuerce el semblante: si es dulce, porque empalaga; si agrio, porque exaspéra; si se habla con chiste, es truhanería, si con seriedad, es sermon. ¿Cómo ha de [4] ser esto, señor mio? ¿No será mejor, que se conforme Vmd. en una idea, en un solo gusto, y me lo participe, y verá como le sirvo? No se detenga, soy naturalmente inclinada à complacer, y mas tardará en determinarse, que yo en servirle; pero me dirá, que pido un disparate, que no puede jamás ser uno el parecer de tantos, que siempre serán los votos, quantos fueren los individuos. Me agrada la respuesta. ¿Luego por qué quiere Vmd. que mis discursos sean siempre à gusto de todos? (Aquí está el imposible, que pretende) Se vé mi pluma en la precision de variar de ideas, de asumptos, y de estilos, porque todos son acreedores à mi trabajo, y es mi obligacion procurar contentar à cada uno; y como son tantos los gustos, mudó manjares, por lisonjear-[5]les el paladár. No tendrán à mal les haga una pregunta, porque en su respuesta me prometo hallar la satisfaccion à uno de los cargos que me hacen: ¿O son verdades las que aconsejo, ó mentiras? Si verdades, ¿qué mas autoridad necesitan? La verdad siempre desnuda convence, todo à su hermosura se rinde; y es agraviar injustamente su merito, querer aumentarle con estraños adornos, quando es peculiar solo à la verdad ser hermosa sin afeytes, y triunfar sin padrinos. Si son mentiras mis proposiciones, por mas autoridades que cite, ni exemplos que amontone, siempre se quedarán mentiras, y habré gastado el tiempo inútilmente en publicarlas. Yo quando me propuse esta idea, no intenté hacer obstentacion de erudíta con aglumerar símiles, traer exemplares, ni citár [6] Autores: bien sabe el docto, que esto es pequeño trabajo, pues hay tantos Indices Generales, Diccionarios, Reportorios, Anotaciones, y Escolios, que à la pequeña fatiga de registrar sus Abecedarios, hallaría minas abundantes de esta superficial erudicion: fue, y es mi principal objeto atraer los entendimientos con la verdad desnuda, no entretenerlos con fingidas apariencias, que el génio tétrico de una Pensadora mejor se dexa llevar del enthusiasmo para convencer, que de los adornos para agradar. Vamos à el asumpto.

Ebene 3► Fabel► Qué descuidada, y sin zozobras pasa los rigores del herizado Invierno la prudente Hormiga: en las estrecheces de su cuevecilla enterrada se mira; pero se halla abundante; porque en el tiempo de su felicidad no solo fueron sus ansias los gozos pre-[7]sentes, llamaron su atencion las futuras escaseces, y previniendose discreta, nada le falta, siendo todo regalo su retiro. En este no despreciable animalito pudieran aprender à vivir quantos desgraciados de ambos sexos andan por esas calles oprimidos de la ultima miseria, siendo el cansancio importuno de muchos, y ocasiones virtuosas de pocos, y no se vieran à cada paso tantas infelices viudas, que fundan su corto alimento en el penoso sonrojo de buscarle de puerta en puerta; ni tantos ancianos, que en la mas estrecha angustia de la escaséz, buscan el pan con el doble sudor de su rostro, sudan en adquirirle mendigando, y sudan con la vergüenza de haberle de procurar pidiendo. ¡O, qué desgracia! ¡qué suerte tan infelíz! ¡pero qué locura! Son estos entendimientos mas estú-[8]pidos, que el de la Hormiga, pues en el verano de sus abundancias no hicieron un recuerdo para el invierno de la necesidad, todo lo disiparon, y en necias, y delinqüentes prodigalidades consumieron, ò los intereses de su industria, ò los de sus patrimonios, siendo de sí mismos los mas crueles enemigos, y la desolacion mas lastimosa de sus casas. ◀Fabel ◀Ebene 3

Este abuso, ò ciega preocupacion de los corazones arrastra infelízmente à todos aquellos, que no contentos con su suerte, hacen esfuerzos extraordinarios para igualarse à otros mayores; y como violentan las facultades de sus posibles, se precipitan ignorantes, quanto mas procuran ensalzarse: son ranas jactanciosas, que hinchandose sobervias por conseguir un imposible, revientan en el empeño, y mueren [9] para el contento à el golpe de su altanería. Es hijo este defecto del demasiado amor proprio, con que nos estimamos, pues queriendo no parecer menos que aquellos à quienes la fortuna, ò sus meritos ha elevado sobre nosotros, nos arruinamos infelízmente por imitarles; y todos estos lucimientos, como no medidos con nuestras fuerzas, son momentáneos, y poco existentes, adquiriendo por este medio el desprecio, y la risa de los que miran nuestras locuras.

No sé cómo no se mueven los hombres à formar escarmientos de tantos exemplares, como todos los dias se les presentan, ni cómo no les pone temor, y recelo el vér à otros, que han llegado à las fatigas del hambre, y à las penas del desprecio por el mismo camino, que ellos corren [10] desprevenidos: parece incurable la dolencia, pues los fieros symptomas de este achaque, se resisten tenaces à lo prudente de los remedios: está radicado el mal en nuestros corazones, y mientras no arrojemos con violencia lo estraño de estas ideas, ni tendrán fuerza los especificos de la razon, ni se minorarán los accidentes desgraciados.

Pero en quien tiene mas tyrano imperio este abuso es en las Damas, pues naturalmente inclinadas à el fausto, y lucimiento, arrastran, y atropellan con sus antojos su descanso, la fortuna de sus maridos, y las esperanzas de sus hijos, disipando, á impulsos de su vanidad, en poco tiempo aquellos medios, que habian de ser su decencia toda la vida. ¡Con qué empeño desea una muger, cuyo caudal no llega à me-[11]diano, el igualarse, y aun exceder en galas, modas, y diversiones à las mas ricas! ¡y qué de medios usa dentro de su casa, por usurpar del marido lo necesario para sus desperdicios! Todas lo saben muy bien, y yo no lo ignoro, pues hay quien por comprar un abanico de moda, sin necesitarle, una bata, &c. malvarata muchas cosas para poder conseguirlo, que son, ò precisos muebles, ò prevenidos alimentos de sus casas: bien conocen, digo, la verdad, y si quieren negarlo, Gitanas hay en Cadiz, que cómplices de estos ocultos negocios, sirven de corredoras de estas ilicitas ventas, y las que saben hacer, que un marido compre una alhaja dos, ò tres veces, para que la señora de casa tenga adornos, que no la competen. De estas repetidas pérdidas, y conti-[12]nuos desperdicios, que les parecen nada, se originan los empeños, las deudas, que no se pagan, y por fin se hallan, quando menos lo esperan, en una viudez pobre, abatida, y miserable, pagando entre desdichas, y miserias las locuras de sus profusiones, y las deudas, que originaron con sus extravagancias. Raro será el que esto lea, que no pueda señalar media docena de estas viudas, que quando tenian, ò vivia quien ganaba, triunfaban, y gastaban; y hoy miseramente se vén precisados à servir de estorvo en las casas, y à sufrir mil desprecios de todos.

Pero lo odioso de este abuso no consiste en las inadvertencias de la mocedad, defectos son, pero de gente inconsiderada, por los pocos años; lo indigno de él se mira en que estas mismas, que con su poco [13] juicio fueron motivo de la ruína de su casa, hoy, que yá en edad desengañada, viven en ocasion de mostrarse arrepentidas, de nada están mas lejos, pues siempre hinchadas con la memoria de sus grandezas, no solamente las recorren para aborrecerlas, sino que continuamente están haciendo obstentacion de ellas para amarlas; pues yá que no pueden en el efecto usar de sus prodigalidades, se muestran deseosas de repetir aquellos desordenes, si pudieran, dando con esto un exemplo perjudicial à las jovenes que las oyen, para que practíquen lo mismo, y arruinen à sus maridos, como ellas lo executaron. Se desvela uno de estos en el manejo de sus negocios, exponiendo su salud, y sosiego para el decente porte de su familia; pero la muger envanecida con algunos prós-[14]peros sucesos en los intereses de su casa, funda torres de viento, eleva castillos de sobervia, y haciendo dispendios extraordinarios fuera de los terminos de sus posibles, despues de malgastar los laboriosos efectos del sudor de su marido, le imposibilita con los atrasos que causa, para que en adelante se le proporcionen ocasiones de sus aumentos; y el infelíz, en pena de su ignorante condescendencia, es la triste víctima immolada en las infames aras de la vanidad.

¿Pero quien se admira? si los hombres, que saben las fatigas, y cuidados que cuesta la adquisicion de lo necesario para la vida, son comunes, y freqüentes exemplos, que nos enseñan los medios mas conducentes para apurar crecidos intereses. Muchos se quejarán de los [15] gastos causados por sus mugeres, como principios de sus desgracias, y no echarán de vér los suyos tan mal consumidos, y con tanta profusion derramados. ¿Qué importará arriesguen sus vidas en un leño, expuestos à los mayores peligros, si apenas principian à coger el fruto de sus trabajos, quando se dán tanta priesa à gastar, que parece que se les vá à finalizar la vida, y que ambiciosos quieren en pocos meses disfrutar lo de muchos años? Está este abuso tan introducido, que con la misma satisfaccion refiere uno de mediano caudal el importe excesivo de una comida, que ha dado à sus amigos, como si tubiera para soportarla los fondos precisos à este gasto; y no sé cómo no se corren de esto que hacen, y dicen, pues reflexionadas estas locuras, aun por aquellos que [16] mas se utilizan de ellas, las murmuran, motejan, y hacen causa de su desprecio. Estos medios, que à muchos les parece son conducentes para aumentar sus creditos, sirven solo de aniquilar los caudales, y de aventurar su opinion con los amigos, que les favorecen.

Ninguna cosa está mas fundada sobre la buena fé, y fama de los hombres, que el recíproco comercio, pues es bastante la posesion sola de un honrado proceder para atraer à su manejo los mayores intereses, logrando por este medio adquirir útiles correspondencias, que fomentan à el bien opinado; y muchas veces lo que no consigue un rico, que se sabe es pródigo, mira à su disposicion un principiante, que tiene de su parte la notoriedad de su acertada conducta, por cuya causa ningunos [17] están mas obligados à la regularidad de su porte, ni à la moderacion de los gastos, que aquellos, que dependen sus manejos, y utilidad de agenas voluntades; pues tienen otros tantos testigos, que velan sobre su proceder, quantos amigos viven interesados en sus dependencias; pero todo vá errado, nada de esto se reflexiona. Apenas se han juntado algunos miles, quando como si fueran enemigos de su vida, procuran echarlos, y arrojarlos de casa, cambiandolos ignoradamente por los escasos lucimientos de quatro dias, sujetandose el resto de la vida à mil necesidades, y à pasar una vejéz lastimosa. No piensen que es ponderacion, que assi sucede; porque como los gastos irregulares llamaron las atenciones de los correspondientes, y [18] notaron la prisa, que se daban à lucir, y triunfar; improvisamente les piden sus creditos, y por no arriesgarlo, todo se contentan con lo que encuentran, y nuestros generosos manirrotos se hallan sin lo ageno, sin lo suyo, y sin crédito para entablar nuevas dependiencias: con que de esta manera se atrasan infelizmente, y faltandoles el lucido porte, y el cebo para los amigos, se quedan solos à llorar sus desordenes, y entonces, aunque conocen sus descuidos, los sienten, pero mas sienten el no poder proseguir en sus extravagancias; pues por este amor desordenado à la obstentacion, tal vez despues se arrojan à delitos, que infelizmente los conducen à ser públicos exemplares de los demàs.

Ebene 3► Exemplum► La continua declamacion de mis [19] Conciudadanos, con que pretenden elevar las grandezas de Cadiz sobre el resto del Mundo, es ponderar lo brillante de los trages, y del comun sobresaliente adorno, aun de la ínfima Plebe: es este el argumento demonstrativo (à su parecer sin réplica) para probar, que es la mas rica, mas opulenta, y abundante del Orbe, y que sus moradores son los mas acaudalados, y los que logran, y posseen los apetecidos bienes de la fortuna; pero à la verdad, nada excita mas mi compasion, ni me aflige, que esta uniformidad de galas, ni este empeño odioso por excederse de aquellas reglas à que cada uno está obligado por su estado, y por sus possibles. En cada uno de los que miro haciendo figura en los sitios públicos, y represen-[20]tando distinto papel, que el que les compete, diviso con harto dolor aquellos mismos, que despues han de buscar los Sagrados, han de gemir en las prisiones, han de ocupar las Porterías de los Conventos, y han de morir en los Hospitales. No son estos temores efecto de mal fundadas cabilaciones, son en realidad precisas conseqüencias de tales desordenes; y no me arguyrán de triste en mis reflexiones, si cada uno vuelve la vista por los que hoy padecen estos trabajos, y trae à la memoria aquellos tiempos en que estos mismos infelices llenaban esos Paséos con el pomposo fausto de su fingida grandeza; y à excepcion de algunos, que viven sobre lo sólido de sus fondos, de su nacimiento, ó de sus patrimonios, todos los demás me parece los veo ca-[21]minar rápidamente à ser objetos de la lástima en la triste penalidad de su merecida miseria. ¡Pero qué exceptúo, si el daño es tan general, que à medida de las posesiones, se aumentan los excesos, y tocados todos de esta lastimosa demencia, parecen apuestan à ser desperdiciados, y à emplear en inútiles profusiones, ò el bien cuidado sudor de sus mayores, ò los estimables efectos de sus industrias! ◀Exemplum ◀Ebene 3

Si los trabajos, y desgracias originados de estos desordenes se mirassen solamente en aquellos, ò aquellas, que dieron suficiente motivo para adquirirlos, darían compasion, es verdad; pero vér, que los infaustos fines de estos principios comprehendan à sus familias, á sus tiernos hijos, é hijas, es un dolor, que nunca será bastante-[22]mente ponderado. En nada menos piensan estos inadvertidos pródigos, que en educar à sus hijos en las reglas de la razon, y prudencia, antes, por el contrario, desde su puericia los acostumbran, y crian en la delicadeza, en el regalo, y la profusion, sin enseñarles otras máximas para búscar la vida, que el bayle, los instrumentos, las diversiones, afeminando sus corazones, y apartandolos del amor industrioso à saber vivir. Cae precipitada à el golpe inevitable de sus gastos la aparente torre de su grandeza, y sorprehendidos aquellos tiernos ánimos de la inesperada desgracia, vacílan inexpertos, sin saber qué medios elegir para su alivio: todo quanto se les propone como descanso, atormenta la alta vanidad en que están criados, y primero quieren mo-[23]rir à manos del hambre, que baxar un punto de aquella elevacion en que sus padres les pusieron: à nada se acomodan; la lastima es, que para nada son buenos, y creciendo à expensas de su arruinada casa, mientras viven sus padres, quedan por su falta sin aquel, aunque pequeño arrimo, expuestos à todo género de vicios, y huyendo siempre del virtuoso trabajo para alimentarse. ¡O qué ruinas tan lastimosas! ¡Y ò qué infelices efectos de una locura!

Pero quien mas experimentan los crueles rigores de este abuso, son las pobres hijas, pues mas expuestas, y con menos proporciones para vivir, se miran las mas veces lamentable objeto de las inconstancias de la fortuna, la que las lleva infelizmente à el total abandó-[24]no de la desgracia: por estas causas se vén tantas mugeres bien criadas siendo el desprecio de todos, y buscando lo preciso para la vida à costa de la infausta muerte del honor, pues educadas con regalo, y entre tantas diversiones, hacen materia de estado aquel lucimiento, y faltando intereses que le conserven, libran lastimosamente contra sus mismos creditos, y pagan con pérdidas considerables la manutencion de aquellos falsos oropeles.

No dudo, replicarán muchos, que la decencia, y honrada obstentacion son las mas veces medio oportuno para el aumento de los intereses, y la máxima mas proporcionada para adquirirse amigos útiles, y decentes, con cuyas amistosas alianzas se aumentan las cor-[25]respondencias, crece el credito, y se proyectan expediciones grandes, cuyo manejo pone en la posesion de mayores fondos. No hay duda, yo tambien soy de este mismo parecer; pero se deberá advertir, que por decencia, y honrada obstentacion, se ha de entender todo aquello que no desdice del sugeto, que lo practíca, y que en su execucion proporciona los empeños con sus fuerzas, y entonces asi arreglado, logrará en felices efectos el premio de su prudencia; pero querer llamar precisa decencia, y honrada obstentacion tantos excesos como se advierten cada dia en los trages, y faustos de las familias, quando estos solo son pasageros resplandores, que parecen exhalaciones, qué apenas se divisan, quando se esconden, es procurar cubrir con capa de vir-[26]tud una accion defectuosa, y delinqüente; ¿porque cómo podrán disimular, ni ocultar la injusticia que hacen à sus hijos, y à sí mesmos [sic], quando por dár à estraños, y parecer mas de lo que son, destruyen aquellos bienes, que habian de ser la esperanza de su vejéz, y el adelantamiento de su descendencia? Ciertamente, que es una usurpacion, que les hacen los padres de familias de aquellos caudales, que si no los gastáran infructuosamente, ayudarian à sus establecimientos, y los apartaría de las mas infelices ocasiones de su ruina. ¡Pero qué desgracia! de nada están mas lejos los padres, y las madres, que de este cuidado, pues en proporcionando lo preciso, y aún lo superabundante para el fausto, el luxo, y los paseos à el campo, don-[27]de se consume tanto inutilmente, todo lo demás se olvida, y solo se piensa en representar un papel de esplendor en el Theatro del Mundo, que apenas dura en el corto espacio de una scena; pues como no son verdaderos personages en lo que aparentan, à la primera mutacion en que la fortuna corre los bastidores, se hallan desnudos, sin destino, y confundido con el ínfimo Pueblo, desde cuya baxeza satyrizando à los que les suceden en sus extravagancias, y despedazandose el corazon con una infernal embidia, acaban infelízmente su papel entre los lastimosos ayes de sus penas. Desengañemonos de este infame, y peligroso abuso, y formemos una vez discursos sólidos sobre el verdadero fondo de nuestras utilidades: no demos lugar à que [28] la miseria vergonzosa, y el desprecio cruél de los amigos sean nuestros Maestros para saber discurrir (aunque tarde) en lo perteneciente à nuestro propio estado, y conveniencia, que en este lastimoso caso, el conocimiento de lo yá delinquido, será el mas impio verdugo de nuestros yerros. ◀Metatextualität ◀Ebene 2

Con licencia: En Madrid en la Imprenta de Francisco Xavier Garcia, calle de los Capellanes.

Se hallarà este, y los demàs en la Librería de Juan Yuste, calle de la Concepcion, frente del Salvador, y en su Puesto Gradas de San Phelipe. ◀Ebene 1