Zitiervorschlag: Beatriz Cienfuegos (Hrsg.): "Pensamiento III", in: La Pensadora Gaditana, Vol.1\03 (1763), S. 3-24, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.34 [aufgerufen am: ].


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Pensamiento III

Ebene 2► Metatextualität► Selbstportrait► Valgame Dios, y qué curiosidad tan porfiada! ¿Qué circunstancia es para aceptar estos Pensamientos el ansia de procurar conocerme? Yo estoy segura de que no lo consigan; pero valga la razon; ¿Es deseo de aplaudirme, ò intencion de vituperarme? No puedo ponderar el gusto que he tenido à el oír las diferentes opinions, que se han excitado sobre la oficina donde se forjan estos Pensamientos: de todo se ha dicho; pero siempre muy lejos de la verdad, porque todos porfian, y à su parecer con razon, de que no es muger la Pensadora. ¡Hay tal ignorancia! ¿Dios ha dado à las mugeres otra alma distinta, y de menos facul-[4]tades, que la de los hombres? ¿O procuran hacer valer aquella antigua, y errada opinion, de que las mugeres, eran animales imperfectos, estendiendola tambien à sus luces, à fus discursos, y à sus entendimientos? ¡Raro empeño! ¡fuerte preocupacion! ¡Pero qué me admiro, si las que habian de ser mas interesadas en defender lo contrario, son las que apoyan mas estos disparados raciocinios. Si señoras, las mugeres son las que se alejan de este beneficio (de que la naturaleza no nos ha privado) con la ignorancia, y abandono à todo lo que es discurrir con fundamento, y con la incredulidad, teniendo por imposible, que haya mugeres que puedan disertar eruditamente como los hombres. ◀Selbstportrait

Ebene 3► Dialog► A una Dama, à quien le hacen estimable tanto su hermosura, como [5] sus bellas luces (aunque ociosas) le presentaron uno de mis Pensamientos, la que despues de haberle leído, dixo en tono decisivo: Desengañense Vms. señores, este es algun chusco, que valiendose del privilegio, que las mugeres tenemos, de hablar lo que se nos antojáre, ha authorizado sus Pensamientos con esa mentida circunstancia de hacerlos hijos de una muger, y asi lo creeré yo, como volar: qué Doña Beatriz, ni que Doña friolera habia de ser esta, quando la que mas se adelanta de nosotras es solo à saber murmurar con gracia, hablar quatro bachillerías insubstanciales, y manejar un Abanico con primor. ¡Bello discurso! ¡valiente defensora hemos encontrado! ¿Qué estrañamos la falsa opinion en que todo el mundo nos tiene, si nosotras mismas defendemos su dictamen, y [6] parece que agradecemos la injuria? Desengañense Vms. muger soy, y muger, que tal qual sé discurrir, y ojalá que me fuera posible dexar de serlo, para de este modo alejarme quanto pudiera de un sexo, que tan poco procura su esplendor; y que : : : : : pero no me acordaba que me esperan los señores hombres, à quienes tengo prometido un regalo.

¡Con quanto empeño se lee en los libros, se oye en las conversaciones, tanto de los doctos, como de los ignorantes, la vulgar declamacion contra nuestras modas, nuestros peynados, y nuestros afeytes! yá es pasto comun de toda conversacion la rigurosa crítica de nuesro modo de vivir: nos cuentan el tiempo (como si lo pagasen de su dinero) que gastamos en vestirnos, en peynarnos, &c. Alabo la censura, si se adorna de buena [7] intencion; pero quiero saber quienes son los que numéran tan exactos nuestros instantes, que esta curiosidad en mí es disculpable. ¿Quienes son? Los hombres. ¡Los hombres! ¿Esos que se componen, se adornan, y se cuidan con tan escrupuloso, y prolijo esmero? No hay duda: los mismos son los que fátyrizan nuestra naturaleza, y aun casi disculpable inclinacion à parecer bien, y estár adornadas. Ciertamente que es cosa ridícula oír à estos Censores afeminados hacer crítica de un vicio, que tan despóticamente los posee: à unos sugetos en quien es tanto mayor esta falta, quanto mas se alejan de aquel último fin para que ocupan la tierra. Las mugeres se adornan, no lo niego; pero es casi indispensable à su estado, à sus esperanzas, y muchas veces à su quietud. ¿Pero los hombres, [8] que fueron criados para gobernar los Reynos, mandar Exercitos, pisar Cáthedras, y ocupar Tribunales, se han de entregar à la delicadeza, à el luxo, y à la afeminacion? ¡Verguenza grande!

No me pondré de propósito à referir el tiempo que consumen en peynarse, los afeytes con que muchos hacen resplandecer la delicada tez de su rostro, el cuidado de la blancura de sus manos; ni menos los olores, los moños, y encages, con que acompañan su desfigurada gentileza: tampoco contaré los quiebros, los melindres, los suspiros con que se hacen presentes en las Visitas, en las Iglesias, en las Plazas, y en los Paseos; son estas cosas demasiado notorias para que yo canse à mis Lectores en numerarlas, quando ellas se dexan ver à cada instante, y en todas partes, [9] aun de los ojos, que mas procuran huirlas; pretendo solo manifestar lo grave de la enfermedad, por los daños que causa en la naturaleza: y digo bien en la naturaleza; pues parece que está avergonzada de mirar cada dia mas, y mas burlados sus intentos, y despreciados sus esfuerzos en producir Hombres, Hombres, y que se entretiene en franquearnos muñecos, que lejos de cumplir con la obligacion de su valiente sexo, solo piensan en ser Hombri-Mugeres, adulterando con afeminacion lo magestuoso, lo respetable, y lo venerable de su hermosura.

Dixe hermosura, y discurro no he dicho mal; porque la hermosura no es otra cosa, que la proporcion adequada de las partes, que componen un todo, y asi propiamente se llamará hermoso todo aque-[10]llo, que en su linea llega à lo mas perfecto: de modo, que por hermosura no solo debemos entender la delicada, y tierna, que ponderan en las mugeres, igualmente son hermosos los hombres; pero no se deben llamar hermosos por una delicadeza de facciones, que los afemine, se hacen hermosos pareciendo hombres, esto es, huyendo toda afeminacion, y acostumbrando su traje, y cuidado à todo aquello, que es mas propio del valor, y la ciencia para que son destinados.

¿Cómo estará ágil, y pronto à resistir los trabajos de una Campaña, las necesidades de un Sitio, y los horrores de un Asalto aquel cuerpo, que entregado toda su vida à una delicadeza aborrecible, solo ha tocado la suavidad de los texidos, y lo delgado de las Olandas, y poseído de un con-[11]tinuo desvelo, por componerse, y rizarse, no ha hecho mas progresos, que en el descubrimiento de nuevas modas? ¡Valgame Dios, y cómo estos mismos que se presentan con tanta marcialidad en un Estrado, y llenan un Paseo de un fingido desembarazo, estos mismos en una marcha forzada de noche, pisando horrores, tocando peligros, y esperando riesgos, qué nuevo Pais descubrirán à su temor, y delicadeza! ¡Aquel corazon solo acostumbrado à el armonioso estruendo de los instrumentos, qué ansias padecerá á el oír el fulminante estrépito de una pieza de Artillería! ¡cómo se dexarán poseer de un temor pánico aquellos ánimos envilecidos entro lo agradable de las pasiones, y delicias, quando miren à su lado los lastimosos estragos de las balas! No [12] tienen que replicarme: estos mismos, abandonando todas las leyes del honor, huirán vergonzosamente: que no es escuela la Guerra, que enseña solamente en la Campaña, deben aprenderse los principios desde los primeros años de la infancia, quando à el formarse la razon, se hacen elecciones correspondientes à la alta dignidad del sexo.

El entendimiento, que toda su vida ha consumido en los pasatiempos inútiles, en realzar el mejor modo de parecer galán, y rendido, aquel entendimiento, que no admitió mas especies en los dilatados campos de su comprehension, que los discursos inútiles de la delicadeza, regalo, y enfadosa prolixidad de su adorno, ¡este, qué pesaroso, y desayrado se verá quando en los sérios Theatros de las Ciencias se [13] mire atacar, y convencer de aquellos á quienes muchas veces habia despreciado, porque su modesto exterior desdecia de las brillanteces del suyo! ¡y qué de congojas, y envidia le martyrizarán el ánimo, quando vea à estos mismos elevados à las Magistraturas, à las Garnachas, y à las Togas; y que él mismo, no obstante la elevada torre de su vanidad, se vé en la precision de humillarse, y obsequiar á los que aun no juzgaba dignos de que le sirviesen! ¡Pero cómo se le aumentará la pena, quando vea que aquellos consiguieron el premio de sus taréas como de justicia à sus heroycas virtudes, y que su juicio, aunque conoce la causa, se halla tan poseído de su vergonzoso modo de vida, que ya no le es posible enmendar el yerro, por tarde, y dificultoso!

[14] Aquellos à quienes mas escasa la Fortuna fió solo los aumentos à su industria, y que su bien, ò mal estar pende de su continuo trabajo, y desvelo; estos entregados vergonzosamente à los dispendios, à las diversiones, y à la prodigalidad en los adornos, y escusados gastos, ¡cómo se mirarán tristemente oprimidos, quando à la ruina de sus fingidas abundancias, se vean reducidos à las estrecheces de un asylo, donde irremediablemente padecerán los funestos efectos de unas causas tan agenas de toda razon, y capacidad!

En fin, todos los dias se estan viendo estas tristes scenas, y aun temo, que hoy se divisan bastantemente; y no obstante los hombres mas ridículos, mas afeminados, y mas olvidados, en nada me-[15]nos piensan, que en corregir semejantes detestables abusos; pues continuamente se miran algunos tan pagados de estos mugeriles cuidados, y tan empeñados en excedernos en la delicadeza, en la compostura, y en los rizos, que para conseguir hacerse primorosos en estos indignos Paseos, practícan cosas, que no se atreverá de verguenza la muger mas presumida de Dama.

No pretendo (ni quiera Dios que sea tan necia) que los hombres se gradúen hombres por el desaliño, ni que les sea agena la gala, y compostura; querer esto, fuera irracionalidad: deseo, sí, que se adornen, y cuiden como que puede llegar el caso que defiendan una Muralla, hagan una Oposicion, y presidan un Tribunal: y asi solo se vestirán con lucimiento; pero sin [16] cuidado: con esplendor; pero sin esmero: curiosa, y vistosamente; pero con trage que no desdiga de su valor, ni que afemine su animosidad: asi serán mas estimados, venerados, y queridos, y no tendrán que corregir en su exterior, quando ocupen los puestos à que deben aspirar todos aquellos, que han nacido individuos de tan noble sexo.

Pensarán muchos, que asi se hacen mas amables, y que quanto mas procuren imitarnos en los trages, y en los adornos, otro tanto mas tendrán andado en nuestra estimacion; pero se engañan lastimosamente, todo sucede à el contrario de lo que imaginan: en ningun tiempo se miran mas burlados de las propias mugeres, y menos respetados, que en el presente. An-[17]tiguamente las mismas eran las mugeres, que las que hoy ocupan la tierra, en nada se diferenciaban: habia Damas delicadas, señoras primorosas, y hermosuras presumidas; y estas se prendaban de aquellos que mas se distinguian por el valor, la ciencia, ò la industria: era para ellas un acto positivo de merito extraordinario, no la delicadeza, los olores, y las ternezas; y sí el esfuerzo, la animosidad, y el entendimiento: entonces los hombres eran obedecidos con un respeto gustoso; hoy se miran lisonjeados con una obediencia fingida: porque valga la verdad, ¿cómo ha de poner temor en su casa, y à su familia un Adonis, que nada piensa menos, que en hacerse respetar? Como le tengan pronto, y à su gusto todo lo necesario para parecer un Narciso, como no encuentre la menor falta en estas frioleras, pasa descuidado por todo aquello, que di-[18]rectamente mira à su honor, y estimacion; y entonces toda su familia, habiendo hallado el modo de engañarle, se desvela en este inútil cuidado, para desviarle de otros, que le fueran mas provechosos à su conciencia, à su honor, y à sus intereses.

Ebene 3► Exemplum► Julio Cesar, aquel Heroe, que con el mismo valor manejaba la Espada, que la Pluma, aquel à quien los riesgos eminentes eran estímulos de los ardores de su esfuerzo, este mismo dió muestras de la magnanimidad de su corazon, aun mucho antes de llegar à joven, en el descuido de su adorno, y en el poco cuidado de su vestido: eran incompatibles en aquel tierno pecho, oficina donde se iba formando el mayor Político, el mayor Guerrero, y el no menos docto, eran, digo, incompatibles las indignas baxezas de estos cuidados con las elevadas miras de sus máxi-[19]mas: el ánimo, que ha de ser grande, nunca es pequeño: asi como el Leon generoso desde el principio de su vida dá señales de su animosidad, sin que jamás se entretenga en las ridiculeces proprias de una Mona. ◀Exemplum ◀Ebene 3

¿No sé cómo un corazon, en cuyo espacio cabe la noble idéa de una Conquista, y en cuyo seno se alimenta el virtuoso deseo de una Toga, puede dár igual lugar à las despreciables ocupaciones de los adornos, que tanto le afeminan, y alejan de aquellos distinguidos objetos, de que son capaces los hombres? Lo ignoro, y muchas veces reflexionando sobre este asumpto he sacado unas conseqüencias bastantemente funestas à la Religion, à el Estado, y à la Patria. Desengañense Vms. señores, el medio que han tomado de hacerse mas agradables, respetados, y temidos es el contrario diametralmente à su inten-[20]to. Todo patricio nace con la obligacion de concurrir à la gloria de su Patria con la espada, con el entendimiento, y con sus intereses: ¿Pregunto, en las urgencias de esta, quando se vea en la necesidad del esfuerzo de sus hijos para defender sus posesiones, hallará hijos atrevidos, entendidos, y ricos entre tanto tropél como llenan las Plazas, los Paseos, y los Theatros, donde no piensan mas, que en afeminarse con sus atavíos, en entorpecer sus discursos con idéas pueriles, y ridículas, y en gastar sus patrimonios en lo costoso de su porte?

Ebene 3► Exemplum► Los Phenicios, que tanto se estendieron, si à el principio por su comercio, luego por su valor: los Romanos, que señorearon el Mundo à el continuado afán de un trabajo interminable; y la República de Cartágo, que asimismo llegó á tanta extension, que estubo muy cerca de obscurecer todas [21] las glorias de Roma, todos cayeron miserablemente à el infelice golpe del luxo, del fausto, y de la afeminacion. Estas Potencias, que debieron tanta exaltacion à sus hijos, y se lisonjearon de invencibles mientras el valor se llevaba las atenciones de sus patricios, estas mismas fueron lamentable despojo de la desgracia, luego que, degenerando aquellos de las virtudes con que supieron hacerse inmortales en la fama, se entregaron vilmente à las diversiones, à el esplendor, à la afectacion; en una palabra, mudaron naturaleza, se afeminaron. ◀Exemplum ◀Ebene 3

Las mas de las pocas ocasiones, que mi génio estudioso me permite concurrir à las visitas, que me son indispensables, me ha servido de diversion el ver la porfia, con que todos nuestros Españoles procuran mas, y mas aventajarse en lo ridículo, y despreciable, que nos atrae el continuo [22] trato de todas las Naciones. ¡Lastimoso empeño! ¡que de quantas virtudes morales se admiran en los estraños, todas estas se desprecien, y que solo sea el objeto de nuestra curiosidad, è imitacion, lo que debia serlo del odio, y del olvido! ¡Rara ceguedad! ¡que no conozcan los hombres, que la principal causa de su merito consiste en ser verdaderos hombres, y que quanto mas se aparten de parecerlo, tanto mas pierden de su valor! No hay que convencerlos: la preocupacion está radicada con la costumbre, son dignos de imitarse: sin pararse à reflexionar si desdice, ò conviene à su sexo, sin avergonzarse de ser el objeto de la risa de aquellos pocos, que piensan con maduréz, à el instante se arrojan precipitados en seguimiento de las extravagancias, que miran en otros, porfiando consigo mismo en excederlos, si pueden, con alguna otra novedad mas ridícula.

[23] Este luxo, este brillante adorno, esta delicadeza en tratarse, en una palabra, esta vergonzosa afeminacion hace à los hombres cobardes, ignorantes, y descuidados de sus obligaciones: un pecho, que piensa à sus solas cómo tendrá à el dia siguiente mejor color en el rostro, qué peynado le servirá de mas adorno, y qué vestido le hará mas gallán, este criará un ánimo endeble, temeroso, y espantadizo; porque huyendo de todo lo que puede ofender la symetrica colocacion de sus diges, huíra juntamente de todas las ocasiones en que pudiera aumentar su honor con alguna hazaña valerosa: un entendimiento, que se dexa llenar de especies sin substancia, haciendo objeto de sus idéas el Galanteo, la Visita, la Comedia, y la compostura, este nunca podrá poseer con perfeccion ciencia alguna, dexando con esto perder las proporciones, que pudieran ade-[24]lantarle, y elevarle à las Cáthedras, y Tribunales. Aquellos, que anteponen el cuidado de su persona, y el contento de sus ideas à las forzosas obligaciones de su estado, estos nunca conseguirán el fruto de sus taréas; porque haciendo las diligencias violentos, y de, las mas veces, el no ser hechas à tiempo, y con eficacia, es la causa de la pérdida de sus intereses, y de sus créditos. Estos males, eslavonados unos en otros, y de unos à otros individuos, son la ruina lastimosa de una República: y esta República, y estos individuos se verán lastimoso estrago de sus desordenes, porque degenerando del magestuoso varoníl adorno, se envilecen con el ridículo, y afeminado, propio solo de gente de Theatro. ¿Qué les parece à Vms. señoras mias, las he vengado de la semana pasada? ◀Dialog ◀Ebene 3 ◀Metatextualität ◀Ebene 2

Julio 28. de 1763. En Cadiz.