El Escritor sin Titulo: Discurso Septimo

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Discurso Septimo

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Bendito sea Dios, que ya he quedado libre de polvo y paja con mi Discurso bueno ó malo, para echar por esos trigos, y seguir la senda que mis Concisnes ó Congrajos dexan tan trillada. Ahora sí que han de llevar las corruptelas y abusos tantas manotadas y hurgonazos, que no han de levantar cabeza. ¡Qué zurra les espera á los pisaverdes cascabelillos, modistas y chuchivecos! Poco he de poder, ó los vestidos de golilla, mostachos y vigotes han de renacer de sus cenizas ó contarse con los muertos, in æternum, & ultra. Laincalvo, la Reyna Ana, Nuño Rasura, Fernan Gonzalez, Doña Urraca y otros, han de ser mis pies y mis manos; y si de esta hecha no vuelven á este mundo, se estarán en el otro. Ya pueden las gayterías, trapisondas, chucherías y todo el matarotage de pulir feas, aprender mejor oficio ó ir con la música á otra parte, que no siempre hemos de ser zánganos que retaquemos las Colmenas extrañas, quedándonos sin cera y sin miel. Sobre que me han venido tentaciones de Licurgo, y garambaynas de Solon, que me ponen en estado de remediar al mundo, y volver los hombres como si fueran tortillas. Bien pueden prevenirse las que presumen de ganzuas, y visten á costa de lo que desnudan, que de hoy en adelante estan declaradas por hurones agazapados, polilla racional y gorgojos del grano mas puro, que tenemos en nuestra casa. ¡Qué proyectos me estan volitando en los esparavanes del pelicráneo! Si todo el mundo no se chupa las uñas con ellos, es un loco, insípido, chocho y carraña. Desde hoy sí que espero que la posteridad haga conmemoracion de mis escritos, y los coloque en la repostería del buen gusto; para sabrosear las crispas y lijosas gargantas de los sabios. Con qué gustazo, si he muerto en gracia de Dios, tendré la gloria accidental de verme libre de músicos y danzantes, que á título de mal hablados, charlatanes de alquiler, y críticos por infusion, no le dexan á uno criar pelo. Que venga entónces esta chusma gritona, petardista, y faraute, rascándoles el mugre á sus chillones y dulzaynas, soplando por oficio y moliendo por necesidad, solo porque á título de mejorarlos de seso, se les permite manosear cartapacios. ¿No sabe Dios y todo el mundo, que yo como por mis manos, como otros por sus dediles, y que en dando las doce todos me miran y ninguno me conoce? pues Pastelero á tus pasteles; no se logran truchas á bragas enxutas; el que quiera peces, que se moje la trastienda; que si yo soy tonto, no seré solo, y me queda el consuelo, de que si es verdad lo que mintió Aristóteles, que todo semejante apetece su semejante; yo estoy como un Príncipe, pues no han de faltarme apetitosos; y sobre todo canela. Nunc sic: La pieza de exámen, piedra de toque y ensayo de los críticos del dia es, andarse á vueltas con el Teatro, sacarle las colores á la cara, zepillar sus zoquetes, desmoronar sus tablas, hacer leña de sus palitroques, y no dexar tronco sin hacerlo astillas. Pues á fe á fe que no he de ser ménos que los demas, y que tambien hipo por cargarme los dictados y campanillas de hombre de mucho Pro, versado de zurribandas y cascador de por vida. Segun este principio indubitable, cierto, claro como el agua, y dulce como una jalea, no tengo en qué detenerme, sino de golpe y porrazo zambullirme á sabiondo, porque ya sé el camino. Fuera de que uno de los modos mas bellos y delicados para engañar inocentes, es emplear sus mordiscos y araños en hombres famosos por su crédito y escritos, porque en tocándoles el bulto á estos personages, piensan que la pluma que los tilda se remonta mucho mas allá de donde se pasean las Aguilas.

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Don Pedro Calderon de la Barca tuvo algun dia (quando la España andaba en fajeros y mantillas) su punta de partido, con no poca escolta de peritos y paniaguados; hoy todavía tiene algun bando á la sordina, aunque, sin atreverse á decir esta boca es mia, ni aquí estoy yo, porque no lo capirucen de inculto y semi-bárbaro.
¿Pero qué tenemos con eso? Mucho y muchísimo: porque si haber desentronizado á este pobre hombre de la silla, que le habia fixado el comun aplauso, es motivo para que los desentronizadores esten reputados por el tu autem; si yo logro que ellos se desentronicen, ¿qué razón habrá para que no sea quando ménos el ego autem? Pues hoc opus, hic labor est. Allá voy con mis once de oveja, sin temer á Rey ni á Roque. Verémos si es oro todo lo que reluce, y si es lo mismo ver los toros que torear. Es cierto, si va á decir verdad, que nuestros mayores y ascendientes hiciéron unos versotes á manera de engrudo, machacones y pegajosos, que no hay quien los pueda tragar: que los mas de ellos atropelláron las reglas mas curtidas y zurradas de la antigüedad, y nos dexáron unas piezas que Dios nos asista; pero tambien lo es, que nuestros Tutores modernos han hablado mucho, y hasta ahora no nos han dado un retazo, que nos pueda servir de norma. Los nombres de Aristóphanes, Eurípides, Terencio, Plauto y Séneca entran y salen de tropel, mas para nuestro oprobrio que imitacion. Así discurriamos los sectarios del mal gusto, sin hacer caso de la gritería que la gente del bronce, los Galli-Hispanos penosos y remilgados nos empujaban á todas horas, hasta que nos han hecho conocer el Gigante por el dedo, poniéndonos á la vista un intermedio, (saynete por mal nombre) que no hay mas que abrir ojos y mirar. Este es el que solo se computa por diez mil, el que zarpa los gages de Fenix, y el que nos ha de servir de blanco para dirigir nuestros tiros. Solo el título vale una India: Tribunal de la Poesía Dramática; pues por lo ménos en lo que tiene de Tribunal supone juicio. Ciertamente que no mas el romper de cortina del Actor se debia pagar á peso de plata, porque despues de varias entruchadas y recovecos, con que le manda el ingenio que venga vaya, es un gusto ver como á manera de Tribuno de la plebe, en tono de abertura de Asamblea ó Cortes generales, llama la atencion de los Espectadores, sin ménos arrumacos “que Madrid : : : : : Villa : : : : : Corte : : : : : y Pueblo” para que por los quatro costados que la constituyen, esté con la boca abierta esperando la importante noticia á que es llamada.

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El Tumbarron de Phedro, uno de aquellos picaros que cardan la lana á los presumidos y atronados, nos pinta un monte preñado, con la tripa á la boca y ya fuera de cuenta, segun los Historiadores coetaneos, y mas verídicos testimonios. Puesto á parir, como es oficio de tan mala guisa, segun dicen, daba unos gritazos y alaridos, que toda la tierra se puso en espectacion á ver lo que daba á luz. Causa no poca confusion entre los eruditos, que sus Comentadores y Analisistas no nos hayan dexado ni la menor noticia de quiénes fuéron su Partera, Comadron ó Agente de negocios; pero todos convienen que con la mayor felicidad y sin la menor desgracia pario un Raton muy chairo y muy mono. Esto lo quieren aplicar á cierta casta de páxaros, que alborotando el mundo con sus rimbombos, emporcando á los Sabios con sus chafarrinadas, y poniendo al género humano en deseo de ver sus producciones y embuchados, salen luego con un re-naquajo, giboso, legaña y arrapiezo. Ola, nadie piense por esto que sucedió lo mismo con la preciosa convocatoria de Madrid, como Corte : : : : : Villa : : : : : y Pueblo; porque era nada ménos, que para darle la lúgubre, melancólica, y espantosa noticia de que uno de sus primeros papeles se habia trastornado el juicio; y ya se ve, que no es cosa de mogiganga, ni desprecio, que uno de los primeros papeles de la Villa, Corte y Pueblo de Madrid tenga el juicio trastornado.
Lo que es sin duda un primorcito de primorcitos es cada verso de por sí, é in solidum. Allí se ve la armonía é instruccion con una sal de Tártaro ó de Medo, que no puede llegar á los labios sin empaladar los bofes. Vaya uno, que en tono de invocacion es ni mas ni ménos, que como se sigue:

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Válgame Bernardo el Carpio,
los doce nones ó Pares,
el pulgar de un Carnicero,
y las tixeras de un Sastre.
Aquí no hay cosa que huelgue, cada línea tiene sus quatro pies como el caballo de Bamba, y cada copla sus quatro líneas, como las pudiera hacer el dicho Juan de Coca, Juan de Mena ó Juan de Buena alma. Verdad es que ésta como todas las que siguen, & nati natorum, & qui nascentur ab illis, van por el mismo estilo; pero cada uno se entiende, pues por no incidir en un ápice con la fábula de Fedro, ni tener cosa que de mil leguas huela á parto, ha querido ahorrarse hasta de conceptos. Algunos han querido zaherirle malamente, porque ha invocado y pedido en su ayuda los equívocos de Cancer, la discrecion de Calderon, la gravedad de Lope, el no sé qué de Quevedo y de Moreto, el no sé quándo, porque dicen, y al parecer bien, que debía, llamar los Boilaus, los Racines, Molieres y Corneilles; pues siendo nuestros miserables Poetas Cómicos tantas veces desjarretados de su pluma, y tratados como miembros podridos de la verdadera literatura, no debia desear la imitacion de quien tanto ha ultrajado con el desprecio. Pero no lo entienden: es la humildad la basa en que estriban todas las virtudes: como por precisa ilacion y camino ordinario, el que se humille será exaltado, sin que tenga quite ni haya razon de dudar. ¿Qué extraño será, pues, que se aplane en este piélago el que en la reforma del Teatro va á plantificar el buen gusto y la práctica de la virtud, siendo una de las cosas mas recomendables el exemplo? No hay paso sin belleza, ni copla sin admiracion; pero no se puede hacer el escrutinio de todas, sin formar un proceso de lo que llaman en infinitum, y así contentémonos con saber, que la Autora de la Compañía se supone loca en la primera semi-scena: que Madrid : : : : : Villa : : : : : Corte : : : : : y Pueblo, (¿qué significarán tantos punticos?) está prevenida de este importantísimo negocio, y deme Vm. que inmediatamente

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“levántanse (como si fueran faldas) las cortinas del Teatro : : : : : y aparece un no sé qué á manera de Trono, formado sobre una gradería de quatro gradas, sentada en él la Poesía Dramática, como Reyna del Teatro.”
Lo mismo fué ver esta maniobra y aparato, que luego me ocurriéron dos cosas, que las he de desembuchar porque no se me crie fiemon. La primera fué, que hubiera tenido por mas propio el que la señora mia hubiera hecho el papel de Maestra de las costumbres que el de Reyna, porque no teniendo en su jurisdiccion mas que pelgares, gente que almuerza tarángana, come gazofia, y cena calabacines, ¿de dónde habia de sacar el Manto Imperial, Caduceo, Corte y Palaciegos soplados de oficio? Item: La Poesía Dramática, como todas las demas Poesías, tiene por forma constitutiva la ficcion, en tanto grado, que así como implica hombre sin alma, implica Poeta sin ella; y ya se ve, que no es esto cosa digna de la Magestad. Aliunde, que esta misma señora castiga y reprehende sus súbditos, no por forma judicial ni camino derecho, sino ridiculizando los vicios y deformidades de sus mirones, y encaxando por extravíos y rodeos sus tajos y reveses, cosa que tampoco parece conforme á la integridad de un Monarca. Preterquamquod, esto es darle antelacion sobre las demas partes que dividen la Poesía en comun, y estamos expuestos á que los señores Epicos no lo lleven á bien, y mañana nos pongan una guerra, en que pueden peligrar muchos sugetos de circunstancias y carácter. La otra cosa que me geringó la paciencia fué, que la señora mia, segun toda buena crianza y naturalidad, supuesto que salia en ayre de hacer justicia y reformar defectos, no debia permitir que levantasen las cortinas, (como si fueran faldas) porque este modo de hablar, sobre ser rancio, y apestar á equívoco de bodegon, es muy puerco, y no muy conforme á la seriedad de la Reyna, ni al estilo del Saynete, que aunque tanto da que reir, no tiene ni un teruncio de jocoso. Estos escrupulillos me rebrincaban en el estómago; pero por fin saliéron fuera, quedé desahogado y con pruebas de remate, que me califiquen de Protonecio. ¿Porque quién no ve que esto debe ser á la Francesa? Y como yo no sé mas que rezar en mi Breviario, es fuerza que me digan en mis barbas, que soy un pobrete Castellano viejo, ó Aragones mozo, que todo se va allá. A mas, que siendo esta Reyna loca, puede como tal decir lo que le dé la gana, sin que sea mas que locura quando diga, haga ó represente. Sobretodo, la acotacion está que ni de molde, porque aunque algunos nimiamente cosquillosos le cercenen hasta el título, no pareciéndoles bien que el lugar donde una Reyna da sus determinaciones se llame Tribunal, porque este garbato es para los Juzgados inferiores: yo no soy hombre que me ando en esas menudencias, y me sé tragar cosas mucho mas gordas. Lo que no puedo negar es, que preocupado de un terror pánico, y baylándome todas las coyunturas como á un azogado, no me atrevia á mirar los dos personages que traia la Poesía Dramática, sirviéndole de braceros, Ministros, ó lo que es mas seguro Gentiles-hombres, porque á mas de traer las cabezas escavechadas con su punta de laurel y todo recado, roponazos á modo de Colegiales Chopistas, ó Cardenales de San Andres á medio vestir, ¿quién no se espantaria al oir que eran Eurípides y Menandro, gente que tiene acomodada su alma para tostones, y que hace miles de años que paso la barca de Charon, y visto la triple dentadura del Mastin Trisauce? Porque parece cosa de encantimiento, ó lo que llaman levantar figura, que se vengan estos señores mios á ponernos las peras á quarto, con plaza de Correctores de nuestras costumbres. ¿Y si no díganme los mas apestados de novelistas, esta escena no es en tiempo de la Autora, que hoy en el dia come, bebe, pasea y se rasca quando le pica? ¿Este saynete no se representa en Madrid como lugar formal? ¿Pues qué razon habrá para que estos dos estafermos se nos planten en el Teatro, haciéndoles venir de tan léjos, y sacándolos de sus zahurdas, escondrijos ó fosquetas; y mas quando uno de ellos está declarado cortejo de la señora Thesiphone, que es quien con un vardapalo ó látigo de á guias impide salir las almas de su jurisdiccion? Pero quando tengamos unas tragaderas tan anchas y espaciosas como el Rollo de Malagon, y creamos verisímil todo este entusiasmo, ¿cómo hemos de componer que un hombre de tanto juicio como el señor Eurípides ha de hacer la corte á una manía? ¿Qué un sugeto tan soflamero y bufon como Menandro esté con una seriedad que ni la de todo su Areópago? ¿Y no sabrémos si estos señores mios viniéron en posta ó en bala? ¿Habrá quién nos diga quién les dió cerilla para este entierro, y qué sueldo se les ha señalado por reformar abusos, que entre ellos tal vez no lo fuéron, y morgonar virtudes, que conociéron como vicios, ó de las que no tuviéron noticia? Así discurria yo creyendo que habia hecho algo;

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pero luego me ocurrió que nuestro Cerbantes desterró los Libros de Caballería, sin mas que pintar un caballero andante, copiando en él todos los desvaríos y tonterías que estaban esparcidas en la purrielería de los demas, formando tal armonía de monstruosidades, que será la admiracion de los siglos, sin que nunca se pueda admirar bastantemente cómo por atajos y emboscadas llegó á la cumbre de la perfeccion, dexándose en la falda los miserables trofeos que le estimuláron á tomar la pluma.
Lo que no tiene duda es, que el brazo de Dios no está ligado; que cria á su arbitrio las peras de buen Christiano, y las calabazas, los ingenios de primer órden, y los pedantistas y zaquizamies. ¿Pues qué nos sabemos aquí si este Saynete ha querido juntar las imperfecciones de todos sus antipasados, y de este modo alzarse con el santo y la limosna? Los ingenios grandes, los espíritus cyclopes, y las plumas de cisne, van por otro rumbo que los buscapies, tronadores y hominicagurrios. Nuestro Teatro, ha dicho mil veces este ingenio, está en la última desolacion, pide de justicia la reforma, nuestros Poetas no han sabido dónde se tenian la cara, y para remedio de todo se dexó de cuentos, puso lo mano en la masa y echó manos á la obra. Una de las cosas que mas inculca y que sin disputa tiene algo de razonable es, que seria bueno que el Teatro Español observase las rigurosas constituciones del de Francia; y para que no se dixera que negaba con el exemplo lo que afirmaba con la pluma, es comunísimo entre los Sabios Franceses el usar de pareados para todas sus Dramas; y porque no le faltara este requisito al saynete, aunque en el preámbulo nota introduccion, portal ó fachada, empieza en romance castellano; en llegando la Reyna á desplegar los labios, no lo hace sino con versos Reales, esto es, á la Francesa, y á mas abundamiento á la Gasié. Es verdad que los Críticos Franceses concluyen sus Piezas en el metro que las comienzan sin discrepar un flux de gaita, ni andarse, como dicen, á picos pardos. Nuestro ingenio no parece que entiende de coche que se marea, pues á las catorce líneas muda de estilo, y lo hace con mas continuacion que yo la camisa: hasta seis veces se cuentan, en pocas hojas; ¿pero esto qué tiene que hacer? Esta regla y otras de su alcuña, con las que han querido manchar la memoria de nuestros abuelos, es, y se debe entender para las piezas mayores, en donde no cuesta dificultad tan rígida observancia; pero en las menores es cuento; y el que se quiera esclavizar á esta mazmorra, allá se las haya, y con su pan se lo coma. Por lo que toda la Nacion le debemos dar muchas gracias, es por el feliz descubrimiento y plantificacion del carácter en nuestros Teatros, pues hasta el dia de hoy ha sido una fábrica que nadie ha podido sostener. Y si no dígame alguno: ¿ha visto locura con tanto juicio como la de la Poesía Dramática ? ¿Desde el principio hasta el fin no está aquella pobre señora oyendo á todo el mundo, que ni un Alcalde novicio? ¿Habrá quien le note ni un adarme que no suene gravedad y circunspeccion? ¿No hace unas justicias tan secas y escarnadas que ni un Rhodamanto? ¿No da sus sentencias segun se le presentan los quejosos, que ni Ronquillo? ¿Se le nota ademan descompasado, voz ni dicho, que no sea propia de un Jurado en Cap? ¿Pues qué quieren mas en una muger que tiene el carácter de loca? Porque díganme, pobres hombres, ¿se puede dar mayor locura que fingir muchas en un hombre de madurez y juicio? ¿Pues por qué no ha de valer por la contraria, y no ha de ser una locura fingir mil cosas de juicio en una muger loca? ¿Qué dirémos de la verisimilitud? Dirémos que no hay mas que pedir. ¿Porque qué cosa mas comun, que haber locos que se finjan Reyes, Generales, Jueces y Magistrados? Es verdad que yo nunca les he visto mas Palacio que una jaula, mas Soldados que infinitos piojos, mas Alguaciles, que sus uñas, ni mas pleytos que sus camorras; pero la de la Poesía Dramática debe ser Proto-locura, pues lo mismo es perder la chaveta, que al punto se le presenta el valor con una queja, que es menester valor para ponerla: la Nobleza con un soneto, que no es suyo; el Albañil y el Zapatero con no sé qué de pretension; y tantos querellosos de mal humor ó con gana de parola, que si los señores Eurípides y Menandro no hicieran de Asesores, se le podria tener compasion á la pobre señora. Lo que no me ha parecido bien es, que los padres, hijos é hijas de familia anden acusandose por Tribunales; pues si hubiera no mas que un lapsus linguæ de ilusion, era una doctrina perniciosa y detestable, quando tiene establecido el Derecho por una de las justas causas para que un padre desherede á un hijo, el que éste lo acuse criminalmente.

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No bien habia llenado este párrafo, quando de golpe se me puso á la vista cierto Mosen (con este título se distinguen los Sacerdotes en Aragon, y no sin fundamento, porque un estado tan distinguido entre los demas, parece que pide de justicia dictado que nos acuerde su distincion) con libertad de paisano é ínfulas de superior: empezó á zarandear mis papeles, vió el objeto que llevaba este Discurso, regañó lindamente, sin dexarme dar mas palotada sobre el asunto, ni vindicar el lánguido saynetillo de una sarta de versos largos, cortos y pesados, que se le hallan á cada pie, quanto ni mas á cada paso: con que guardando el derecho de reversion, por si me diese la gana de volver al vómito, me quedé con la boca abierta, esperando que me despenase su merced, haciéndome sabedor del motivo que lo traia á mi locutorio.

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Tomó inmediatamente el tono de pregunton y sacabuche: les pegó una buena soba á mis ideas: quiso que de hoy en adelante me volviese regañon y circunspecto: que me dexase de impugnaciones y sonsonetes: que fuese mas útil á la Patria, mejor comerciante en talentos; y en una palabra, que mudase del estilo, y escribiese cosas que congeniaran con los Heráclitos y Catones. Con este motivo me apuntó algunas especies; me llenó de gritos; y como es hombre de chapa, que sabe dar mejor una sotana que un bonete, aguanté sus regaños, no teniéndolas todas conmigo de que ni tocase la pámpana, sin poder resistirle por Maestro, que habia sido padre en el amor; y lo que es mas, porque le tengo mucho miedo. ¿Qué he de reprehender yo, le dixe, miserable de mí, ni qué carrera he de tomar, si hasta los perîcuetos y calaveras de los montes estan ya arrasados y por tierra? ¿Qué abusos, corruptelas ni vicios he de hacer yo detestables, si no se halla ya uno por un ojo de la cara, pues han llevado tan buenas sacudidas y solfeos, que no se atreven á escupir en corro? Montado en ira y como un basilisco, no bien le habia dado esta repulsa, quando echando mano á un mechon ó melena, que huérfana de vecinos y allegados se desprendia del torreon de su capitolio; pensé que se lo arrancaba y dexaba monda la cima racional. Ignorante (me replicó) ¿no tienes ahí el Teatro? ¿Es posible que tantos Periódicos como fingis negocio y nos estocais las entrañas, uno siquiera no haya de poner á los ojos de la razon tanto tropel de defectos que lo inundan? Yo me quedé lelo quando le oí semejante proposicion, y dixe para mi coleto, este hombre no está en lo que celebra. ¿El Teatro, Señor? ¿Vm. no sabe los chirlos y manotadas que está llevando dias hace, y el ningun fruto que ha cogido? ¿Ahora habia yo de salir con esa chochez? ¡Cómo me pondrian los cultos y peynados! ¡Qué estrujones llevarian mis papeles! A otro perro con ese hueso: yo no quiero meter mi hoz en troxes agenas; y sobretodo, ¿qué puedo yo decir que no esté ya dicho? Aquí fué Troya, pues estribando de golpe sobre la silla, mordiéndose los labios, rechinando los dientes, y rebujando el manteo como palitroque de Estandarte ó estera para guardar, bostezó dos bufidos, se estregó la punta de la barba, y hecho un vinagre poco mas ó ménos, quiso dexar correr su condicion acre y corrosiva por esta ensalada. No puedo negar que hace dias, y aun años, que estan sudando los ingenios y las prensas para remedio del Teatro Español, que suponen no sin algun fundamento en el mas infeliz estado; pero teniendo yo el arbitrio de juzgar de los Discursos públicos agenos, que cada uno tiene para practicar en los mios; no parece dudable que algunos han trabajado con primor, dándonos en esta especie de Bellas Letras, quanto con mas extension, y ménos acrimonía fué primero sudor de Nasarre, Luzan, Montiano y otros, tanto extrangeros como paisanos. Tampoco han faltado gritadores adocenados, que sin haber hecho concepto de nuestras Comedias, ni poder atarse cabo que lo suponga en el conocimiento de lo que es Drama, han dexado correr la pluma, mas por grangearse títulos de Escritores de Moda, que por dar algun precepto que remotamente pueda servir al entendimiento ni á la voluntad. No es mi ánimo desentrañar las razones que asisten por una y otra parte, ni hacer catálogo de muchas de nuestras Representaciones, que no teniendo mas defecto que el de las decantadas tres unidades, verisimilitud mal entendida é ilusion peor explicada, como estas reglas no sean decisiones de algun Concilio General, el que llaman abuso, siendo como es de toda la Nacion, las gradua de costumbre y aun de ley. Tampoco pienso en que ciegamente se adapten todas, pues es indubitable que las hay tan monstruosas, que ni todo el azote de la sátira tiene bastante fuerza para castigarlas segun merecen. El modo con que se representan es otro de los exes en que han estribado tus Co-escritores, haciendo alguno ver deformidades, que lo suponen demasiado rígido, pero no descaminado, y tú haciendo alarde de la ingenuidad, carácter de tu pais, y de la que has hecho vanidad de suponerte armado, debias confesar que Don Joseph Clavijo en este punto puso la tienta á los Autos razonablemente; pues es fuera de disputa, que la mutacion de trages y otras plagas, de que carga infructuosamente á los Cómicos, no tienen mas fundamento, que un necio abuso detestado por alguno de-ellos, pero vanamente seguido, por no atreverse á romper una balla defendida no mas que de la decrepitud y pesadez de los años. Con todo hay otros defectos mas de bulto, que piden seria y rigurosa reprehension, en cuyo remedio se ha de seguir precisamente la reforma del Teatro, la del modo de representarse, y aun de las mismas piezas. No tengo duda que solo por ser instrumento por donde se anima mi voz, has de padecer la vexacion de mas contrarios que tiene letras este papel; pero no te debe acobardar, pues basta ir fundado sobre la basa de una buena y sana intencion, para que no te detengan todas las vocinglerías de los que no conocen mas imperio que el de sus apetitos. Es, pues, sin duda la raiz y fomento de todos los vicios que padecen nuestras Representaciones, la infelicidad del concurso, procedida del corto precio que se paga de entrada. No hay diversion de esta especie en algunas de las Cortes famosas de la Europa, que no sea excesivamente mas costosa, y aun por eso ménos perjudicial. Esta que parece paradoxa, tiene prueba real y positiva, sin mas que repasar nuestros Corrales, poblados comunmente de gentes miserables é infelices Artesanos, que alistados baxo de las banderas de Chorizos y Polacos, dexan sus casas en abandono, y sin mas que por una ceguedad inveterada atropellan las leyes de padres de familia. ¿Qué es verlos hechos un andrajo de pies á cabeza, dar sus gritos y palmotadas, tan contentos como si fundaran su felicidad en que Amphriso diga bien un Romance; Lisi cante con gracejo, una tonadilla, ó Bato haga desplomar el patio á carcajadas? ¿No es una lástima deplorable que pasando la mayor parte del dia en estos ocios, pierdan su trabajo y parroquianos, vivan tal vez del fraude y la ficcion, pretextando ocupaciones sus vicios? Este daño cierto é indubitable es transcendental á toda la Sociedad; pues no contentos con propio desvío dexan ta tintura en sus hijos, engañados girasóles de esta sombra, hasta el ocaso total de sus conveniencias. Quisiera Dios que parara en esto el mal, pero sube de punto, sin mas que reflexîonar una honrada é inocente doncella, á quien sus conveniencias y fortuna no permiten otro lugar que la Cazuela. ¿Hay corazon para verla entre dos colaterales de deshonestidad y desenvoltura, que puestas como en atalaya, para conquistar desconsiderados, no dexan resorte que no muevan, ni estímulo que no despidan? La que viva mas olvidada de los resabios de la naturaleza, ¿cómo ha de mirar que se abandonan las leyes de la honestidad sin acordarse del barro de que fué formada? No creo que toda la fuerza de la mejor eloqüencia fuera bastante á desfigurar esta verdad tan manifiesta á todos, que el mas preocupado no ha de poder negarla. ¿Qué dirémos, pues, de una tropa de jovenes quotidianos y precisos mas á repasar los individuos que llenan el cerco, los objetos que lo hacen temibles, y la variedad que pudiera hacerlo justamente delectable, que no á oir la Comedia, sacar lo útil, ni detestar lo vicioso? ¿Qué ceguedad se pudiera creer tan grande, que llenase las medidas de esta preocupacion? Abandonan el estudio, la oficina, instruccion ó cargas, que no bastarian tal vez á refrenar los ardores de la juventud. ¿Qué, pues, será quando sin freno ni medida gastan las tardes en esta ocupacion, y la mañana en exponer quanto conduce al buen órden y mejor régimen de las Compañías? No seria difícil desentrañar todo el veneno de este abuso; pero y vicios de tan mala casta, que aun no permiten la reprehension. Séanos empero lícito el decir, que éste es un monstruo tan descompasadamente feroz, como publican los exemplos, que le han servido de víctima. El pretexto de la Comedia, ¿á quántas inocentes Criadas les ha servido de apresurar su perdicion? Es freqüentísimo que tengan las mas un primo, un hermano, algun pariente, todos cercanos, que las convidan: y venzan por este camino aun á las Amas, que profesen integridad y entereza, para que acompañadas de cosas tan propias, logren una diversion de suyo lícita, pero que las hace infelices trofeos del que no tiene mas parentesco que el que contrae. Es como escalon ó paso regular de la Comedia á la botillería, merienda, café, ó igual teclado, en donde (¡ó Eterno Dios!) quisiera que los padres de la Patria recibiesen ráfagas de luz, para que no fuera tanta la obscuridad. Quiere nuestra desgracia hacernos sutiles para el mal. Son muchos los hombres, que á costa de hacerse ricos vuelven la espalda á la ley, el rostro á la honra, y no conocen mas Dios que el vientre. De esta clase de Ateistas prácticos estamos infelizmente cercados; por eso no falta capa, que cubra las mayores maldades, como haya quien fomente á la sed, que Virgilio llamó sagrada, y yo diabólica: ¡O nunca mi pluma pase los términos de lo justo! ¡Ni busque otra senda que la que pueda conducir á la virtud! Los padres y madres de familia verán si en esta parte tienen que rezelar de sus hijas, que yo estoy tan ocupado de temor como de zelo. No quiero exponerte otros muchos lunares que son ménos claros, pero mas sutíles; basta que sepas que muchas guerras, que fuera bueno que en la vida hiciesen paces, aquí hacen treguas. Aquellos que se apartáron del objeto que los tenia tiránicamente embaucados, porque una fingida tempestad granizó Zelotipias, hallan el Iris que con nuevos colores, vuelva á retratarles su desgracia.

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Mas claro: Un cortejo se despidió, ó le despidiéron del centro adonde continuamente anhelaba: como la llaga se curó en falso, procura saber quando se presenta el iman de sus yerros á ilustrar un Palco: toma el inmediato ó el de frente: está como en atalaya esperando á Cintia, que los batidores y guardias avanzadas le tienen bien informada de esta sorpresa. Preséntase con marcialidad; y como la primera accion es siempre ver y ser vista de todo el cónclave, pone los ojos en Lelio, que inmediatamente asesta los tiros de la sumision y rendimiento: míralo con fingido desprecio, hace efecto de casualidad lo que procede de una premeditada deliberacion. La criada, que en el mal humor que aquellos dias gasta su Señora conoce del pie que coxea, le da de codo; muéstrase de Procuradora y Abogada, y le encarece el sentimiento de aquel pobre mozo, que es capaz de quebrantar una peña: vuelve entónces ménos ayrada: él corresponde todavía como sonroseado: van y vienen miradas cariñosas: una risadita de quando en quando vale una armada real; de modo que á poco rato se madura la breva, y quien ha sabido ser Ulises para su mal, se entrega otra vez á los brazos del Circe que lo tienen encantado. Estos aquella tarde de nada cuidan ménos que de la Comedia, tienen dentro de sí estímulo, que les tiene mas vivamente embargada la aplicacion, de que resulta que solo les sirve de socolor, pues al tomar el coche, si ya no ha sido ántes, se dan la mano de amigos, y sin gastar el tiempo aun en satisfacciones, resarcen lo perdido y restauran las quiebras que produxo la suspension. La guerra mas sañuda que tiene el hombre es dentro de sí mismo. Las especies que se presentan á los ojos son el alimento en que se ceba el corazon. La reminiscencia ha de ser de cosas que se tuviéron presentes. Nada hay en el entendimiento, que primero no haya estado en los sentidos. Este ha de conocer las cosas para que la voluntad las ame; de que se sigue no sin horror del alma, que muchos que van por hábito á las Comedias, como algunas de ellas las habrán oido cien veces, (verdad es que ciegos y sordos las cincuenta) no sacan otro objeto, que una espuela que los agita terriblemente á llenarse de fantasmas, que ha producido la contemplacion de tres horas: con que no empleándose en mas mundo que en éste, de allí sacan caudal para alucinar sus potencias, y no levantar la cabeza del cieno, que tienen á gala que los tenga cubiertos. ¡O si se pudieran correr todos los bastidores á esta tramoya!
Sepamos ahora si estos vicios y otros de igual malignidad, pero por el mismo método, tendrán remedio con que se representen Comedias con todo el rigor del arte, segun las hiciéron los mejores antiguos, y las desean nuestros Críticos modernos. Sin duda que no, porque esta casta de defectos no tienen conexîon alguna con las Representaciones, y para consumar toda su malicia, es muy accidental que tengan ésta ó la otra configuracion. Luego si el Teatro Español ha de reformarse, es preciso recurrir á otro principio y aplicar mejor corrosivo, que el que ofrece una pieza dramática trabajada con todo primor, porque tiene fistulas que lo tienen cancerado, adonde no llegan las perfecciones fisicas, estando como estan tan afeadas las morales. Esto, que sin disputa es claro, lo será mas para el que reflexîone, que es muy indiferente á los Cómicos representar bien ó mal, y que lo representado tenga las mejores ó peores circunstancias, si ellos consiguen un usufructo completo, un aplauso particular, y lo que es mas, un concurso que los llene de satisfaccion. ¿Quién, pues, ha de dudar, que aunque renazcan Plautos, no es dable mas séquito ni dinero, que el que consiguen con las que tenemos hoy, entrando aun las mas defectuosas y quiméricas? Esto es tan cierto que está fuera de disputa, porque estando todo el daño en el oido, importa poco que los instrumentos esten templados ó destemplados, que respiren armonía ó confusion. Mejórese pues el concurso, salgan fuera los incultos, los miserables artesanos, los jóvenes sin instruccion, los que van por hábito malignante é inveterado, muchas mugeres que infelizmente lo pueblan, y verémos con solo este cáustico curadas muchas heridas. ¿Y de dónde hemos de sacar este cúralo todo, y prodigiosa triaca? Sin duda esto será condenar las Comedias y desterrarlas del mundo. Quando ménos será preciso poner á la puerta de los Corrales un Tribunal, que reciba informacion de la vida y costumbres de cada uno de los que vayan entrando. ¿Será menester hacer mas pruebas para tomar un asiento en las gradas, qúe para calzarse un Habito? No señor, nada ménos que eso; es mas suave la píldora que ha de gastar estos humores; y como se ponga en planta, yo salgo por ella, y me prometo mas fruto que han conseguido las mejores medicinas políticas y christianas. Todos estan esperando este remedio, creyendo que es ultramarino ó trasmontano, y estan engañados, porque está trabajado en la oficina de la prudencia, y se ha sacado al fuego de una justa observacion. No se reduce á otra cosa, que á que no se pague de entrada ménos de dos pesetas, y que á proporcion se observe lo mismo en los demas lugares que hoy tienen distintos precios y graduaciones. ¿Y sin mas armasse habia de cantar la victoria? Eso es increible, quimérico y aun desbarrado. Por cierto es buen modo de aliviar el Pueblo, hacerle tan costosa su mejor comidilla. Buen modo de remediar la enfermedad, encarecer la cura.

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Vaya que eso es un desatino. A espacio, señores, á espacio, que desde luego tienen Vms. poblados los obradores y oficinas mecánicas: porque no es regular que hubiera un hombre tan necio y disparatado, que dedicase el sudor de todo un dia á una diversion, en que no tiene mas objeto que el seguir sus antojos, y llevar el camino á que lo conducen more pecudum: Y quando fuera su necedad tan de remate, que todavía subsistiese en su preocupacion, el tener los brazos atados, haria que no gustase el agua que tenia á la boca. Aquella chusma, que no va por la Comedia sino por la conversacion, y por ser forzoso tomar las órdenes de los Xefes respectivos de sus Compañias, démela Vm. por desertora, pues no ha de querer á tanto precio feriar las campanillas de su pasion; y aun quando alguno quiera y pueda, por falta de extremos mudará de vocacion: á mas, que con dificultad son muchas las conveniencias en quien tan mal emplea el tiempo. Los jóvenes, que con el ardor de la sangre, y poco conocimiento atropellan por todo, se contentarán con gustar las peras de quando en quando, pues por mas que tengan hambre, al verlas tan altas dirán que estan verdes. Las mugeres mas desenvueltas, que comunmente son infelices, aun en los bienes del mundo, en quien tienen puesto su ultimo fin, no expondrán ó no podrán exponer un fondo fixo por un lucro contingente. Finalmente, será ménos la confusion en el Patio y Cazuela, y los Magistrados zelosos podrán con desembarazo resellar los contrabandos, que se opongan á la buena disposicion, que de justicia piden las diversiones públicas, y sin la que no se deben permitir.
Muchas mas son las conseqüencias que se siguen de este antecedente; pero las tengo por obvias, y el que quiera amplificar este pensamiento, no le faltarán fincas en la razon natural y Moral Christiana. Todavía quedan pendientes dos dificultades, que sin vencerlas no hemos hecho nada. La primera es, quiénes habian de concurrir en el caso propuesto, ni de dónde se habia de asegurar la subsistencia de tantas gentes como componen las dos Compañías. A esto podia responder, que de que no fuesen tantas poco cuidado pasarian los Fusiles;

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pero tengo por mejor el exemplo de París, Londres y Viena, que se suponen los Teatros mas corregidos de la Europa, y con proporcion moral ó juicio de los prudentes, se paga igual ó excesiva entrada, sin que por eso falte concurso que los sostenga. Fuera de que muchos de los que hoy no concurren, por no manchar sus conciencias en los escándalos, por la incomodidad en el asiento, por la demesurada griteria de la plebe, por la poca exâctitud en la accion, libres de estos achaques concurririan sin dificultad.
La otra es: ¿cómo de este principio podia seguirse la reforma de los Dramas, y del modo de representarse? Me parece claro. ¿Porque quién seria tan necio que repetidas veces continuase una diversion tan costosa, si no veia primor en los Cómicos, arte en las representaciones, y decoracion en el Teatro? Parece que no hallando mérito correspondiente al gasto, volveria la espalda, y con el tiempo se reducirian los Corrales á quatro personas tan ricas como necias, y aun éstas no lo serian tanto, que quisieran que todo el mundo las tuviera en este concepto. No para aquí: ¿Qué esfuerzos no procuraria hacer cada Cómico para atraer los ánimos, que no conocian otra senda que la habilidad? Hoy sucede que el Representante deliberadamente y no sin prudencia comete un error en su papel, porque sabe que tiene en el auditorio un millon de bárbaros que le aplauden, y el propio interes, el de toda la Compañía, la estimacion en su línea, hacen disgustar á quatro Sabios, que le dieran un justo aplauso, pero no de comer. La Cómica, que en acciones y movimientos es perjudicial á la quietud interior de las almas, entónces tuviera freno, pues la experiencia le haria ver, que un racional bien instruido, aun quando se dexe atropellar de sus pasiones, no gusta de desenvolturas, que sin producto efectivo á su deseo inordinado solo sirven de traspasar las conciencias. Por ultimo, los Teatros de Italia tienen piezas tan exâctas y concluidas como qualquiera otro Reyno de la Europa; pero gobernados por el mismo régimen que los nuestros, padecen iguales abusos, sin que pueda atribuirse á otro principio, que el corto precio de las entradas. Muchos ingenios, que hoy no quieren ser sacrificio de un vulgo desarreglado y descompuesto, entónces empuñarian gustosamente la pluma, llamarian respetables concursos, estos estimularian el primor de los Cómicos, y sin duda vieramos prodigios en esta materia. Algun otro cabo queda suelto, tu podrás atarlo si te pareciere, que yo ya me canso de gastar el tiempo sin fruto, pues sé muy bien que esto ha de quedar en mera especulacion. Tú ten paciencia, saca al público mis defectos, que la obediencia te puede dar el fruto, que te usurpe la sinrazon. El amor á la Patria, el deseo de la virtud y la instruccion de tu genio desbarrado, me ha hecho salir de mis casillas y dexarte este exemplo, que reflexîonarás si conviene su imitacion, y quédate en paz, porque te supongo tan impaciente y cansado como yo molido.
Dixit, fuese en buena hora dexándome este hueso que roer, y este petardo á mis Lectores. Pero cómo ha de ser, tengamos paciencia, que este tiempo otro traerá. Yo he quedado como si me hubieran dado de palos: tal ha sido la machaquería de mi Mosen sopalandas. Nació con el siglo, se va para calavera; y aunque no predica en desierto, tengo su sermon por perdido. El hombre tiene substancia; pero no le faltan accidentes. El sabe que es un horror, y estudia que se las pela; pero para estas cosillas no le da el naype. Por eso, y porque yo no quiero que me tengan por hombre de mal humor y me carguen de Médicos, que es peor que de epidemias: este Discurso á parte post no ha de tenerse por mio, sino colgarlo en la armería de los anónimos ó enmascarados, ó dedicarlo para reparos, limpiar sartenes y hacer cucuruchos. Pero con todo, si hubiere algun devoto que quiera colgarme este milagro, allá se las haya, y allá me las dé todas, que por sí ó por no, soy y seré Escritor sin Título.