El Corresponsal del Censor: Carta XIX
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Carta XIX
Zitat/Motto
Es menester que la
legislacion nos socorra, ó somos perdidos.
El Censor, Discurso CXXX. pag. 1199.
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Metatextualität
Señor Censor.
Excelente, excelentísimo y todo lo que se quiera, es el Discurso CXXX. en que suponiendo vm. un sueño que tuvo el Vizconde de Bolingbrocke, reprende los obscuros, vergonzosos y detestables vicios en que miserablemente se halla envuelto nuestro bello sexô. Solo desapruebo en él la falta de claridad, defecto muy comun en sus periodicos; constándome quedan algunos sin entender la sátira, ó ya sea por falta de penetracion, ó de paciencia; pues (como tengo dicho á vm. en alguna de mis Cartas) no acostumbramos leer dos veces las cosas, ni fatigarnos mucho para entenderlas. Basta de riña.
Por mas sátiras que salgan á luz contra las costumbres que se reprueban en el citado discurso, no hay que esperar mejora alguna en ellas. No, Señor Censor. El marido continuará mirando sin rubor á su propia muger asida del adúltero que le ultraja; y no desaparecerá esa especie de esclavos de prostitucion, que sin rubor alguno se presenta en público al lado de las viles mugeres que los tienen asalariados. Seguirá este desorden; las razones que tengo para persuadirme á ello, son las mismas que dió por escrito un amigo y apasionado del Vizconde de Bolingbrocke, luego que leyó la Carta dirigida por este famoso Addisson; las que traducidas libremente de su original al castellano venian á ser las siguientes.
El Señor Vizconde de Bolingbrocke tiene justas razones para quejarse y declamar tan amargamente contra los desordenes que advierte en su amada patria; pero toda su eloqüencia es y será infructuosa sino tiene efecto el proyecto que propone.
La Historia refiere los acaecimientos, reflexîona sobre ellos, y procura por este medio corregir las costumbres. Registrense desde Herodoto hasta nuestros tiempos quantas se han escrito, y se hallará en todas ellas cortísima diferencia. De la misma ambicion, de las mismas tropelias, de los mismos fraudes, homicidios y demas género de maldades están casi llenas todas sus páginas.
Pasemos á la Filosofia; á esa ciencia que despues de la predicacion Evangélica, parece nació solamente destinada á corregir las costumbres, y exâminemos sus progresos. Confieso que apenas advierto las ventajas que de ella se han sacado. Tan imperceptibles son. ¿Pues en qué pende que una ciencia que para establecer la sana moral no echa mano de la sátira, tampoco de los prestigios del teatro, ni de los rayos de la eloqüencia; que descarta todo instrumento de sorpresa, valiéndose solo de la simple razon, que abre á todos los ojos el libro de la naturaleza, escrito en idioma que nadie dexa de entender, hayan sido tan ineficaces sus esfuerzos y sus preceptos? ¿cómo viéndose en el dicho libro el origen de la moral en la propia constitucion de las cosas, porque nada supone y todo lo prueba, ha conseguido tan poco sobre nosotros? Registremos qualquiera página de él, y hallaremos escrito: Esta accion es dañosa á la sociedad, es mala; pues proscribase. Esta otra es ventajosa, es buena; sigase. Su objeto no es pretender el delirio de formar un hombre sin pasiones; es si hacer con ellas un hombre honrado, un hombre de bien. ¿Habla de Dios? Jamas le presenta como un Legislador arbitrario que manda ó prohibe sin otro motivo que el de querer ser obedecido. No dice honrarás á tus padres, solamente porque Dios lo manda: dice, Dios lo manda, porque si faltas á este primer grito de la naturaleza; ¿á quién honrarás? ¿A quién respetarás? No dice: huye la violencia porque Dios la prohibe: pero si dice; Dios la prohibe, porque con ella serian las Cortes, Ciudades y Villas un dilatando y espacioso teatro de turbacion de horror y de sangre. No dice tampoco; serás fiel á tu consorte, amarás á tus hijos, porque asi lo previene Dios: pero dice; ¿sino eres fiel á quien eternamente debes serlo, sino amas á tus hijos, á quién guardarás fidelidad? ¿á quién amarás? La Filosofia enseña que no es la ley una pura invencion del espíritu humano como algunos impíos han querido defender; y sí la expresion de la razon general que gobierna al Universo; que es universal, eterna, inmutable como ella misma; que no varía, segun los lugares, los tiempos y circunstancias; y despues de haber difinido las virtudes y los vicios, lejos de ver en Dios un juez implacable, descubre en él un Padre que castiga amorosamente á sus hijos para atraherlos al orden que deben guardar.
Dice el Señor Vizconde, que es menester cimentar la autoridad de los padres y de los maridos. Dice muy bien; fortifiquemos la autoridad paternal, la primera y mas sagrada de todas. Esta dimana de Dios, y es la que gobernó á los primeros hombres antes que hubiese Monarcas, y la que Rómulo puso por cabeza de sus leyes. Sean los padres responsables de la conducta de sus hijos, como acaece en la China, pues supone la ley que si estos hubiesen sido bien educados no habrian cometido tal delito; y se verá disminuir el número de tantos como se encenagan en todo género de disoluciones.
La autoridad de los maridos debe ser el segundo paso que ha de darse para levantar el edificio que se pretende. Bien se sabe la grande extension de ella en tiempo de los Patriarcas, y que agradar á sus esposos fue siempre el principal estudio de Sara y Raquel.
¿Sucede asi hoy en los nuestros?
Lo freqüentes que son estos vergonzosos y
escandalosos casos entre nosotros, hace que los miremos con
una casi estúpida indiferencia.
Dándoles á los maridos mas autoridad sobre sus esposas, procurarian estas ganarles el corazon, encerrándose en el seno de su familia, y entonces prosperaria la educacion de los hijos, la economia, la concordia y el bien comun.
Ahora bien: si la predicacion de los Poetas, de los Historiadores y de la Filosofia , no ha podido jamas mejorar nuestras costumbres; es preciso subscribir á la opinion del Vizconde, y repetir que se necesita el amparo del Gobierno para lograrlo: á su disposicion solamente están dos resortes los mas poderosos para poner en orden el mundo moral: estos son el castigo y la recompensa. Es cierto que en sus Fábulas, siempre los Poetas nos presentan castigado el vicio; pero leemos en la Historia muchos mas crímines [sic] felices, que virtudes premiadas. Toca al Gobierno recompensar estas, y castigar aquellos. Luego que se ponga en uso máxîma tan justa, será feliz y respetada mi amada Patria, y qualquiera otra; de lo contrario, por mas que canten los Poetas, por mas que la Historia instruya, y por mas que la Filosofia señale el camino de la virtud, serán sus progresos en lo subcesivo, iguales á los que han hecho hasta aqui.
Nada mas, Señor Censor , se le ofreció que exponer al amigo del Vizconde sobre la Carta de este Addisson; ni á mi tampoco por ahora mas que repetirme á sus órdenes.
Excelente, excelentísimo y todo lo que se quiera, es el Discurso CXXX. en que suponiendo vm. un sueño que tuvo el Vizconde de Bolingbrocke, reprende los obscuros, vergonzosos y detestables vicios en que miserablemente se halla envuelto nuestro bello sexô. Solo desapruebo en él la falta de claridad, defecto muy comun en sus periodicos; constándome quedan algunos sin entender la sátira, ó ya sea por falta de penetracion, ó de paciencia; pues (como tengo dicho á vm. en alguna de mis Cartas) no acostumbramos leer dos veces las cosas, ni fatigarnos mucho para entenderlas. Basta de riña.
Por mas sátiras que salgan á luz contra las costumbres que se reprueban en el citado discurso, no hay que esperar mejora alguna en ellas. No, Señor Censor. El marido continuará mirando sin rubor á su propia muger asida del adúltero que le ultraja; y no desaparecerá esa especie de esclavos de prostitucion, que sin rubor alguno se presenta en público al lado de las viles mugeres que los tienen asalariados. Seguirá este desorden; las razones que tengo para persuadirme á ello, son las mismas que dió por escrito un amigo y apasionado del Vizconde de Bolingbrocke, luego que leyó la Carta dirigida por este famoso Addisson; las que traducidas libremente de su original al castellano venian á ser las siguientes.
El Señor Vizconde de Bolingbrocke tiene justas razones para quejarse y declamar tan amargamente contra los desordenes que advierte en su amada patria; pero toda su eloqüencia es y será infructuosa sino tiene efecto el proyecto que propone.
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Allgemeine Erzählung
Casi desde que el tiempo
corre á la par con la iniquidad de los hombres, hubo
una especie de Predicadores (ó llámense Censores, si
gusta de ello el Señor Vizconde), que para
recomendar las buenas costumbres, pintaban el vicio
y sus fatales conseqüencias con los
mas feos y atezados colores. Hablo de los Poetas; de
esos hombres que afectando hablar un idioma divino,
se hacian escuchar con gusto. No incluyo en el
número de ellos á Orpheo, porque se debilitan mucho
las verdades quando se quieren acreditar con
Fábulas; y asi paso á discurrir sobre las obras que
conocemos; tales como las de Homero, Virgilio,
Lucano, Camoens y Milton. Exâminemos los progresos
que hizo la virtud con el auxîlio de estos
maravillosos esfuerzos del entendimiento humano.
Ni uno solo creo hayan destruido quantas Tragedias y Comedias se han representado y escrito hasta ahora, y consiguientemente tampoco adquirido por medio de ellas una virtud; no siendo ó no debiendo ser otro su objeto: la prueba de mi asercion se acredita en que por buenas piezas teatrales de moral que nos representen, no dexa aquella atrevida é impudente Frine tan ilustre como la misma nieta de Caton, de predicar con sus desordenes á las de su sexô, que el pudor es innoble, y prenda de gente plebeya, que no debe merecer atencion alguna el cuidado del esposo, de los hijos ni de la familia; ni tampoco desaparecen los hombres duros, injustos, opresores, pérfidos y fanáticos.
No señor.
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Exemplum
Quando la Iliada se
cantaba por la Grecia, se hallaba esta dividida en
tantos partidos, quantos Estados contenia. Nada se
oia, nada se veia en ella sino continuos ataques,
continuas piraterias, y ciertas intestinas
convulsiones que destruian en un todo la
constitucion general. Homero era un
famoso Astrólogo politico, que adivinando las
funestas resultas de semejantes desordenes, queria
con la moral de su obra curar males tan graves. Se
valió para conseguirlo de la voz de la razon, de
la fuerza de los exemplos, de la magestad del
estilo, de la pompa de las palabras, y de los
encantos de la Poesía. ¿Cesó acaso con tan buenos
remedios la arriesgada enfermedad de la division?
De ningun modo: cantaban los Griegos los versos de
Homero, elogiaban su poesía y la moral de ella
hasta lo sumo, y estaba al mismo tiempo empeñado
Corcyro en hacerse dueño de Corinto; hallábase
Tebas armada contra Atenas, en combustion Megara
contra Esparta, y profesándose esta y Atenas un
ódio eterno, todo el resto de la Grecia se veia
envuelto en sus odiosas y destructoras querellas.
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Exemplum
Lisongeando á los Romanos en su
Eneida el juicioso Virgilio, debemos persuadirnos
no se propuso otro fin que el de hacer revivir en
sus corazones virtudes que estaban casi espirando.
Con esta idea cantó un Héroe justo, paciente,
valeroso, y siempre lleno y penetrado de respeto
para con los Dioses. Tal es el principal carácter
del piadoso Eneas: y para inspirar mayor horror de
la irreligion y de otros vicios de que estaba
contagiada la Metrópoli del Orbe, abre los
Infiernos, y hace que los profanos mortales vean
sumergidos en aquel abismo de dolor y
desesperacion, al orgulloso Salmoneo, á los
atrevidos Titanes, al insolente Ticio, á los
avaros que acumulando oro sobre oro, negaron todo
socorro al próximo: á los pérfidos tutores, que
abusando de la inocencia de sus clientes,
ocultaron ó malgastaron los caudales de que eran depositarios. Tambien les hizo ver
los Padres incestuosos, los hijos parricidas, y
los Magistrados que eludieron las leyes por el vil
interés de ese metal movil de todo vicio. ¿Y qué
consiguió Virgilio con esta tan horrorosa pintura,
que se puede decir dexo en bosquejo, pues levanta
el delicado pincel de su pluma, asegurando que si
tuviese cien bocas y cien lenguas, y una voz de
hierro, ni podria representar todos los crímenes,
ni los varios castigos con que son atormentados
aquellos infelices en pena de ellos?1¿Qué logró Virgilio,
vuelvo á preguntar, con esta descripcion tan
melancolica del Tártaro, ni con que
el miserable Padre de Ixîon envuelto y sumergido
en sus tenebrosas sombras, repitiese continuamente
en alta voz: que aprendiesen de su desdicha á
respetar la Justicia y reverenciar á los Dioses?
¿Mejoró de conducta y costumbres el malévolo
Tiberio, monstruo de quien se dice, que tenia los
males agenos por bienes propios, y que consideraba
haber tormentos mas duros que la misma muerte?
¿Mejoró su sobrino Calígula, á quien algunos
Historiadores llaman loco, por no ser posible
persuadirse cupiesen desvarros tan malvados en
hombre que no lo fuese? ¿Mejoró Neron epítome de
toda iniquidad? ¿Ni mejoró tampoco aquella
multitud de almas baxas y corrompidas, que
deshonrando la humanidad y el Imperio, hacian
mérito de la depravacion? Bien sabe el Señor
Vizconde que continuaron en sus
infamias.
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Exemplum
Lucano, que con
aquella energia y vehemencia en el decir que le
era tan natural, se burla en su Farsalia de los
que iban a consultar al templo de Júpiter Amnon;
¿consiguió acaso desengañar á los Romanos, ni
curar sus supersticiosos delirios? Lejos de eso:
antes parece que hicieron empeño en seguir con sus
sueños, sus adivinos y sus oráculos, consultando á
estos y á las entrañas de los animales.
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Exemplum
Vasco de Gama y sus
compañeros, á quienes pinta Camoens como
verdaderos modelos del Christianismo, del Comercio
y de la humanidad; ¿procuraron acaso los Européos
ser ni aun medianas copias de aquellos excelentes
originales? Todos saben lo manchadas que están de
inocente sangre las hojas de la historia de la
América: por lo tanto me contemplo dispensado de presentar á los ojos de la sensible
humanidad un quadro tan horroroso.
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Exemplum
Milton, con su
Poema Epico, con un asunto acaso el mas bien
desempeñado, y mas propio para predicar á los
hombres, ¿logró por ventura que estos mejorasen de
costumbres? No lo sé: pero lo que puedo asegurar
es, que siendo justamente en el Reynado de Carlos
II. quando los Ingleses principiaron á leerle; en
ese propio Reynado se vieron entronizadas mas que
nunca la embriaguez, la sensualidad y el luxo;
despreciando la caida y castigo del hombre que
estaban leyendo y admirando.
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Exemplum
Aquellos dos
poderosos resortes del corazon humano, el terror y
la piedad, que tan diestramente supieron manejar
en sus tragedias Eschylo, Sophocles y Eurípides,
aterraban á los Griegos, los hacian derramar
lágrimas, morian los niños de susto,
y abortaban las mugeres como se verificó en la
Tragedia las Euménides del terrible y vehemente
Eschylo: pero este horror, este pasmo y este
asombro que causaba en los Expectadores tales
representaciones, era solo un Imperio pasagero
sobre los sentidos, y no sobre las costumbres. Ni
las mugeres griegas fueron mas castas, ni
desempeñaron mejor en lo subcesivo las
obligaciones de madres, ni los hombres abandonaron
tampoco sus abominables vicios.
Ni uno solo creo hayan destruido quantas Tragedias y Comedias se han representado y escrito hasta ahora, y consiguientemente tampoco adquirido por medio de ellas una virtud; no siendo ó no debiendo ser otro su objeto: la prueba de mi asercion se acredita en que por buenas piezas teatrales de moral que nos representen, no dexa aquella atrevida é impudente Frine tan ilustre como la misma nieta de Caton, de predicar con sus desordenes á las de su sexô, que el pudor es innoble, y prenda de gente plebeya, que no debe merecer atencion alguna el cuidado del esposo, de los hijos ni de la familia; ni tampoco desaparecen los hombres duros, injustos, opresores, pérfidos y fanáticos.
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Exemplum
¿Adelantaron algo
Horacio ni Juvenal con sus sátiras? Desterraron
por medio de ellas las Mesalinas, las Locustas,
los Mathones, ni los Régulos? ¿Con la de Persio,
que sirve de epígrafe á la Carta del Vizconde, se
acabaron los Natas? ¿Finalizaron los Letrados que
defendieron á los Umbros y á Marso?
La Historia refiere los acaecimientos, reflexîona sobre ellos, y procura por este medio corregir las costumbres. Registrense desde Herodoto hasta nuestros tiempos quantas se han escrito, y se hallará en todas ellas cortísima diferencia. De la misma ambicion, de las mismas tropelias, de los mismos fraudes, homicidios y demas género de maldades están casi llenas todas sus páginas.
Pasemos á la Filosofia; á esa ciencia que despues de la predicacion Evangélica, parece nació solamente destinada á corregir las costumbres, y exâminemos sus progresos. Confieso que apenas advierto las ventajas que de ella se han sacado. Tan imperceptibles son. ¿Pues en qué pende que una ciencia que para establecer la sana moral no echa mano de la sátira, tampoco de los prestigios del teatro, ni de los rayos de la eloqüencia; que descarta todo instrumento de sorpresa, valiéndose solo de la simple razon, que abre á todos los ojos el libro de la naturaleza, escrito en idioma que nadie dexa de entender, hayan sido tan ineficaces sus esfuerzos y sus preceptos? ¿cómo viéndose en el dicho libro el origen de la moral en la propia constitucion de las cosas, porque nada supone y todo lo prueba, ha conseguido tan poco sobre nosotros? Registremos qualquiera página de él, y hallaremos escrito: Esta accion es dañosa á la sociedad, es mala; pues proscribase. Esta otra es ventajosa, es buena; sigase. Su objeto no es pretender el delirio de formar un hombre sin pasiones; es si hacer con ellas un hombre honrado, un hombre de bien. ¿Habla de Dios? Jamas le presenta como un Legislador arbitrario que manda ó prohibe sin otro motivo que el de querer ser obedecido. No dice honrarás á tus padres, solamente porque Dios lo manda: dice, Dios lo manda, porque si faltas á este primer grito de la naturaleza; ¿á quién honrarás? ¿A quién respetarás? No dice: huye la violencia porque Dios la prohibe: pero si dice; Dios la prohibe, porque con ella serian las Cortes, Ciudades y Villas un dilatando y espacioso teatro de turbacion de horror y de sangre. No dice tampoco; serás fiel á tu consorte, amarás á tus hijos, porque asi lo previene Dios: pero dice; ¿sino eres fiel á quien eternamente debes serlo, sino amas á tus hijos, á quién guardarás fidelidad? ¿á quién amarás? La Filosofia enseña que no es la ley una pura invencion del espíritu humano como algunos impíos han querido defender; y sí la expresion de la razon general que gobierna al Universo; que es universal, eterna, inmutable como ella misma; que no varía, segun los lugares, los tiempos y circunstancias; y despues de haber difinido las virtudes y los vicios, lejos de ver en Dios un juez implacable, descubre en él un Padre que castiga amorosamente á sus hijos para atraherlos al orden que deben guardar.
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Allgemeine Erzählung
Sin embargo, esta sublime
y simple Filosofia, este brillante farol de la
razon, ¿qué costumbres mejoró? ¿qué vicios ha
desterrado? Solo algunas bárbaras preocupaciones:
pero los vicios de que están corrompidas las
naciones, subsisten, y me persuado subsistirán sino
se toman otros medios de acabar con ellos.
Dice el Señor Vizconde, que es menester cimentar la autoridad de los padres y de los maridos. Dice muy bien; fortifiquemos la autoridad paternal, la primera y mas sagrada de todas. Esta dimana de Dios, y es la que gobernó á los primeros hombres antes que hubiese Monarcas, y la que Rómulo puso por cabeza de sus leyes. Sean los padres responsables de la conducta de sus hijos, como acaece en la China, pues supone la ley que si estos hubiesen sido bien educados no habrian cometido tal delito; y se verá disminuir el número de tantos como se encenagan en todo género de disoluciones.
La autoridad de los maridos debe ser el segundo paso que ha de darse para levantar el edificio que se pretende. Bien se sabe la grande extension de ella en tiempo de los Patriarcas, y que agradar á sus esposos fue siempre el principal estudio de Sara y Raquel.
Ebene 3
Exemplum
En los primeros tiempos y
leyes de Roma, no tenia otro juez una muger que
delinquia que á su propio marido: llamaba este á los
parientes de ella, y todos juntos juzgaban y
sentenciaban la causa. Esta gran ley produxo el
milagro (si se me permite hablar de este modo) de
que en muchos siglos no se presentase
en los Tribunales quexa alguna contra ellas: ningun
proceso de adulterio, ninguno de divorcio.
Ebene 3
Exemplum
¿Nos escandalizamos de
tantas demandas de divorcio como se escandalizaron
en Roma, despues de la primera guerra púnica de la
que presentó Spulio Carvilio?
Dándoles á los maridos mas autoridad sobre sus esposas, procurarian estas ganarles el corazon, encerrándose en el seno de su familia, y entonces prosperaria la educacion de los hijos, la economia, la concordia y el bien comun.
Ahora bien: si la predicacion de los Poetas, de los Historiadores y de la Filosofia , no ha podido jamas mejorar nuestras costumbres; es preciso subscribir á la opinion del Vizconde, y repetir que se necesita el amparo del Gobierno para lograrlo: á su disposicion solamente están dos resortes los mas poderosos para poner en orden el mundo moral: estos son el castigo y la recompensa. Es cierto que en sus Fábulas, siempre los Poetas nos presentan castigado el vicio; pero leemos en la Historia muchos mas crímines [sic] felices, que virtudes premiadas. Toca al Gobierno recompensar estas, y castigar aquellos. Luego que se ponga en uso máxîma tan justa, será feliz y respetada mi amada Patria, y qualquiera otra; de lo contrario, por mas que canten los Poetas, por mas que la Historia instruya, y por mas que la Filosofia señale el camino de la virtud, serán sus progresos en lo subcesivo, iguales á los que han hecho hasta aqui.
Nada mas, Señor Censor , se le ofreció que exponer al amigo del Vizconde sobre la Carta de este Addisson; ni á mi tampoco por ahora mas que repetirme á sus órdenes.
1Non mihi si linguæ centum sint; oraque centum; Ferrea vox, omnes scelerum comprendere formas, Omnia pœnarum percurrere nomina possim. Virg. Ænei. Lib. VI. v. 625.