Cita bibliográfica: Anónimo (Ed.): "Carta XIII", en: El Corresponsal del Censor, Vol.2\13 (1786-1788), pp. 195-217, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.47 [consultado el: ].


Nivel 1►

Carta XIII

Cita/Lema► A deseos y penas inmortales fueron mis pensamientos condenados.

Lupercio Leonardo de Argensola.
Soneto XXXIV. ult. edicc. ◀Cita/Lema

Nivel 2► Metatextualidad► Señor Censor.

Nada me parece mas justo que dar á luz la siguiente Carta, que dias pasados recibí de una Monja. Quiera Dios surta el efecto que yo deseo, y á vmd. guarde muchos años [196] para que continue escribiendo contra este y otros abusos igualmente abominables. ◀Metatextualidad

Nivel 3► Carta/Carta al director► Señor Corresponsal del Censor.

Muy Señor mio: Nivel 4► Autorretrato► Yo soy una Monja septuagenaria, que desde la edad de diez y seis años habito los Claustros, y vivo en el retiro. Mis padres los Señores de *  * * me dieron una educacion, qual se acostumbra á dar á las hijas de mi gerarquia, criandome en la molicie y la delicadez que inspiran la riqueza y la abundancia. Llegué con esta educacion á los años en que las pasiones lisongeadas y acariciadas con el luxo comienzan á exercer todo su imperio sobre la juventud, y á exîgir de ella el tributo de la sensibilidad que causa tantos males y tantos bienes. Mi temperamento, naturalemente vigoroso, halagaba infinitamen-[197]te las inclinaciones de un corazon demasiado simple y amoroso. La naturaleza, ¡ay de mí! le habia formado para amar, y este fue el origen de todas las desgracias que despues le sobrevinieron. ◀Autorretrato ◀Nivel 4 Nivel 4► Relato general► Entre los deseos que confusamente se levantan en aquellos años en el corazon de una joven muchacha, y que tumultuariamente la agitan y conturban á la presencia de las personas del otro sexô, distinguia yo en mí uno muy vivo de complacer á un primo mio de mi misma edad, joven, gallardo y el primogénito de la casa de * * * Las impresiones de este deseo, que á los principios eran ligeras y momentaneas, se fueron fortificando y haciéndose cada dia mas profundas á proporcion, que (por la harmonia y conexîones de su casa y la mia) se iba haciendo mas familiar nuestro trato; y lo que no era al principio mas que un sim-[198]ple deseo de agradar, y un confuso sentimiento de benevolencia, pasó á ser despues el amor mas íntimo, y el cariño mas verdadero. Como la naturaleza era nuestra conductora, y nuestros corazones habian sido hechos el uno para el otro, solamente nos considerábamos felices, quando entregados los dos á nuestros propios deseos, trahiamos á la memoria el instante dichoso, en que uniéndonos, segun los preceptos de la religion, llegásemos á formar el lazo mas estrecho, reproduciendo en nuestros hijos la imagen mas propia de nuestro amor. ¡De qué placeres tan inocentes, de qué esperanzas tan agradables no nos prometiamos gozar en el tiempo futuro, sin pensar que fuese necesario para esto mas que nuestra propia voluntad é inclinacion! Mas, ¡ah triste memoria! Nuestros padres, nuestros crueles padres, insensibles [199] á los gritos de la razon, deshicieron en un momento toda la obra de la naturaleza, y forzaron impia y violentamente nuestro destino. Los intereses de ambas casas decretan el matrimonio de mi primo con mi hermana mayor, y la ambicion de los hombres con el especioso colorido de devocion, me condena á vivir perpetuamente en una clausura. Nuestros padres teniendo noticia del amor tan mutuo que el primo y yo nos profesábamos, y juzgando que acaso podriamos poner algun obstáculo á sus designios, nos separaron, ¡ah inhumanos! llevándome sin dilacion á una casa de campo distante de mi Pueblo algunas leguas.

Metatextualidad► El referirle á vmd. ahora la tristeza y melancolia que sintió mi corazon con esta providencia: la situacion tan dolorosa de mi alma: las lágrimas, los suspiros, los sollo-[200]zos, y por fin el incremento que tomó mi pasion con esta separacion, seria renovar una llaga que la memoria de la muerte, y el temor del juicio de Dios cicatrizaron muchos años hace en mi corazon. Solamente diré á vmd. (por abrebiar la historia de mis desgracias) que ◀Metatextualidad á pocos dias de estar en la aldea, recibí la noticia de haberse celebrado solemnemente los desposorios entre mi primo y mi hermana, con una carta de mi primo, en que lamentándose de la tirania de la suerte, y dándome el último á Dios, me exôrtaba á vivir con conformidad en la religion, donde mis padres me habian determinado la entrada. Considere vmd. ahora la alternativa espantosa de gusto y de desesperacion que en pocos dias experimentó mi corazon, y la extremidad dolorosa en que le habrá puesto la noticia de la pérdida eterna de mi primo. En [201] fin víctima de mi dolor, desengañada de que en el mundo ya no habria para mí felicidad alguna sin mi primo, y juzgando que era amor á la soledad y á la virtud, lo que solamente era efecto de mi despecho, me pareció que únicamente en los Claustros, separada del bullicio y de las ocasiones, podria encontrar en el comercio con Dios, la felicidad y la dicha que el mundo ingrato me habia negado.

Estando en esta resolucion vino á la casa de campo un tio mio, hermano segundo de mi padre. Nivel 5► Diálogo► Hablóme con mucho cariño, explicándose conmigo en estos términos, una tarde que me sacó á paseo por un sitio retirado y solo. Ya sabes, amada sobrina, que el lustre de la cuna donde tú y yo nacimos jamas ha sido desfigurado por ninguna de las acciones de nuestros progenitores. Todos contribuyeron por su parte á [202] la exâltacion del apellido de la casa de * * * tan famoso y conocido en España, y aun fuera de ella. ¿Cómo te podré referir con exâctitud las acciones heroicas, las proezas militares, los enlaces ventajosos y los honores tan distinguidos con que nuestros dignos antepasados ennoblecieron nuestro solar? Basta que sepas por lo que á tí pertenece, que de quantas hembras se encuentran en el arbol de nuestra genealogia, no hubo una que hubiese vulnerado el esplendor de nuestra sangre con un matrimonio desigual y desproporcionado. Todas se casaron con nobles poderosos. Y las hijas segundas que no podian hacer un enlace conforme al honor y al Estado de la casa de * * * tomaron el santo Hábito en la opulenta é ilustre Religion de San : : : como la sucedió á Nivel 6► Retrato ajeno► tu tia la Abadesa de : : :quien á pesar de cierta inclinacion mas [203] que ordinaria por un pariente suyo, pero hijo tercero de su casa, se entró Religiosa á instancias y persuasiones de otro pariente nuestro. Y esta su determinacion fue tan feliz, que despues de haber obtenido en pocos años todos los empleos, cargos, honores y distinciones á que puede aspirar en la Religion una muger ilustre, está al presente tan contenta con su estado, y entre sus amadas hijas, que no cambiará (segun me escribió estos dias) su vida religiosa y santa por todas las conveniencias de la tierra. ◀Retrato ajeno ◀Nivel 6 Tú, sobrina amada, eres un tierno renuevo de nuestra tan ilustre ascendencia, y creo no pretenderás dar un fruto que degenere de las raices de tal arbol. ¡Lejos de tí semejante pensamiento! Seria por otra parte un delito y una bastardia contra tu misma casa pensar que el Conde de * * * tu primo á quien (segun me informa-[204]ron) tiernamente amabas, debia de casarse contigo. La elevacion de ambas casas exîgia esta union con tu hermana primogénita, y aunque los dos no se estimaban tanto como vosotros, ni aun se miraban con ojos de esposos, estas esquiveces propias de jóvenes sin reflexîon, con el trato se convierten despues todas en amor. Por lo que toca á tu destino, determinaron, con mi consejo, tus padres entrarte Religiosa en el Convento donde tu tia es Prelada. Ella te cuidará y aconsejará para que no degeneres de su exemplo, y llegues algun dia á hacerte digna de la Prelacia con honor, y aun envidia de las hermanas que te quedan en el siglo. Ellas por bien colocadas que estén, siempre tendrán que padecer mil incomodidades, que nunca experimenta una Religiosa. Aunque no sean mas que los caprichos de un marido, los dolores -[205] de un parto, y los cuidados de una familia, sin otras impertinencias á que las expone el comercio del mundo, estos solos motivos eran bastantes para preferir la vida del Claustro á la del siglo. Sí, amada sobrina mia. Estas ventajas que te proporciona la Religion, y el deseo que tengo de tu bien-estar, me obligaron á juntarte con este fin los quatro mil ducados que son la dote de una Monja de tu calidad. Y aunque ahora te parezca que no tienes vocacion de vivir en Religion, y que te costará trabajo el cumplimiento de los exercicios de un Convento; creeme que estos pensamientos son ardides é ilusiones del demonio para separarte del camino de tu salvacion. ◀Diálogo ◀Nivel 5

Estas exôrtaciones de mi tio, juntas á la soledad y desamparo en que me habia abismado la ausencia de mi primo, me acabaron de deter-[206]minar á entrar en Religion, pensando encontrar en ella la tranquilidad y la paz que me prometia con tanta seguridad el citado mi tio, y porque suspiraba sin cesar mi amoroso corazon. Mas, ¡ah mortales, y que falibles son vuestros juicios! En vano mi pecho herido con la flecha del amor, buscaba en los Claustros la curacion de esta herida, sin arrancar antes la causa de ella. Ni las lisongeras promesas de mi tio, como dictadas por un espíritu carnal que une casi siempre los intereses de Dios á los del mundo, tuvieron nunca para mí cumplimiento ni realidad. Por último, impelida de mi dolor, y juzgando que hacia al Señor el sacrificio mas aceptable de mi espíritu, solamente presenté ante sus altares un corazon, que aunque inocente, no habia sido preparado por las manos del Esposo Celestial para ser el empeño [207] de sus caricias. Entreme Religiosa en el Convento de mi tia, quien tuvo conmigo el mismo lenguage que el tio, por lo que respecta á las dignidades y á los honores, á diferencia de ciertas expresiones de los libros ascéticos, que segun la velocidad con que las pronunciaba, me pareció las habia estudiado de propósito por la precision en que la ponia su empleo de hacer una exôrtacion de esta naturaleza á cada Novicia.

Pasé el tiempo de mi noviciado con la misma observancia de la Regla que todas mis compañeras: pero por mas que procuraba separar de mi pensamiento la memoria de mi primo, ella me venia á atormentar en medio de las ocupaciones mas sagradas. Mi espíritu queria volar ácia el Cielo, pero mi corazon le arrastraba ácia la tierra. Hízose mi profesion con la asistencia de mis pa-[208]rientes, y con la pompa exterior que convenia á mi condicion y á la suya. Ofrecí en medio de las solemnidades eclesiásticas mi espíritu y mi cuerpo, en holocausto al Señor, ligándome perpetuamente con los tres votos de mi profesion. Parecióme que el muro de separacion que yo misma acababa de levantar entre mí y el mundo me pondria á cubierto de sus prestigios, haciéndome facil y gustoso el trato con Dios, y suaves sus Mandamientos. Mas, ¡ay de mí! ¿Qué me importaba estar ausente del mundo, si tenia dentro de mí misma el origen de mis males, y el enemigo mas cruel de mi felicidad en la Religion?

Las freqüentes visitas de mis parientes y la proporcion que el empleo de mi tia me daba de ir á todas horas á la reja, fueron excitando poco á poco en mí la memoria [209] de las ocupaciones del siglo, y los principios de mi educacion. Las mismas conversaciones, las mismas máxîmas y proyectos, en que desde los tiernos años me habian imbuido los Maestros de mi juventud, renovaron insensiblemente en mi imaginacion las idéas de la carne y de la sangre, y fecundaron en mi corazon la semilla de las pasiones del mundo. Comenzó á resfriarse mi devocion, y á parecerme mas amable el trato con las personas del siglo, que la comunicacion con Dios en el silencio de la celda y en el exercicio de la contemplacion. Deseaba con demasiada ansia aquellas horas en que las leyes de la disciplina monástica permiten á las Religiosas explayar su espíritu, y comunicar con las gentes del mundo, con el fin de que esta especie de honesto desahogo, les haga despues mas ligeras las tareas de [210] una Comunidad. Mas esta indulgencia de la disciplina (que para otras mis compañeras servia solamente, ó para tratar con el director de sus conciencias los negocios de su salvacion, ó para hacer menos pesadas, por medio la comunicacion, las necesidades de la vida), fue para mi espíritu la condescendencia mas funesta, y la benignidad mas desapiadada. Avisóme mi tia que dentro de pocos dias llegaria á esta Ciudad mi primo con toda su familia, quien por tener aqui la mayor parte de su patrimonio, dexaba la Ciudad donde él y yo nacimos para vivir en ésta toda su vida. Esta noticia (que mejor seria no habermela dado) comenzó á comunicar á mi sangre una circulacion mas rápida, y á dar á mi semblante cierta novedad agradable. Vino mi primo á visitarme la primera vez en compañia de aquellos crueles pa-[211]rientes, que desconociendo los derechos de la naturaleza y de la Religion, conducidos del espíritu de ambicion y de interes, solamente habian tenido la impiedad de hacernos á los dos toda la vida desdichados. ¡Ah memoria atormentadora! Los primeros movimientos que á la vista de mi primo sintió mi alma, fueron de la misma naturaleza que los que habia experimentado en el mundo. Nuestros ojos se encontraron y tuvieron entre sí el lenguage mudo y amoroso que en otro tiempo. Nuestros corazones se inflamaron con la vivacidad de los antiguos deseos, y nuestros ánimos cayeron repentinamente en un dulce deliquio causado del amor primero.

Desde este momento me comenzó á fastidiar la uniformidad de los exercicios religiosos, y á serme pesado el cumplimiento de mis deberes. Nada mas deseaba que tener [212] presente á todos instantes á mi primo, y gozar de su conversacion. Continuó en visitarme á solas y con freqüencia, y la relacion de nuestras aventuras amorosas, con la historia de nuestros pasados placeres, trastornaron mis propósitos santos. Me faltó la uncion del Espíritu Santo, y llegué á caer en un estado espantoso de languidez é indolencia espiritual.

Envidiaba, sin embargo, la suerte afortunada de aquellas almas privilegiadas, que conducidas á los Claustros por un espíritu probado, y de vocacion divina, pasaban los dias alegres en unas delicias espirituales, y en una paz inalterable al abrigo de la seduccion y del fastidio; pero mi inclinacion me combatia fuertemente, y mi virtud me desamparaba. ¡Qué reflexîones tan desolantes me obligaba á hacer mi triste constitucion! Yo destestaba con abominacion el proceder de mis pa-[213]rientes, que por mundanos respetos solamente, y no contentos con hacerme infeliz toda la vida, me habian puesto á peligro de serlo eternamente en la otra. Maldecia la condicion de mi nacimiento por quien me habian venido tantos males. ¿Por ventura (me decia á mí misma) no me hubiera sido mas útil haber nacido de padres pobres, que sin duda no hubieran forzado mi natural? En este caso (es verdad) hubiera comido el pan con el sudor de mi rostro; pero hubiera sido en desquite una buena madre que tendria todas sus complacencias, y viviria feliz en medio de su familia: en lugar de que ahora por haber nacido rica, frustraron los hombres en mí los designios de la naturaleza, y lo que es peor, me hicieron enemiga de Dios, violentando sus intenciones. ◀Relato general ◀Nivel 4

Hasta aqui no ha visto vmd. [214] mas que la impotente mano de hombres pelear contra el omnipotente dedo del Señor, y poner obstáculos á sus disposiciones. Pero vmd. verá ahora el triunfo de la gracia, y el cumplimiento de los decretos misericordiosos de Dios sobre mi conversion.

Nivel 4► Relato general► Determinó el Señor en la incomprehensibilidad de sus juicios, quitar la vida á mi primo, permitiéndole misericordiosamente morir en su cama con las señales de arrepentimiento y de contricion, y con todos los auxilios que la Religion ofrece en tales lances á los justos y á los pecadores. Murió mi primo, y esta novedad causó en toda mi naturaleza tal mutacion, que desde entonces comencé á sentir el horror de mis pecados, y aficionarme irresistiblemente al cumplimiento de mis deberes. La imagen de la muerte de mi primo que á to-[215]dos momentos perseguia mi imaginacion, y la memoria del juicio en que ya habia entrado con Dios, hicieron tal impresion sobre mi espíritu, que reconociendo vivamente toda la extension y gravedad de mis delitos, solamente pensé en corresponder fielmente á los llamamientos de Dios, y en desarmar con la penitencia y el dolor su justicia inexôrable.

De este modo se pasaron algunos años, observando con el fervor de una verdadera arrepentida las obligaciones de una Religiosa voluntaria: y ahora que mi caduca edad no me da fuerzas para los rigores de la penitencia, y que cercana al sepulcro y llena de dias, apenas pueden mis débiles piernas sostener el peso de mi encorbado cuerpo, determiné escribir á vmd. esta Carta, para que viendo en ella los padres de familias el peligro [216] que hay en violentar la voluntad de sus hijos para qualquiera estado que sea, se porten con mas prudencia y circunspeccion, temiendo justamente si hacen lo contrario los terribles juicios del Señor, y los castigos á que los hacen acreedores su temeridad y poca reflexîon en un punto en que estan de acuerdo la naturaleza y los divinos oráculos; siguiéndose de su contravencion irremediablemente tantos males, como (sin que podamos disimularlo) se siguen ciertamente á la Religion y al Estado. Ojalá que esta confesion pública de mis maldades, y el debil sonido de mi voz penetre sus corazones, y los haga bien mirados y prudentes en una materia en que se cometen tan grandes pecados de conseqüencia. ◀Relato general ◀Nivel 4

Dios nuestro Señor guarde la vida de vmd. muchos años confor-[217]me se lo pide y desea esta su mayor servidora en el Señor,

Maria Josepha de las Angustias. ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 3 ◀Nivel 2 ◀Nivel 1